Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

08 julio 2012

Curiosidades arqueológicas de Bartolomé José Gallardo en Castro del Río.


     La profusa correspondencia de ida y vuelta mantenida por Bartolomé José Gallardo con estudiosos y eruditos de las diferentes ramas del saber, desplegada durante ese periodo de cuatro años en que fuera condenado al destierro en la insigne y leal villa absolutista de Castro del Río (1827-1831), nos ha permitido reconstruir y desarrollar episodios relacionados con el maltrato del que fue objeto por parte de los voluntarios realistas y su terrible Comandante Calderón, conocer su estado de ánimo a través de su producción poética, además de aportarnos otras noticias relacionadas con la amistad favorecedora que le dispensaron algunos castreños y comarcanos que, sabedores de su valía intelectual, no mostraron reparo alguno a la hora de prestarle la ayuda necesaria para sobrellevar aquel penoso periodo de confinamiento y aislamiento forzado.
    
     Tenía algún conocimiento sobre su afición por los temas arqueológicos y las antigüedades. En 1834, ya establecido en la Corte (una vez fallecido el monarca absolutista), fue visitado en varias ocasiones por Francisco de Borja Pavón, un joven cordobés estudiante de farmacia con inquietudes literarias, que iba recomendado por el común amigo Luis María Ramírez de las Casas Deza. De una visita girada a su casa de la calle de Preciados (1º de febrero de 1834) extraemos lo siguiente:
     “Me mostró una arquita llena huesos de los encontrados en las tumbas sepulcrales de la familia de los Pompeyos y un vidrio de la vasija que contenía la luz inextinguible. De esta invención o hallazgo ha hablado Gallardo en un artículo remitido al Vapor de Barcelona” (1)


      Imagino que aquellas muestras arqueológicas le llegarían a través del joven erudito Aureliano Fernández-Guerra y Orbe, primero en ocuparse de una manera “científica” del hallazgo. La familia Fernández-Guerra tenía a Gallardo en especial consideración. El abogado José Fernández Guerra (padre) y el egabrense con despacho en Granada José de la Peña Aguayo (defensor de Mariana Pineda) fueron quienes le defendieron en aquella causa por la que daría con sus huesos en las Higuerillas de Castro del Río:
     “Por un efecto de la claridad y descaro con que una vez se expresó hallándose en las casas del Ayuntamiento de Castro, diciendo que las leyes no se extendían a las opiniones sino a los actos exteriores únicamente, y que el siempre pensaría como mejor le pareciera, sus enemigos, aprovechándose de esta confesión que creyeron o afectaron que era criminal, le formaron causa en 1829, y lo tuvieron preso en la cárcel algunos meses, de la cual salió después de haber sufrido los disgustos y malos ratos que se dejan entender, y tenido que hacer gastos, tanto más gravosos, cuanto Gallardo no disfrutaba de facultades muy amplias” (2).

    Movido por la curiosidad me predispuse a la caza y captura del artículo publicado en "El Vapor" de Barcelona, que finalmente pude encontrar alojado dentro de la hemeroteca digital de Cataluña. Después de tenerlo localizado me percaté de que ya se hallaba incluido en un monográfico dedicado al Mausoleo de los Pompeyos publicado en el nº 1 de la Revista Salsum, aunque procedente de otra publicación y de una fecha ligeramente anterior. Según consta en dicho trabajo el artículo vio la luz en el Boletín de Comercio del 10 de septiembre de 1833, dando primicias de la noticia sólo 22 días después del hallazgo. En enlace del monográfico de Salsum se puede leer el extracto del original remitido por Gallardo, encontrado en el Archivo Familiar Fernández Guerra que conserva Emilio Miranda Valdés, aunque firmado todavía con pseudónimo (B.D. Gtábaro). Resulta extraño que cuando este mismo artículo se reimprime siete días después en el  "El Vapor" de Barcelona (nº 78 de 17 de septiembre de 1833), el B.D. aparece ya acompañado de su auténtico apellido.
     He detectado un pequeño error en este monográfico de Salsum. Dice: “Gallardo, por su cercanía a Baena, estuvo enterado desde el primer día del proceso del descubrimiento”. Éste no pudo ser testigo presencial de aquel fortuito hallazgo, ya que por esas fechas (agosto de 1833) ya llevaba un par de años alejado de la ribera del Guadajoz. Las noticias de las que se vale Gallardo para publicar su artículo le llegan por correo a través de un amigo y conocido desde Baena (V.N. y P.). Esa carta fue publicada justo en el número inmediatamente anterior al que su artículo viera la luz en el Vapor de Barcelona (nº 77 de 14 de septiembre de 1833). En esta misíva queda certificada su también afición y curiosidad  por los temas arqueológicos, desarrollada con frecuentes excursiones entre vestigios y riscos de la rica campiña de Córdoba, durante los cuatro años en que permaneció confinado en Castro del Río a merced de sus huestes absolutistas. Aunque aparece algún término peyorativo para los castreños como destinatarios, que supongo dirigido a esos mismos que el propio Gallardo bautizara como “garamantas fieros”, se hace merecedor de ser transcrito tal cual:




     Nuestro apreciable amigo, el erudito D.B.J. Gallardo nos ha remitido la siguiente carta que le ha dirigido un amigo suyo de Baena, explicándole el descubrimiento del sepulcro de los Pompeyos; no dudamos de que su contenido será agradable a nuestros lectores.

    
     SEÑOR DON B.J. GALLARDO


     Mi amigo y dueño: V. que ha hecho apreciar más la tierra que pisamos: en este que llamaba V. “país clásico de la libertad”, por la heroica, si malograda, resistencia que en las guerras Pompeyanas hizo contra la tiranía de Cesar por sacudir el yugo romano, acabamos de descubrir un testimonio justificativo de este dictado con que V. le favorece. ¡Tanto como usted la ha corrido y sendereado en los cuatro años que pasó en estas tierras, siempre campeando, siempre echando compases por el terreno, midiéndole a palmos, contemplando las ruinas de la antigua Osca (hoy Iscar), y todos los lugares famosos de esta campiña, de que no se halla el más leve rastro en Cesar, Hircio, etc ! Y después de

“Tantas idas
y venidas,
tantas vueltas
y revueltas”


     ¡Lo mejor se ha dejado V. por ver! Este sí que es tesoro, y no los que los gansos de Castro, que le tenían a V. por zahorí, decían que andaba usted buscando, al verle atrochar por esos despoblados, revolviendo en los villares escombros y piedras mohosas.


     Si amigo; si está V. aquí ahora, enloquece de gozo: hemos descubierto nada menos que el sepulcro de los POMPEYOS.- Ya V. se acuerda, en el despoblado de Castro Viejo, del cortijo que llaman de las Vírgenes, donde se encontró aquella estatua sin cabeza, que hoy existe en el lugar llamado del Rey, que fue de nuestro buen amigo don Diego Carro.

 
      Pues en él, a la vista de la torre de Padrones, un zagalón vaquero, este 16 de agosto, como notase días antes en un paraje cierto sonido de oquedad, soñándose, lo que aquí es tan común imaginación, que se encerraba en el algún tesoro moruno, empezó a hurgar y socavar con el cayado. Cuando más ahondaba, más sonaba hueco,; por fin, encontrado en piedras recias con una resistencia que no pudo vencer con tan endeble palanca, acudió al cortijo en busca de otro más amañado instrumento, y (¡Dios y en hora buena!) con el auxilio de otro zagal, su compañero, cavaron hasta que abrieron un resquicio, por donde a la vista de una opaca lámpara que dentro lucía, traslumbraron una cámara, y en ella unos (dicen ellos) como “cofrecitos de piedra”.
     Encandilados ya con esta vista, y figurándoselos no menos que llenos de oro, se abrieron una entrada capaz a aquel subterráneo, por la cual se colaron a él; pero quedáronse luego a oscuras, porque la escasa luz que antes alumbraba, luego se apagó: más por la que entraba por el boquerón que abrieron, pudieron ver la pieza (y yo la he visto también). Es de cuatro varas de largo, unas dos y media de ancho, y sobre tres de alto.
     La luz que divisaron, salía de una de las que llaman lámparas inextinguibles o perennes; la cual era (digo que “era”, porque la rompieron al sacarla de una como caja de plomo que la chapaba) de cristal con varias figuras de colores, y con el suelo redondo al modo de una caldera. Tenía una cubierta plana, igualmente de plomo, con un reborde de más de dos dedos de canto; y en medio una agujero redondo, por donde la luz tuviese respiradero. El tamaño de este vaso, media vara de hondo, por cuarta y media de boca o diámetro.
     En su fondo conservaba todavía como un cuartillo del licor con que ardía la lámpara cuando la descubrieron, al cabo de la friolera de sus dos mil años que estaría ardiendo sola, sin necesidad de que la atizara sacristán, ni beata lamparera.
     Encontráronse también otros varios vasos y utensilios; de todo lo cual queremos mandar a V. fiel inventario y puntual dibujo. Pero el tesoro más inestimable que se encontró, fueron las cenizas venerables con algunos huesos, restos todos de la ilustre familia POMPEYA, en doce urnas de piedra-franca, con sus tapas de lo mismo, y sendas inscripciones, cuyo tenor es el siguiente:


     La figura de estas urnas es cuadrilonga; su longitud tercia y media, con una cuarta de latitud, y otra de altura.


     A la novedad de tan peregrino hallazgo se han agolpado aquí gentes de estas inmediaciones, que ni a jubileo de toties-quoties.
     Esos poquitos renglones darán ahora no poco que borrajear a los sabios de esa Corte. V. mande en todos sentidos cuanto se escriba, y cuanto guste a su invariable amigo y S.S.- V.N. y P.- Baena 22 de agosto de de 1833.

      Para Rodríguez Moñino, el autor de la carta parece ser un tal V[icente] N[oriega] y P[osada], aunque se desconoce en que se fundamenta para tal asociación. El apellido Noriega por estos lares parece estar ligado a un individuo de origen gallego llamado Francisco Noriega de Bada, abogado de los Reales Concejos, que durante los años finales del siglo XVIII recaló en la villa de Porcuna con el empleo de Contador y Juez Subdelegado de las Reales Rentas de la Mesa Maestral de la Orden de Calatrava. Uno de sus hijos llamado Vicente Noriega de Bada y Mestas, oficial mayor en dicha subdelegación, se casará en Porcuna 1817 con Juana de Dios de la Coba y Gascón, donde terminaría echando raíces. Creo que se trata del mismo individuo que después supo y pudo aprovecharse de las subastas a las que se vieron sometidas las posesiones de la extinta Mesa Maestral durante el proceso desamortizador puesto en marcha por los liberales.

B.O.P. de Caceres (diciembre 1837)
     Bien pudiera tratarse también del autor de esa carta remitida desde Baena, cuya amistad con Gallardo, además de por la afición mutua por la arqueología, estaría relacionada con la comunión de ideas liberales, que parece profesar por resultar beneficiado por el Decreto de Desamortización de Mendizábal.

            (1) Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Año X. Abril - Mayo de 1906. Números 4 y 5. Ángel M. de Barcia / D. Francisco de Borja Pavón: traducciones de poetas latinos. Contiene numerosas anotaciones de Francisco de Borja sobre sus visitas en Madrid a Bartolomé José Gallardo.
      (2) Durante los meses de mayo y junio de 1853, al año siguiente de su muerte, el erudito cordobés Luís María Ramírez de las Casas Deza, se convirtió en su primer biógrafo, al publicar por entregas, en el Semanario Pintoresco Español varios artículos sobre la trayectoria vital del polifacético Bartolomé José Gallardo.

07 julio 2012

El CACIQUE ANDALUZ (Manejos políticos y electorales en el distrito de Martos. Las elecciones de 1910).



     Para las elecciones a Cortes del año 1910, por primera vez, las fuerzas políticas antidinásticas (socialistas y republicanos), como respuesta a los hechos de la Semana Trágica de Barcelona, unen sus fuerzas para concurrir a un proceso electoral juntos. Dentro de aquella conjunción, dirigida por el escritor canario Benito Pérez Galdos, sería elegido para contender contra las poderosas fuerzas caciquiles del distrito de Martos (al que pertenecía Porcuna) el joven abogado y publicista Eduardo Barriobero y Herrán.


     Aquella su primera toma de contacto con la realidad sociopolítica andaluza la dibujo en una serie de conferencias desarrolladas después de su frustrado intento para hacerse con el acta de diputado, en este distrito electoral tradicionalmente cunero y caciquil.
Heraldo de Madrid (30 de mayo de 1910)

     Lo más probable, es que todas estas conferencias vieran la luz en la prensa de sus ideas. Sólo he sido capaz de encontrar una de ellas: “El cacique andaluz”, que transcribiremos  a continuación, en la que consta una breve, pero suficientemente contundente, referencia a las habituales  prácticas de los caciques de Porcuna. Por informaciones extraídas, también de prensa republicana, durante la campaña electoral Barriobero sería detenido en Porcuna, aunque desconocemos los motivos, que tal vez, pudiéramos desentrañar localizando la fuente donde aparezcan publicadas el resto de conferencias anunciadas, como “Hablemos de mi distrito”, “La conjunción republicana socialista en Martos”, “Un mitin presidido por el cometa” y especialmente las tituladas “Caciques ejemplares” y “El Chato, el Palojo y el médico de su honra”. Detalles sobre la catadura moral del encargado de velar por la salud pública de la villa de Jamilena, los derrama con creces en el artículo que podrán leer a continuación. El referido Chato, presumible culpable de su detención en Porcuna, forzosamente tienen que ser el honorable prócer local Don Luis Aguilera y Coca, cuya bonhomía he osado cuestionar recientemente en una de mis entradas, interpretación  no compartida por otros paisanos que, desde su óptica o cristal, reconocen en él un especial talante liberal. 
     Les dejo con el artículo de Barriobero, donde se denuncian unas maneras que difícilmente pueden saltar a órganos de prensa de línea editorial monárquica. Otras apostillas las dejamos para el final.
El cacique andaluz


     Yo conocía muy bien al cacique castellano, intrigante, servil para con los grandes y déspota entre los pequeños; le vi en mis mocedades inventar dolencias y defectos físicos para librar del servicio militar a los hijos de sus corifeos; suponer plagas para que el Gobierno perdonara la contribución a los de su partido; azuzar a los mozos del pueblo para que incendiaran las hacinas o descorcharan las cubas de su adversario; castigar al vecindario dejándole sin fiestas; hacer elecciones con urnas de doble fondo; torear de capa y hasta poner banderillas al gobernador de su provincia; tener criados que le llevaban en sus procesiones la vara de juez municipal, puesto que él llevaba en la diestra la de Alcalde, tener otros criados que le prestaban el nombre para contratar en subasta los arbitrios municipales y las obras públicas, todo esto y mucho más hacen los caciques castellanos; pero cuando en mayo se desborda el hambre o cuando las épocas de siembra plantean para el modesto labrador horribles conflictos, el cacique abre su granero y a los suyos les da el trigo sin rédito y muchas veces sin esperanza de recobrarlo.
     Y no sólo dispensa estos favores a los suyos el cacique castellano, sino que además sus casas y sus tierras se las trasmiten los arrendatarios de generación en generación, y no pagan hoy de renta mayores cantidades que las que pagaban a fines del siglo XVIII.
     Así, el cacique castellano poco dañino para el individuo, lo es en grado sumo para los pueblos, que ni se redimen n progresan, estáticos dentro de unas costumbres puramente feudales. ¡Si se pudiera capitalizar esos réditos intangibles que cobra por su trigo el cacique castellano!
     El cacique manchego y levantino tienen las llaves de la cárcel, y de la cárcel se sirve para imponer y sostener su dictadura; no dispensan beneficios, no hacen sino gravar o desgravar la hipoteca que tiene impuesta sobre la libertad individual de los que viven dentro de los lindes sometidos a su jurisdicción.
     En Levante y en La Mancha, si cuentan con la benevolencia del cacique, gozaran de la impunidad el ladrón y el asesino; en cambio, los inocentes a quienes el cacique le sea hostil, vivirán siempre expuestos a ver como sus vidas se extinguen prematuramente entre calabozos y cadenas.



     El cacique andaluz es tan osado y tan dañino como todos los demás caciques, pero no da trigo sin interés. Por el contrario, lo cobra todo, de todo saca provecho, y así logra reunir esas grandes fortunas que plantean para los Gobiernos el problema de los latifundios.
     El cacique andaluz cobra en Agosto por la fanega de trigo, de cebada o de habas que prestó seis meses antes, quince o dieciséis celemines. La friolera de un 65 por 100.
     Tan general es este abuso que en un pueblecillo, acaso el más atrasado de España, me decían: “Aquí estamos libres de la usura, unos señores han constituido una sociedad para darnos el trigo a catorce celemines”.
     Los infelices pagan de interés anual un 33,20 por 100… ¡Y además se obligan a dar el voto al cacique para que conceda el poder al verdugo, si así se le antoja!
     Este pueblo se llama Jamilena y en él vive el ejemplar más hermoso de la raza caciquil; ríase don Benito de los Gaitines, Gaitones Gaitanes que tan admirablemente nos pinta en El caballero encantado. Junto al médico de Jamilena, resultan tan cándidos como don Pio Gullón o don Bernabé Dávila.
     Este médico es juez municipal y tiene encomendado el papel de Alcalde a su padre, un anciano de más de ochenta años, que nos recibió cuando fuimos a dar un mitin, con la bragueta abierta y unas cuantas parejas de la Guardia civil, cuyo auxilio había reclamado para impedir nuestra propaganda; no obstante, el mitin se dio; pero esto no hace el caso, tengo al médico tendido sobre la mesa de disección.
     Para formar juicio sobre su “odio-sincracia caciquil”, puede bastar una anécdota de su vida, que en el distrito corre de boca en boca.
     El párroco del pueblo habíase rebelado contra su autoridad, y versado también en la intriga política, se anunciaba como enemigo poderoso. En las próximas elecciones municipales haría el cura concejales suyos, que pudieran perturbar al médico en el tranquilo dominio de aquella ínsula. Era preciso conjurar el peligro. Costase lo que costara.
     Y agotado su ingenio y fracasados cuantos medios lícitos e ilícitos puso el médico en juego para vencer al cura, decidiose a cometer la mayor felonía, la mayor infamia de cuantas figuran en la historia del caciquismo cuando se escriba, que será indudablemente el día en que se abaraten el papel y la tinta. Presentó una denuncia en el Juzgado de Martos en la que daba cuenta de haber sorprendido a su propia mujer y al cura en el momento más práctico del adulterio.
     Se instruyó proceso, y cuando la pobre señora, citada para presentar indagatoria, se enteró de la infame maquinación de su marido, falleció en el mismo local del Juzgado.
     Me lo contaron muchas veces, en todos los pueblos del distrito, y como siempre opusiera mi honrada duda, un curial de Martos me invitó a ver las actuaciones…
     El médico de Jamilena anda suelto y tiene a su servicio parejas de la Guardia Civil para impedir los mitins de campaña electoral. Verdad es que aquellos guardias no parecían muy dispuestos a obedecerle; sin duda les repugnaba estar al servicio de una autoridad sin autoridad moral.
     Como este cacique hay por lo menos dos en cada pueblo, uno conservador y otro liberal; pero sus torres ya empiezan a desplomarse.

Porcuna 1915

     Uno de Porcuna dijo a un grupo de electores que votaban mi candidatura, sin miedo ni pudor: “Así, así se hace, ya os dará Barriobero tierra para melones o trigo”. Y pronto en réplica, como buen andaluz, díjole uno de aquellos peoneros esforzados: “No nos dará tierra ni trigo porque no lo tiene; pero nos defenderá si alguno tenemos la necesidad de cortarle a usted la cabeza”.
     ¡Tierra y trigo! He aquí los dos problemas agrarios cuya solución debe preocuparnos a cuantos de la política vivimos: la Caja Rural y el latifundio.
     En Italia, la ley de Colonización Interior, del ministro Matessi, ha disminuido la emigración y ha mejorado la vida del proletariado. Las Cajas Rurales funcionan ya en casi todos los países de Europa. En España no tendremos cajas rurales ni colonización interior mientras haya monarquía; estas instrucciones matarían virtualmente el caciquismo., y muerto el caciquismo vendría la República por sufragio universal.
     El Banco de España, que es estómago agradecido y la Empresa más monárquica, estudió el problema de las cajas rurales y advirtió sin duda el efecto que habrían de producir; por eso continua prestando dinero a crédito personal al 5 por 100 a los fuertes propietarios, para que estos se encarguen de repartirlo al 30 entre los pequeños propietarios, quienes, además, quedan obligados a dar el voto para quien no se encuentre en condiciones de levantar su voz contra tanta infamia.

Eduardo Barriobero y Herrán (junio de 1910)


     Sobre esa habitual y vergonzosa práctica de la usura, reflejada en el artículo, así como de otros abusos, tenemos alguna noticia de su normalidad en la todavía villa de Porcuna, gracias a ese pequeño grupo de obreros conscientes situado al frente de la sociedad obrera "Paz y Libertad" allá por el año 1905, que, aunque escondidos aun en el anonimato (miedo a la represalia), fueron capaces de denunciarlas en las páginas de El Socialista:
     “La Junta Repartidora del impuesto de Consumos en Porcuna ha procedido con tanta equidad y justicia en el desempeño de su cometido, que mientras ha asignado una cuota insignificante a los que poseen fincas, la ha señalado de 18 y 20 pesetas a infelices, que ganan, cuando trabajan, 5 o 6 reales. ¡Serán …frescos estos repartidores!
     En este pueblo dominan el clero y los caciques, habiendo uno de éstos, muy rollizo por cierto, que toma dinero al 8 y el 10 por 100 para prestarle luego al 30. Tales abusos e infamias solamente las corregirá la unión de los explotados”.


     No creo estar muy descaminado al asociar como destinatario de esta lanzada al talante liberal de don Luis Aguilera y Coca, impulsor también de las obras de construcción del nuevo templo parroquial. En 1897, siendo alcalde, remitió a la redacción de Blanco y Negro una fotografía en la que se puede apreciar el avanzado estado de de las mismas, y el mismo que luego se mostrara tan hospitalario y generoso con el pintor cordobés Julio Romero de Torres cuando recaló en Porcuna para hacerse cargo de la decoración pictórica del mismo. El artista supo corresponderle con un retrato al oleo, que es precisamente el que nos permite conocer algún detalle sobre la oronda figura de este señor, a quien no se le conoce formación o actividad al margen de las propias de su condición de propietario y cacique del liberalismo local hasta 1915, en que dejaría de existir. Eso sí, fue durante toda su vida un gran aficionado a las diferentes modalidades de la caza, cono venía siendo costumbre en las zonas rurales entre las clases privilegiadas. 
     Las mayoría de las fuentes utilizadas son sectarias y tendenciosas, pero las únicas de las que disponemos para destapar estos manejos, habida cuenta de que el sistema político de la Restauración sabía sabiamente protegerse para que sus estrategias trascendieran lo menos posible.


     Por lo que respecta a aquella contienda electoral de mayo de 1910, pese al obstruccionismo puesto de manifiesto contra la candidatura de conjunción, la lucha parece ser que estuvo reñida según los resultados globales publicados en la prensa. El candidato adicto, el liberal Virgilio Anguita Sánchez, que terminaría haciéndose con el acta de diputado, aglutinó el voto monárquico, con un total de 5.571 votos frente a los 3.451 obtenidos por Eduardo Barriobero, con un porcentaje de abstención en torno al 40%. Los apoyos para el candidato antimonárquico hay que localizarlos principalmente en aquellas villas y ciudades donde socialistas y republicanos tenían estructuradas agrupaciones locales que pudieron velar por la limpieza del proceso. De momento no dispongo de fuentes que nos proporcionen el voto parcial en las respectivas localidades, pero que tuvo que ser importante para la conjunción en Valdepeñas de Jaén (villa de tradición republicana y con gran ascendencia y prestigio de su mentor local, Gregorio Milla), y las predominantemente socialistas Martos, Torredonjimeno y Porcuna, mientras que en aquellos pequeños feudos del caciquismo, cuyos votos terminaban siendo determinantes para el resultado final, como Jamilena, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava o Fuensanta de Martos, lo más probable es que se volcara el censo descaradamente casi al 100% en favor del candidato monárquico.
     Los amaños escandalosos perpetrados en Jamilena por la pareja formada por el famoso médico Manuel Martínez Gutiérrez y su señor padre, José Martínez Garrido (propietario agrícola, comerciante y prestamista), que se alternaron en la detentación de la alcaldía y otros cargos de poder, ya saltaron a las páginas de prensa en las elecciones del año 1896. Especialmente turbulento fue aquel proceso también en la villa de Porcuna (véase enlace ilustrativo).
     En el proceso de 1910, además del típico amaño de Jamilena tuvo que ser determinante la actitud de determinados sectores del socialismo marteño. Las palabras de Barriobero contra los socialistas de Martos, recogidas por la prensa y pronunciadas en el banquete celebrado en Madrid en honor de los republicanos derrotados, nos inducen a pensar en desunión por encono o hasta incluso de que alguno de los líderes locales pudiera haber sido atrapado por las garras del caciquismo:
El Bien Público (30 de mayo de 1910)

     Si fuera capaz de dar con esas otras conferencias que nos permitan desentrañar los entresijos políticos del distrito durante aquel proceso, prometo volver a ocuparme del tema.  

     La ilustración de la cabecera pertenece a un folleto de Salvador Cordón Avellán publicado en el año 1919, de cuya autoría es responsable el famoso dibujante y caricaturista Tito (Exoristo Salmerón).

04 julio 2012

La transfiguración de San Antonio Abad en Castro del Río.


    
     Las imágenes de culto católico, al igual que las personas y sociedades, pueden verse sometidas a vaivenes históricos que alteren su régimen ordinario de vida. Es el caso de la que mostramos en la cabecera.
     Del capítulo que Fray Juan de Castro le dedica al presbítero Doctor Cristóbal López de Cañete (1567-1637), dentro de su manuscrito “De los escritores naturales de Castro del Río” (se comenzó en 1804) entresacamos la siguiente noticia que nos informa sobre los avatares históricos de la referida imagen:
     “Desde que concluyó sus estudios y se graduó, hasta que fue comisionado a la Real Chancillería, tuvo en Castro su ordinaria residencia, según consta en diferentes documentos, que también manifiestan sus ocupaciones, de los quales citamos algunos. Estando presente aceptó la donación inter vivos , que el 19 de marzo de 1604 por ante Luis Fernández, otorgó en favor suyo su tía paterna Juana Fernández la Peinada, de unas casas en el cercado de la villa en la calle que va al Hospital de San Juan, y de otras en la calle Lobo, que por aquel tiempo se llamaba San Antón, por estar en ella una antigua ermita del Santo Abad: su antigua imagen de talla, de estatura mediana, con el hábito de carmelita, de túnica parda y capa blanca. Arruinada la ermita, se trasladó a este convento del Carmen, donde por muchos años la vimos venerada por los fieles con particular devoción, hasta que en nuestros días, por una providencia inconsiderada, o por una devoción indiscreta, fue transformada y transfigurada en imagen de nuestro padre San Elías Profeta, y se colocó en el retablo del Altar mayor”.



     Todo indica que esta talla de madera, que en la disposición de ese retablo, que conocemos gracias a la ya famosa fotografía de Castellá del año 1915, aparece situada en la hornacina superior, y el Crucificado de la primitiva Hermandad de la Veracruz (Cristo del Carmen) del escultor flamenco Luydvinos de Bruna, se encuentra entre las más antiguas y de mayor valía artística de las que se conservaban dentro de aquella Iglesia-Convento.     
     A Fray Juan de Castro no parece cuadrarle demasiado este cambalache. Debía sentir más apego por el Santo Abad que por el Profeta. De forma algo sibilina pasa por el asunto responsabilizando del mismo a “una providencia desconsiderada” o “devoción indiscreta”, lo que difícilmente nos permiten conocer los motivos exactos del cambio de advocación. Imagino que fuerzas mayores determinarían tal resolución, posiblemente por el especial empeño del Prior de turno o de alguna otra persona influyente en el seno de aquella comunidad religiosa del Carmen Calzado de Castro del Río.


     Apunto la hipótesis, con cierto fundamento, de que el responsable de esa transfiguración pudiera ser su coetáneo y hermano de orden, Fray Miguel Rodríguez Carretero, a quien deliberadamente dejo fuera de su obra por cuestiones personales.
     Podemos constatar la presencia y participación protagonista de Fray Miguel como predicador en una especie de fiesta solemne-rogativa rematada con procesión, celebrada en el Convento del Carmen el 20 de abril de 1817, en la que a San Antón ya se le había operado la metamorfosis:

     “El referido día 20 en la tarde hubo procesión general de penitencia con asistencia del Clero y del Ayuntamiento; casi todos los vecinos concurrieron, unos con capas, los más pudientes de corto y otros con túnicas y todos con luces. Llevaron al Santísimo Cristo del Carmen los sacerdotes, delante el clero y la comunidad y el R.P.M Quiroga predicaba de cuando en cuando. En medio de la procesión iba N.P.S. Elías como abogado de la Curia y delante de la Sgda Imagen predicaba el R.P.M fr. Miguel R.Carretero”.

     P.Mº Fr. Miguel Rodríguez Carretero / Epytome historial de los Carmelitas de Andalucía y Murcia. Primera edición del manuscrito original de la B.N.E. Sevilla 2000. Presentación de la obra a cargo de Ismael Martínez Carretero (O.Carm).
     El material gáfico pertenece a la ya tantas veces referida colección de fotografías procedente de la Biblioteca de Cataluña. Año 1915 (Fot. Castellá).
   

03 julio 2012

Mi Nereida. Los reos de Porcuna (nuevas noticias históricas).

Ciudadanos de Porcuna (1914-1915)
     Prescindo de prolegómenos. Para quienes desconozcan lo ocurrido el 28 de Julio de 1913 en el paraje conocido como Cañada o Pozo de la Teja, en las proximidades del cortijo de San Pantaleón, término municipal de Porcuna (Jaén), propiedad del labrador Don Ángel Ruiz de Adana Torres, sobre el fatal y negro encuentro entre la pareja de la guardia civil y unos cazadores-jornaleros furtivos, conocidos como Hermanos Nereos, les recomiendo un paseo previo por una serie de entradas publicadas en este mismo especio sobre tan luctuoso-enojoso suceso y su consiguiente proceso (Crimen y/o castigo: el caso de los “Hermanos Nereos”).
    
     Para poder volver a ocuparme del caso con conocimiento de causa, he tenido que emprender un dificultoso y laborioso discurrir (letra muy emborronada) por entre las páginas del voluminoso sumario que les instruyo en su día la Jurisdicción Militar. Lo había desechado en un principio, por apreciar a las claras, al menos esa es mi impresión, de que estábamos ante testimonios prácticamente realizados al dictado de unos intereses determinados. Imagínense la tesitura de humildes jornaleros citados para testificar ante un juez togado militar. Tendrían que cagarse lo pobres las patas abajo. ¡Como para tomar partido por quienes desde un principio fueron etiquetados como criminales! Pero dejemos de momento aparcados esos testimonios, para centrarnos en lo ocurrido en los días inmediatamente siguientes a aquel aciago encuentro.
    
     Estando aun los Nereos en busca y captura, una de las primeras disposiciones del Teniente Juez Instructor y Secretario, desplazados al efecto, fue la de interceptar la correspondencia de la familia, con vistas a procurar dar con su paradero y ponerlos a disposición de la justicia. En sumario incluye un telegrama cifrado dirigido por el Jefe de Línea de la Guardia Civil de Priego de Córdoba al Teniente Juez Instructor del caso, con fecha del día primero de agosto, en el que se menciona la interceptación de una serie de cartas.


     La primera de ellas, es la dirigida por Nereo Ramírez Ortega, padre de los presuntos criminales, a un hermano de padre residente en la aldea de Castil de Campos, llamado Andrés Ramírez Escobar. Antes de entrar en otros detalles, permítanme que les transcriba el contenido de las letras de ese padre desconcertado y asustado. A mi juicio resulta estremecedora. He corregido las numerosas faltas de ortografía y ligeramente la sintaxis para hacerla más digerible y entendible. Tiene fecha de 30 de Julio, justo dos días después del trágico suceso y he considerado conveniente hasta ponerle título (una ligera licencia literaria).


Carta de un padre desesperado

     Querido hermano con lágrimas te pongo estas líneas no con tinta. Después de haber estado segando esta estación mis dos queridos hijos, Justo entró de guarda particular con uno de la familia el día 2 del presente hasta el tiempo en que te cruzo estas letras. Llegó el día 25 y quiso holgar y para relevarle se fue Nereo (Antonio). Una vez en el sitio acordaron quedarse juntos y echar un día de caza. Tenían licencia de caza, pero estaban en el periodo de la veda de lo que siempre se tapaban. Teniendo que hacer su recorrido por los terrenos que estaban a su cargo hubieron de llegar a una era a beber agua y estando allí vieron salir dos personas de una cortijada que hay por encima con una caballería que se dirigía hacia ellos. Un muchacho que había en la era les advirtió de que se trataba de la pareja, aunque iban vestidos de paisano. Partieron Justo y Nereo y se fueron en dirección contraria, pero la pareja que llevaba una caballería prestada les dieron una contra marcha y le salieron al encuentro. Nadie sabe lo que pudo pasar. Lo fijo y triste es que la pareja resultaron ambos muertos, era un sargento y un guardia, el guardia en el acto y el sargento duró horas.

     Las licencias y zurrones de caza con algunas piezas, reloj y unas perrillas de Nereo también se encontraron allí. Era un rastrojo y salió ardiendo. No se sabe si sería haciéndoles suplica, hay tienen ustedes cédulas, licencia y caza. Si se yo que como no les pegasen mis hijos no disparaban. Se fugaron, no se mas hermano mío. Me escribes y a la vez le escribes a Don Niceto con estos detalles, le voy también a escribir. Que lastima, que buenos, que queridos de sus amigos, sin vicio ni de tabaco. Hay que sentirlo por ellos, pero también por su madre, su hermana y yo que desgraciados vivíamos de ellos y con ellos éramos felices. Sin ellos búscame una colocación hermano.
     La pobre de mi hija María que está aquí, que ha venido a restablecerse de una enfermedad, no sabe nada a estas horas, se le tapa el asunto. Pero Ay Hermano les tenía este sargento muchas ganas y les ha tenido guardado el caso. Yo no sé lo que puede pasar para que se haya labrado la ruina de todos. Se despide tu hermano con el corazón pensado en Dios.
   Tu hermano Nereo.

    El hermano de Nereo ( padre) debía de ser una persona popular y conocida por aquellos lugares. Su ascendencia con Don Niceto imagino que obedecería a esos lazos clientelares que sabían tejer a la perfección estos políticos del caciquismo, especialmente en las pequeñas villas donde resultaba relativamente fácil vaciar el censo en favor de sus candidatos. Se dedicaba profesionalmente a la práctica del curanderismo, lo que con el tiempo le acarrearía algún que otro problema con la justicia. Se le conocía por el remoquete de Joseico:
La Voz de Córdoba (21 de diciembre de 1928)
     Forzosamente también habría que contemplar esas noticias de la tradición oral sobre que la madre de los Nereos pudiera haber sido nodriza o ama de leche de don Niceto, o que pudieran ser, incluso, hermanastros del mismo. Estos extremos los veo más bien como surgidos de la imaginación popular después de aquel sonado proceso.
    De cualquier manera lo que sí parece claro es el deseo de Nereo padre de hacerle llegar a Don Niceto sus angustias y preocupaciones, por si éste estimaba a bien echarle una mano. Aunque más que por su defensa jurídica, su rogativa parece ir encaminada en el sentido de una recomendación o empleo que permitiera subsistir a su familia, desde aquel momento privada de los imprescindibles jornales sustentadores de sus hijos.
Anverso
Reverso
     Retomemos la carta, ya que su continente nos depara una sorpresa: el sobre, como se puede apreciar, pertenece y lleva el correspondiente membrete del Circulo Unión Liberal de Porcuna. ¿Cómo interpretamos esto? Se presta a pensar que se le pudiera haberle prestado ayuda desde este círculo político para redactar esa carta de su puño y letra, prestándosele el sobre, por ser simpatizante o colaborador, o por estar sensibilizados con su estado anímico. Dejemos ese presumible apoyo de las fuerzas liberales locales pospuesto para otro momento.
     Con esa misma fecha del 30, tal como se anuncia en la misiva remitida a su hermano, debió escribir esa otra carta a Don Niceto, que no pudo ser interceptada, pudiendo transmitir sus inquietudes a tan honorable prócer, como lo demuestra la devolución de éste, que conocemos pues ésta si resultaría capturada. Lleva el  sello del servicio postal del Congreso de los Diputados en el sobre y el membrete del por entonces Diputado a Cortes por la Carolina en el  pliego de papel utilizado.



     Aunque anexo la carta, insertada en formato imagen, allá va su trascripción para facilitar su lectura:



Sr. Don Nereo Ramírez


     Mí estimado amigo: lamento muy de veras las desgracias que le afligen y me indica en su carta, cuya triste impresión comprendo perfectamente. Quisiera sinceramente que estuviera en mis manos darle la colocación de que habla, para lo cual la edad de V. y las condiciones en que actualmente se nombran los empleados son grandes dificultades.
     Como creo que pronto iré por Priego… (Se corta el texto)
     Deseando que sus sufrimientos tengan el ahorro posible, queda de V. su afectuoso amigo SSQBM.


     Poca, por no decir ninguna, parece ser la predisposición del diputado Niceto Alcalá Zamora y Torres, de pringarse en este espinoso asunto. Es más, cuando abordemos el tema sobre los abogados que llevaron el caso de los reos de Porcuna podremos constatar cómo, en un principio, su nombre no aparece por ningún sitio, tal como se viene considerando.



     Ya puestos a destapar el tarro de la hipocresía, que iremos derramando poco a poco, conforme vaya localizando comportamientos merecedores de esa adscripción, les dejo, de momento, con el testimonio aportado por el “gran cacique liberal”, varias veces alcalde de Porcuna, durante los años finales del XIX y primeras décadas del XX: Don Luis Aguilera y Coca “El Chato”.

Declaración del testigo Don Luis Aguilera y Coca


(Porcuna 3 de Agosto de 1913)
    Que se llama Don Luis Aguilera y Coca, de setenta y seis años de edad, casado, propietario, declara que conoce a los hermanos Justo y Antonio Nereo Ramírez Muñoz, así como también conoció al sargento y guardia asesinados, que no tiene con ninguno de ellos parentesco, amistad o enemistad y que tampoco tiene interés directo ni indirecto en esta causa.
     Preguntado, manifestó que en alguna ocasión se quejó al sargento José Martínez Montilla, de que los hermanos Nereos le habían pisoteado un trigo y arroyado su propiedad sin su consentimiento. Dijo: que efectivamente hacia poco tiempo, antes del hecho de autos que el dicente manifestó al Sargento la invasión de los referidos individuos en sus propiedades causando daños tanto en ella como en la caza de la perdiz que al quitarles la sombra en las horas de calor durante la caza se ahogaron la mayor parte de ellas así como también en su persecución atropellaron los sembrados dando lugar con ello a la queja que produjo siendo de dominio público lo que hacían en otras propiedades de este término entre las que puede citar la del vecino de finca don Damián Parra Giménez.


     Sin comentarios. Juzguen ustedes.
     Tanto profanos, como conocedores e investigadores del caso (somos varios los subidos en esta barca de rumbo incierto e intrigante), tienen a su completa disposición para aclaraciones, apropiaciones indebidas, dudas, críticas o rectificaciones la sección de comentarios.

     El sumario instruido a los Hermanos Nereos lo he podido conseguir gracias a la inestimable colaboración del amigo y compañero, Arturo del Pino Ruiz, homónimo (nombre y primer apellido) del famoso y célebre “Arturé”, que me hizo el favor de personarse para fotografiarlo en el Archivo del Tribunal Militar Togado Territorial Segundo de Sevilla. Gracias compañero.


02 julio 2012

"Fot.Castellá: un viaje por tierras cordobesas (1915-1916). Partido Judicial de Cabra.


     Hállase situado en la parte meridional de la provincia. Linda: al N., con los partidos de Castro del Río y Baena; al E., con el último citado y el de Priego; al S., con los de Rute y Lucena, y, al O., con los de Aguilar y Montilla.

     Comprende los municipios de Cabra, Doña Mencia, Nueva Carteya y Zuheros.

     Cabra.- Ciudad de 12.360 habitantes, edificada en un frondoso y pintoresco valle, cercado de montes, donde goza de un clima dulce y saludable. Tiene estación de ferrocarril y en ella convergen todas las carreteras que recorren el partido. Las huertas de su término constituyen su principal riqueza y las fecundan las abundantes aguas del nacimiento llamado de la Fuente del Río. Cosecha exquisitos vinos, aceites, cereales, frutas y hortalizas. Celebra ferias del 24 al 26 de junio y del 15 al 17 de septiembre.

     Unas fotografías de Castellá utilizadas para ilustrar un artículo literario (Balcones andaluces), de Federico García Sanchiz, publicado en La Esfera el año 1915, nos sirve para certificar su estancia en esta población y atribuirle, de camino, la más que presumible autoría del resto de los materiales gráficos expuestos en los productos editoriales de la casa Alberto Martín de Barcelona correspondientes a su partido judicial.
     Esas eventuales muestras de su producción, insertadas en revistas gráficas (libre ejercicio de la profesión), salen de instantáneas similares tomadas durante la gira por encargo. Dos ejemplos:

Cuaderno nº 49 Porfolio Fotográfico de Andalucía

Publicada en prensa gráfica con firma de autor
     Como se puede apreciar se trata de una secuencia. A la preponderancia de los elementos arquitectónicos de esta casa palaciega desaparecida, se suma la majestuosidad de los bueyes de tiro saliendo de una de sus dependencias. A mi gusto, una de las más atractivas de su producción cordobesa. 


     Tarjeta postal con la particular impronta en rojo de las tiradas de España Regional de la casa editorial Alberto Martín de Barcelona.



     La misma casa, en la que nació Don Juan Varela, fotografiada para prensa gráfica por Castellá. No confundirse con el sello “Cámara Fto”, que se corresponde con el laboratorio profesional encargado del revelado de las placas estereoscópicas.
    Una última fotografía de casas y balcones tomada del artículo de García Sánchiz:


     Aunque el pie de foto sólo hace referencia a un balcón artístico de una casa antigua en Cabra, debe ser la que según una base de datos de la que me estoy sirviendo, se menciona como “Balcón de la casa del Bachiller Antón de León” (también desaparecida).

     Otras muestras de su producción egabrense:
Plaza Mayor
Patio Palacio Condes de Cabra - Colegio RR MM Escolapias
Entrada por el camino de Lucena
Mausoleo de la Vizcondesa de Termens (La infantona)

     Para no extenderme en demasía, otras pertenecientes al resto de villas del partido judicial (Doña Mencía, Nueva Carteya y Zuheros) , quedan pospuestas para una nueva entrada, a ver si mientras tanto soy capaz de localizar alguna de las de Carteya, que son las que me faltan.