Efectivamente, tal como se anuncia en el recuadro de texto inserto en la parte superior izquierda de esta fotografía, el personaje de corta estatura, portador de un elegante traje de chaqueta cruzado de color oscuro, se trata de Su Excelencia el Generalísimo Francisco Franco, a la sazón Jefe del Estado de aquella pretérita España: “Una, Grande y Libre”.
El montador de la portada del diario barcelonés La Vanguardia del día 8 de junio de 1951, de donde ha sido capturada esta imagen, la sitúa erróneamente a la salida de la Santa Iglesia Catedral de Jaén, cuando resultan perfectamente reconocibles la arcada de medio punto en piedra y el rosetón de la fachada principal del Templo Parroquial de Porcuna (Jaén).
El Caudillo aparece flanqueado por la ineludible compañía del obispo de la diócesis jiennense, doctor García y García de Castro, y por el efímero y poco conocido alcalde de Porcuna, don Cristóbal Muñoz Rodríguez, quien porta el típico bastón como atributo de su autoridad municipal.
Poca información ha trascendido sobre este hombre que estuvo al frente de la máxima responsabilidad del gobierno municipal durante un corto periodo de tres años (1949-1952), en sustitución de don Benito Garrido Palacios, “quien por obstruccionismo o cansancio dimitió alegando motivos de salud” (Heredia Espinosa).
La única noticia que tenemos sobre don Cristóbal Muñoz, es que desde 1934, con el paréntesis obligado de la guerra, desarrolló funciones de inspector municipal veterinario.
La fotografía fue tomada durante la fugaz visita girada a la localidad por el Jefe del Estado en la tarde del 5 de junio del año 1951, en la que después nos detendremos.
El nuevo régimen, recién terminada la guerra, para paliar los numerosos daños causados sobre el casco urbano de Porcuna por la aviación y baterías de artillería de ambos bandos, antes, durante y después de la ocupación definitiva por parte del Ejercito Nacional (1 de enero de 1937), tuvo la deferencia de otorgarle a esta localidad de la campiña jiennense el privilegio de “Ciudad adoptada por el Caudillo” lo que terminaría traduciéndose en importantes inversiones a efectos de reconstrucción, de la que se ocuparía la Dirección General de Regiones Devastadas creada al efecto.
Con estas dádivas, de alguna manera, se buscaban simpatías entre los habitantes de poblaciones como Porcuna, donde las formaciones políticas y sindicales de la izquierda gozaron de histórica vitalidad, y cuyos líderes y elementos más significativos perecieron frente a un pelotón de fusilamiento, sufrieron largas y penosas estancias carcelarias, o fueron resignadamente reinsertados mediante el humanitario y lucrativo sistema de "la redención de penas con el trabajo", del que supieron y pudieron beneficiarse empresas allegadas a los mandatarios de la Nueva España.
Fueron numerosas las localidades diseminadas por todo el país las que gozaron de la generosidad y magnanimidad del Caudillo. Curiosamente Porcuna, en el decreto de adopción publicado en el Boletín Oficial del Estado, aparece en el mismo lote que la ciudad vasca de Guernica, prácticamente arrasada por los junkers de la Legión Cóndor alemana, en uno de los más feroces e indiscriminados bombardeos sobre objetivos civiles de nuestra guerra, hoy internacionalmente conocido, gracias al famoso cuadro de Picasso, convertido en paradigma artístico universal sobre el horror que generan las guerras.
Después de esta breve y necesaria introducción, centrémonos en la visita objeto de nuestra curiosidad. Hay que enmarcarla dentro de una general realizada por diferentes provincias andaluzas durante la primera quincena del mes de junio del año 1951, no exenta de las tradicionales inauguraciones de pantanos, otras obras hidráulicas y baños de multitudes.
Se inicia con dos intensas jornadas en la provincia de Jaén, con el Parador del Patronato Nacional de Turismo de Bailén elegido, por su posición estratégica, como lugar idóneo para el descanso del “Guerrero” y de su numeroso séquito: Ministros de Agricultura (señor Rein), Obras Públicas (Fernández Ladreia) e Industria y Comercio (Suances), jefes de la Casa Militar y Civil, ayudantes de servicio…
Especialmente intensa la segunda de las jornadas (día 5 de junio de 1951), que se inicia a las 10 h. de la mañana en la ciudad de Baeza con un acto protocolario en el que se le hace entrega de la medalla de oro de la ciudad, se le nombra Alcalde Perpetuo e Hijo Adoptivo, acompañado de los pertinentes discursos, y zumbando velas para Jaén Capital donde hace su entrada triunfal poco después de las 11.00 h.
“Grandioso el recibimiento el tributado al Generalísimo en la capital, balcones y ventanas engalanadas, vítores, aplausos y aclamaciones populares”. Nueva recepción oficial, más discursos, y saludo al pueblo desde el balcón del Ayuntamiento “ante el requerimiento enfervorecido de la multitud”. Tuvo tiempo aún para departir con las autoridades provinciales sobre un denominado “Plan de Ordenación Económico Social de la Provincia”.
Tras el almuerzo la obligada visita a la Catedral:
“Fue recibido en la Basílica por el obispo de la diócesis, doctor García y García, y el Seminario en pleno. El obispo le dio a besar la famosa Cruz de Jaspe, una de las joyas de la Catedral. S.E. de dirigió bajo palio, portado por concejales y caballeros de Jaén, al Altar Mayor donde adoró las reliquias del Santo Rostro, ocupando un reclinatorio bajo dosel”.
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Reliquia del Santo Rostro |
A la tarde le esperaban en Martos. Torrecampeños y tosirianos tuvieron que conformarse con la fugaz contemplación del paso al galope del numeroso cortejo de vehículos que arrastraba S.E. Llegó a la ciudad de la Peña sobre las 5.20, siendo recibido con “volteo general de campanas y el clamor popular de la multitud”, y más de lo mismo a trote cochinero, pues apenas una hora después hacía su entrada en Porcuna, el siguiente destino de a pie de aquella jornada maratoniana:
PASO DEL GENERALÍSIMO POR PORCUNA
“A las 6.20 llegó S.E. el Jefe del Estado a esta población, donde fue recibido con las mismas muestras de entusiasmo que le acompañan a lo largo de su recorrido por la provincia de Jaén. Fue saludado por el alcalde y autoridades, y acompañado de los ministros y demás personalidades de su séquito, se dirigió a la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, donde entro en medio de una lluvia de flores que arrojaban a su paso señoritas ataviadas con trajes típicos de la región. Los concejales portaron las varas del palio hasta el altar mayor, donde se situó el Caudillo, que oró unos instantes, y después se rezó una salve.
Con las mismas muestras de adhesión y entre delirantes ovaciones S.E. el Jefe del Estado abandonó Porcuna, camino de Andújar, a donde llegó a las 7.10 de la tarde”.
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Baño de multitudes en Andujar |
Habida cuenta que el desplazamiento entre Porcuna y Andújar, por mucho despeje previo de carretera que practicase la guardia civil, sería imposible hacerlo en menos de 40 minutos, recurriendo a una elemental operación matemática, el tiempo que S.E. le dedico a visitar a aquellos ciudadanos adoptados, que según la agencia Cifra le tributaron tan cálido recibimiento, estribaría en torno a los 10 minutos.
He buscado noticias de esta visita en diferentes cabeceras nacionales y de provincias, y en todas se repite la información oficial suministrada por una denominada agencia Cifra, especie de filial de Efe que cubría los eventos nacionales y en especial los relacionados con el Jefe del Estado.
Pese a lo fugaz de la visita, las cámaras del Noticiero Documentales Cinematográficos (NO-DO) que cubrían aquella gira, tuvieron tiempo de captar lo ocurrido en las escalerillas de acceso a la puerta principal de la Parroquia:
“Al tiempo que el General subía los escalones de la iglesia un grupo de jóvenes ataviadas con traje folclórico andaluz le tiraban flores con tal euforia que tuvieron que ser sujetadas por los hombres encargados de la seguridad del Caudillo. Seguidamente un plano cercano mostraba el rostro satisfecho de éste”.
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Otras fotografías de la visita en Albúm fotografico (deporcuna.com) |
Esta información la suministra Araceli Rodríguez Mateos en su libro “Un franquismo de cine: La imagen del régimen político en el noticiario NO-DO (1943-1959)”. Aunque la anécdota es sobradamente conocida por la tradición oral. Algunos más fantasiosos, llegaron a contar que la seguridad privada del caudillo tenía consigna de extremar las precauciones, temerosos de que cualquier marxista resentido pudiera atentar contra la vida del Generalísimo Franco en Porcuna, especialmente castigada por la represión.
Ya para finalizar, haciendo uso, como de costumbre, de mi legítima propensión reclamante, estimo que no supondría ningún sobreesfuerzo para entidades locales, bien públicas o privadas, solicitar de la Filmoteca Española , donde se custodia el Archivo de No-do, reproducción de aquella visita. La referencia, por si alguien estima a bien sufragar los gastos y poner a disposición de los naturales o adoptivos de Porcuna este trozo cinematográfico de su historia, es N, 441 B. 1951.
Otra gestión o pesquisa, en este caso a realizar, estrictamente por vía oficial, sería la de investigar sobre el paradero actual de aquella Medalla de Oro y Brillantes entregada por las autoridades locales de la época, en nombre del pueblo de Porcuna, a S.E. el Generalísimo en la recepción oficial de la que fueron objeto en el Palacio del Pardo (1964), por si existiera la remota posibilidad de recuperarla. Aquellos reiterativos regalos, que no llegaron nunca a engrosar el Patrimonio Nacional, los presuponemos en manos de sus descendientes.