Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

20 abril 2011

El Maestro Algaba y su aportación a la Semana Santa de Castro del Río.

Francisco Algaba Luque (1871-† ?)

   Son escasas las noticias que recoge la prensa histórica cordobesa sobre las celebraciones de la Semana Santa de Castro del Río con anterioridad a la guerra civil.
   Exceptuando las de los años 1920 y 1932, marcadas por la intransigencia o empecinamiento de tirios y troyanos, en sendos momentos históricos de considerable tensión social, con incidentes graves de los que se hace sonoro eco la prensa provincial, apenas si encontramos en ella otras informaciones sobre la evolución de esos particularismos y tradiciones (escoltas de soldados romanos, penitentes con la cruz a cuestas, coro de capilla, la arcaica y autóctona samaritana , pregones o saetas de rigor) que han llegado hasta nuestros días y  que la convierten en una de las más auténticas y atractivas de la provincia de Córdoba junto a las de Baena y Puente Genil. Aunque desde mi particular punto de vista, la especial impronta de la Semana Santa de Castro se la otorgan sus todavía casi inmaculadas plazas, calles y rincones por las que transcurren los desfiles procesionales.


   El diario de Córdoba en los albores del siglo XX publica una crónica firmada por C.G. que aporta profusa información sobre la composición de las escoltas de soldados romanos de las tres cofradías históricas. De ello ya se ocupa Francisco Morales Basurte en un interesante artículo ilustrado en el que analiza la evolución histórica de la soldadesca castreña (pinchar enlace).
   Es raro, que el prolífico corresponsal del diario católico El Defensor de Córdoba durante la primera década del siglo, José Mª Jiménez Carrillo, no nos halla transmitido crónica alguna sobre ella. Ello me induce a pensar en cierto decaimiento durante las primeras décadas del siglo XX, coincidiendo con la implantación del movimiento obrero, el auge del republicanismo federal y las agudas crisis agrícolas de los años 1905 y 1906.
   Parece ser, que de la salida de esa crisis, es en gran parte responsable el político, acaudalado propietario, abogado y músico local Francisco Algaba Luque, nombrado para ostentar para el año de 1918 el cargo de hermano mayor de la cofradía de la Soledad y el Santo Entierro.
   Su correligionario y amigo Antonio Pérez L. Toribio, en tareas de corresponsal del Diario de Córdoba, le dedica una extensa crónica a la Semana Santa de aquel año “celebrada con especial recogimiento y solemnidad”:

La Primera

   Se verifica el Jueves Santo, a la oración, y partiendo de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, pasa por la carrera y regresa a las diez y media de la noche. Figuran en ella celebrados  pasos, yendo bajo la dirección de la Cofradía de la Vera Cruz, constituida por todos los señores eclesiásticos de la localidad.

La Madrugá

   Cofradía de Jesús Nazareno, que partiendo de la iglesia del mismo nombre, a las dos de la madrugada, regresando a las nueve de la mañana del Viernes Santo. Ostenta esta procesión especiales caracteres de respeto y penitencia, siendo condición indispensable que todos los asistentes vayan descalzos. Tanto a la salida del Nazareno como a su paso por la carrera, se le cantan notables saetas, revelándose en todos los concurrentes la expresión del más profundo sentimiento. Los afiliados a esta cofradía pertenecen a distinguidas familias de la población.

La Última

   Por último la procesión de la Soledad y el Santo Entierro. Figuran en ella las personas más distinguidas de este pueblo, habiéndole correspondido ser hermano mayor en el actual año a Don Francisco Algaba Luque, que con su extensa cultura y grandes conocimientos ha concedido a la cofradía un relieve extraordinario, llegando a ser esta procesión la que ha alcanzado los mayores parabienes.

  Francisco Algaba, desde su niñez dio muestras de sus aficiones musicales. A los nueve años tocaba ya asombrosamente la flauta, posteriormente la guitarra a los once y a los dieciocho hacía sonar prodigiosamente el violín. Su maestro en estos instrumentos el director de la banda municipal de música de Castro del Río, José Díaz Carretero. Con el tiempo aprendería armonía, composición e instrumentación, de manera autodidacta, valiéndose de métodos sin intervención de profesores. Su presencia y colaboración es una constante en cuantas manifestaciones musicales, bien de carácter religioso o profano, tienen lugar en Castro del Río durante las primeras décadas del siglo XX.

   Su gran apuesta para ese año de 1918, haciéndola coincidir con el cargo honorífico de hermano mayor para el que es elegido, es el estreno durante los oficios del Viernes Santo en la Parroquia del Carmen del oratorio en tres partes y un epílogo titulado “El Calvario” de su propia autoría en colaboración del también músico local Daniel Rodríguez Navajas, con letra del propio Algaba, Diego López Priego y Francisco Álvarez Yuste.
  Para tal evento, tirando de influencias y de cartera, se hace del concurso del profesor de la Escuela Provincial de Música de Córdoba y virtuoso violinista, don Pedro Villoslada y Torres, y del joven tenor Baldomero Jiménez Nevado.
   La orquesta, que era numerosa, estaba compuesta por los más aficionados y competentes músicos locales, entre los que por cortesía del cronista se destaca al digno Juez de primera instancia e instrucción del partido, Mariano Torres Roldán, bajo la batuta todos del maestro Daniel Rodríguez.
   Para la coral se conforma una masa mixta:

   Las voces femeninas las aportan las niñas Carmencita Moreno Criado, Angelita Sigler Jiménez, Jesusa Navajas Díaz, Angelita Baena Bellido y Alfonsa Jiménez Carrillo;
como bajos José Cubero Camacho, José Navajas Millán y Andrés Aguilar Sánchez; al notable tenor invitado Baldomero Jiménez,  le secundan los locales Diego Navajas del Río, Francisco Navajas Aranda y los señores Romero, Salido, Barranco, Moreno…

   El cronista refiere la excelente interpretación y ejecución “que ha dejado imperecedero recuerdo entre el vecindario”, “tiene esta obra un sabor eminentemente religioso y he oído decir a personas competentes que es digna de ser interpretada en las mejores catedrales de España”.

   También se ocupa de como se ejecutaba el tradicional cruce de guiones en la calle Corredera:

   “A las tres de la tarde se encontraba toda la calle Corredera y el Llano del Convento llenos de fieles que lucían sus mejores galas. Se formó la comitiva que, partiendo de la casa del hermano mayor, había de recoger al clero parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, para en unión de autoridades y Ayuntamiento, regresar a la iglesia del Carmen para asistir a la celebración de la fiesta religiosa.
   Se componía en aquellos momentos la comitiva de una escolta de romanos, la banda municipal, vistiendo asimismo los músicos trajes romanos, y otra escolta de caballería, ataviada en igual forma que la anterior.



   La música batió marcha y la comitiva emprendió su recorrido. Habiendo recogido a los elementos antes indicados, a las cuatro de la tarde apareció por la Plaza la comitiva en pleno, con majestuosidad indescriptible. De esta manera recorrió la Corredera, efectuándose al final de la misma el cruce de guiones y entrando todos en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen para oír la santa palabra del ilustrado y elocuente orador sagrado, Padre Mediavilla, superior de la orden del Corazón de Maria, en la iglesia de San Pablo de Córdoba, y el poema titulado “El Calvario” ya referido”

  Terminado el oficio religioso a las siete de la tarde se ponía en marcha la procesión con todos los elementos antedichos. Con estas palabras y elogios al hermano mayor concluye su crónica Antonio Pérez López Toribio.

   En la Semana Santa del año 1929 se vuelve a ejecutar el poema musical “El Calvario” de Algaba-Navajas. En esta ocasión se cuenta con el concurso de una orquesta y coros venidos ex profeso desde Córdoba, al frente del director de la municipal de música de la capital cordobesa Mariano Gómez Camarero. Con posterioridad, para celebrar el éxito alcanzado, Francisco Algaba obsequiaría a los músicos cordobeses con una jornada campestre primaveral en una de sus fincas de Castro del Río.
   A finales de ese mismo año de 1929, María Algaba, su joven y única hija, que en el mes de abril  había contraído matrimonio con el también joven y abogado José Luís Fernández Castillejo (hijo del exdiputado José Fernández Jiménez), fallece como consecuencia de complicaciones surgidas tras el alumbramiento de su hijo.


  Francisco Algaba, lleno de dolor, se refugia en la música y compone un "Oficio de difuntos" en memoria de su hija, ejecutado por una orquesta y cantores de Córdoba y Castro del Río, en las honras fúnebres celebradas en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de esta villa. Una vez más su amigo Gómez Camarero dirigió la orquesta.
   El oficio desde el principio al final es un autentico gemido de dolor. En 1936 el autor conservaba celosamente estas partituras, porque fueron  sólo y exclusivamente escritas para su hija.
 
   Doy por hecho que las solemnes y majestuosas marchas fúnebres “Pobre hija mía” y “El Cristo del Carmen” (pinchar enlaces para escuchar) pertenecientes al maestro Algaba, que desde la reestructuración de la cofradía del Santo Entierro, realizada durante los años cuarenta,  forman parte indisoluble de su desfile procesional, están entresacadas de aquel “oficio de difuntos”. Desconozco si ya fueron interpretadas en vida de su autor, o se incorporaron con posterioridad a su muerte cuya fecha exacta no puedo precisar. Aun vivía en 1942 cuando ingresa en la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, con un discurso de recepción titulado Origen y arte de los juglares músicos callejeros”.

   Durante la convulsa década de los años treinta Francisco Algaba traslada su domicilio a Córdoba, para poder estar cerca de su único heredero, su nieto José Luís.
   En el año 1933 le encontramos ya plenamente relacionado con el mundillo musical de la capital, cuando se hace cargo de la presidencia efectiva del Centro Filarmónico Eduardo Lucena.

Fotografía de 1933 del Centro Filrmónico en la Plaza del Potro
Sentado en el centro Francisco Algaba Luque

   Políticamente, desde su posicionamiento ideológico de republicano progresista (republicanismo conservador), hacia el que había evolucionado el antiguo Partido Liberal Popular Democrático (Fernandismo), colabora con el nuevo régimen como vocal patrono de la Junta Provincial de Reforma Agraria.
   En el año 1935, en los días previos a la Semana Santa, iba a ejecutarse una vez más “El Calvario” a beneficio del Comedor de Caridad de Córdoba, a cargo de la orquesta del Centro Filarmónico, bajo la dirección de Aurelio Pérez Cantero, en el cine Góngora. Finalmente, después de realizarse los ensayos pertinentes, la medrosa empresa no cedió el teatro, frustrándose la iniciativa.
   Al año siguiente su estrecha colaboración con el Centro Filarmónico Eduardo Lucena se plasma en el estreno de una nueva composición musical “Bocetos Cordobeses”, que tiene lugar en el Gran Teatro de Córdoba, acompañado de un rotundo éxito que comparte con Pérez Cantero, orquesta y coro, por su ejecución admirable.

Sentados: Francisco Algaba, Pérez Cantero y  Sr. Torrellas (recitador)
   Como prueba del carácter tolerante de Francisco Algaba, su estrecha amistad con el músico Aurelio Pérez Cantero, concejal de la coalición republicana socialista durante los primeros años de la República e integrante de la gestora municipal surgida tras las elecciones de febrero de 1936 en representación de Izquierda Republicana. Fue el propio Aurelio quien al leer las partituras, prendado de su armonía, animó a su modesto autor y puso especial empeño para que la composición musical de “Bocetos Cordobeses” terminará estrenándose. Unos meses después de aquel estreno perdería la vida al situársele frente a un pelotón de fusilamiento.
   Desconozco hasta que punto Francisco Algaba Luque pudiera haber sido molestado por los insurgentes triunfantes. Su consuegro y amigo don José Fernández Jiménez fue incomprensiblemente detenido por el famoso “Don Bruno” y excarcelado tras visitar el presidio su hijo José Luis para firmar unos documentos (dinero a cambio de la libertad ?).


     La fotografía que antecede es de las más antiguas que se conservan de la Semana Santa de Castro del Río.  Se corresponde con la procesión de Jesús Nazareno anterior a la guerra civil. Se aprecia en ella la particular manera de portar el paso “con correones” bajo palio, anterior a la  implantación de pesados y suntuosos tronos y canastillas que obligaron a la utilización de la rueda neumática, que aun se conserva en esta cofradía, libre de modismos y sensacionalistas puestas en escena de importación genérica..
     Es también el primer testimonio gráfico de la presencia del tradicional Coro de Capilla en los desfiles procesionales de Castro del Río.
     Habida cuenta que entre los años 1932-1934 no procesionaron las cofradías castreñas, exceptuando el  incidental amago protagonizado por la del Santo Entierro en la primavera de 1932 , o bien pertenece al año 1935, en que sí lo hicieron todas, o tenemos que retrotraernos a la década de los años veinte, cuando a raíz del impulso musical dado por el Maestro Algaba a la Semana Santa, al que nos hemos estado refiriendo, debió de generalizarse la presencia del coro de capilla en sus desfiles procesionales.
     Una comparativa fotográfica  nos va a servir para certificar y aproximarnos a la fecha exacta de la misma:

Publicado en Cultura integral femenina en septiembre de 1933.


     Resulta evidente que la persona que aparece junto al Cirineo se trata de Juan R. Cubero Camacho, Albacea Mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesus Nazareno en 1933. Este señor, que trabajaba como empleado en la fabrica de Carbonell y Cia, aparece relacionado entre las victimas de derechas asesinadas en 1936.
    Por lo tanto hemos de descartar su datación en los años cuarenta, por la que algunos apostaban en el debate suscitado en los comentarios del blog del Coro de Capilla de donde he tomado la fotografía.
    Me inclino por situarla en los años finales de la década de los veinte o a lo sumo en 1931, ya que la procesión de 1935 no creo que se viese respaldada por tanto gentío como se aprecia en la instantánea.


Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: 2 de abril de 1918 (crónica remitida por Antonio Pérez L. Toribio).

Córdoba gráfica : revista popular. Mayo de 1936. Incluye una semblanza biográfica sobre Francisco Algaba a raíz de la exitosa ejecución del poema musical “Bocetos cordobeses” en el Gran Teatro de Córdoba.

Elías Roldán, José A. Francisco Algaba Luque. Revista X Aniversario A.M  Villatoro y Algaba. 2003.

Fotografía: las de Francisco Algaba proceden del reportaje de Córdoba Grafica. El resto las he tomado de los diferentes blog dedicados a la Semana Santa de Castro del Río. En concreto las que utilizo pertenecen a la colección de Francisco Morales Basurte

3 comentarios:

  1. Hombre, has puesto la foto que le hice a un panete de carrucha hace unos años en casa de mis padres, jeje. Enhorabuena por tu blog, lo voy siguiendo, es muy interesante. Saludos de Juan Miguel Bueno :-)

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  2. El último comentario esta bailao. Se corresponde con otra entrada de carácter gastronómico relacionada con la Semana Santa de Porcuna. No la suprimo para hacer así de camino propaganda de esta original pieza de pan elaborada en mi pueblo y del blog de cocina de este paisano y amigo (lacocinadesiempre.com).

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  3. Información complementaria procedente de una entrada publicada con posterioridad (Una Virgen Dolorosa de Castro del Río anterior a 1936):
    Dentro del programa oficial de actos de la Semana Santa de la capital cordobesa del año 1937, el Ayuntamiento de Córdoba, en colaboración con la emisora de radio local, organizó un Concierto Sacro y un Concurso de Saetas en el Gran Teatro "a beneficio de los niños del Hospicio". El programa incluía “el estreno de dos marchas procesionales de las que es autor el aplaudido compositor don Francisco Algaba Luque, muy elogiadas por los inteligentes”. Cristo del Carmen y Pobre Hija Mía, fueron interpretadas por la Banda del Requeté de Córdoba y debieron formar parte de su repertorio en los diferentes desfiles procesionales en los que tomó parte la banda durante ese año.
    En el concurso de saetas, también haremos constar la participación de un castreño, llamado José Alba, presentado como “Niño de Castro” y clasificado en el 5º lugar, lo que le serviría para embolsarse 25 pesetas de premio.
    Esas dos excelentes marchas procesionales cuando se reconstruye la Hermandad de la Soledad y el Santo Entierro de Castro del Río, pasaran a convertirse en parte indisoluble de la misma, sumándose a los muchos particularismos que caracterizan a la Semana Santa de este pueblo cordobés.

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