Una reciente publicación de Jesús Aguilar Diaz (profesor de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla) titulada “Retrato de un niño: una nueva obra de Julio Romero de Torres” en el nº 36 (octubre de de 2024) de la revista científica Laboratorio de Arte patrocinada por la propia institución universitaria sevillana, nos ha permitido conocer y poner rostro a un retrato de niño, sobre cuya existencia en Porcuna ya teníamos noticias a través por los trabajos de los especialistas Manuel Bueno Carpio q.e.p.d. (La parroquia de Porcuna y los murales de Julio Romero de Torres, publicado en 1992) y el mas reciente, especie de actualización de aquel, realizado a la limón con su hijo Juan Miguel Bueno Montilla (Julio Romero de Torres en Porcuna, magnífica obra con ilustraciones a color publicada en 2017).
Casi con toda seguridad estamos ante un retrato del niño José Gallo Martínez (Pepito Gallo), nacido en Torredonjimeno (Jaén) el 14 de noviembre del año 1900. Primogénito del matrimonio compuesto por el propietario e industrial de Porcuna José Julián Gallo García de Linares y de Elisa Martínez Begué, de aquella naturaleza (el típico parto al abrigo de la familia materna). Tuvieron su residencia en la calle Bonmanses, Marques de Acapulco (Restauración), Capitán Gallo (II República) y Calvo Sotelo (franquismo).Desde hace una década aproximadamente “Donantes de Sangre”.
Desaparecida casona de la familia Gallo (Fot. Juan Ruiz Bellido)
En esta casa, al abrigo de la hospitalidad que le brindara la familia Gallo se alojó el pintor cordobés entre los años 1903 y 1905, empleado en periodos discontinuos en la decoración pictórica del nuevo templo parroquial.
Dos muestras gráficas de Pepito Gallo. La primera de niño junto a su tío Francisco Gallo (Paquito El Mudo) que sostiene en sus brazos a una de sus hermanas. En la segunda se nos muestra uniformado y debe reflejar su paso por el internado de la Academia Politécnica Cordobesa especializada en el preparatorio para el ingreso en la carrera militar.
Tras un par de intentos fallidos (1915 y 1916) consigue superar las pruebas de ingreso a la Academia de Infantería de Toledo (el 28 de octubre de 1917 prestó juramento de fidelidad a la Bandera), convirtiéndose por promoción en Alférez el 8 de julio de 1920.
A renglón seguido un primer destino en el Regimiento de Infantería Gerona n.º 22 (Teruel). No llegó a cumplir ni a un año en la plaza, ya que como consecuencia de las necesidades de la guerra tras el Desastre de Annual (22 de julio de 1921) le aguardaba una nueva y mas peligrosoa adcrispción. Ocho días después, el Alférez José Gallo por R.O es derivado al Regimiento de Infantería Borbón nº 17, al que se incorporó el 8 de Agosto en la plaza de Málaga, quedando de guarnición en ésta hasta el 3 de septiembre, en que a bordo del vapor “Marqués del Campo” se le traslada a Melilla, incorporándose inmediatamente al Batallón Expedicionario del Cuerpo en la mencionada plaza.Su misión proteger los envíos destinados al abastecimiento de diferentes enclaves o blocaos permanentemente acosados por harcas hostiles de rifeños.
Una aproximación biográfica al Alférez José Gallo Martínez ya la abordamos en este mismo espacio. Ha sido ahora con el afloramiento de su retrato de niño y con nuevas fuentes e informaciones allegadas por amigos y conocidos cuando nos hemos puesto manos a la obra para complementar aquella.
Desde el Desastre de Annual se va a despertar un sentimiento generalizado de solidaridad y apoyo para con aquellos soldados de familias humildes, que a la postre, pese a la modificación de la ley de reclutamiento, no tenían la posibilidad de eludir el Servicio Militar en destinos peligrosos como Marruecos. Son numerosas las funciones pro-soldados que se extienden a lo largo y ancho del territorio nacional.De Porcuna disponemos de una muestra gráfica, de escasa calidad, publicada en la Revista Gráfica La Unión Ilustrada de Málaga (21 de septiembre de 1921), sobre una de estas funciones recaudatorias organizada por “los jovenes de la buena sociedad”:
El paso del Alférez Gallo por la guarnición de Melilla fue efímero, apenas unos días desde su llegada (3 de septiembre) a la fecha de su fallecimiento (29 de septiembre de 1921). Un bautizo de fuego en los combates librados con los rifeños por dos columnas (convoy a Tizza) que pretendían librar del asedio y aprovisionar esa posición defensiva: «En medio de un poblado situado en lo alto de una loma, se escogieron para esta posición dos de las casas más espaciosas, que, fortificadas con sacos, alambradas y parapetos, ofrecen un conjunto sólido que puede sostener fuerte resistencia. Ahora bien, tiene la posición de un grave inconveniente. El poblado en que se asienta ofrece al enemigo una serie de reductos donde puede atrincherarse, y desde los cuales hostiliza constantemente a la posición».
El convoy a Tizza de ese día 29 estaba compuesto por dos columnas que debían de confluir sobre la posición. En la primera y más fuerte, al mando directo del General Tuero, es donde estaba integrado el Regimiento de Infantería Borbón n.º 17 de nuestro protagonista.
Los expedicionarios encontraron mas resistencia de la prevista, que prcticamente no les dejaba avanzar, hasta que el Comandante General Cavalcanti que seguía las operaciones desde la retaguardia, en un arrebato guerrero se puso al frente y consiguió meter el convoy y provisiones, asi como la renovación de la guarnición víctima del sitio, pero a costa de un numero considerable de bajas.
Para quienes pudieran estar interesados en mas detalles sobre como se llevo a cabo este convoy a Tizza y la situación tensa que se vivía en el protectorado tras el Desastre de Annual les recomiendo el trabajo de José Antonio Maradona Adiego: El convoy a Tizza. Revista de Historia Militar n.º 133 (2023), pp 75-126.
Las únicas noticias, mas o menos detalladas, sobre la muerte del Alférez Gallo nos las proporciona el corresponsal en Porcuna del Diario La Voz de Córdoba, en la crónica que remitió a su periódico publicada con con fecha de 8 de octubre de 1921:
“Ha causado profundo sentimiento la noticia de haber muerto gloriosamente en la acción del día 29 en los campos de Melilla, el joven oficial, hijo de esta ciudad, don José Gallo Martínez. Aún no contaba 21 años cuando la muerte le sorprende cortando para siempre la ilusión de una brillante carrera militar.
De familia de militares, demostró en el poco tiempo que ha estado en el ejército, poco más de un año, que tenía dotes para ello, de inteligencia en la Academia y de valor en los combates en los que se ha batido desde que pisó África.
Ha muerto demostrando ser un héroe, pues a pesar de estar herido y recibir dos rozaduras más de balas, y ordenándole su capitán que se retirase por estar desangrándose, no quiso hacerlo y continuo al frente de su sección hasta que otra bala traidora le hirió en el pecho encima del corazón, arrebatándole la vida.
Si algún lenitivo puede proporcionar a su angustiada familia, el unánime sentimiento de dolor de todo un pueblo, sin distinción de clases, ya le ha demostrado el aprecio y simpatía que por tan valiente oficial aquí se sentía. Descanse en Paz”.
A partir de aquí es donde entra en juego la inestimable colaboración aportación documental del amigo José Marqués López, que ademas de clarificarme el desarrollo y lo acontecido en aquel convoy expedicionario a Tizza, pone en marcha su agudeza para la investigación histórica, que nos conduce al hallazgo de la tumba individual donde reposan los restos del Alférez José Gallo Martínez y otra colectiva que da cobijo a los soldados de su regimiento que perdieron la vida ese mismo día o los siguientes en el Hospital Militar. Para ello ha dispuesto y puesto a mi disposición una base de datos confeccionada en su día por la historiadora melillense Isabel Migallón.
Patio de Héroes, fila 3 nº 23
La cifra de fallecidos en Tizza fue considerable, pero nos vamos a limitar a relacionar las sufridas por el Batallón Expedicionario del Regimiento Borbón n.º 17 en el que se hallaba encuadrado nuestro alférez.Tomamos como fuente alguna que otra referencia publicada en la prensa periódica cotejada con la exhaustiva base de datos antes mencionada.
Con graduación inferior al alférez unicamente consta la baja del sargento Miguel Calderón Vergara, natural de Esparragosa de Lares (Bazajóz), casado y con residencia en Malaga.
Los restos mortales de la mayoría de las víctimas de la clase de tropa, soldados de 1ª y de 2º, descansan en la Fosa n.º 4 del citado Patio de Héroes:
Los malagueños Antonio Luque Ortigosa (Alfarnate), Juan Gámez Ruíz (Almárchar), Luis Pérez Manzanares (capital), Juan Pérez Pérez (Almárchar); los cordobeses Manuel Palomeque Toro (Cabra), Rafael Austria Carmona, Eustaquio González Serrano (Dos Torres), Valeriano Molina Gonzalez (Almedinilla); los asturianos Juan Cienfuegos García (Oviedo), Andrés Corsino Piñeira Solares (Cabueñes); Fermín Haro López de Ciudad Real y algunos más que no hemos sido capaces de desentrañar su naturaleza.
HONORES Y RECONOCIMIENTOS AL ALFÉREZ MUERTO EN COMBATE.
Las primeras iniciativas parten de sus propios paisanos. Por considerarlo justo el Ayuntamiento de su ciudad y a propuesta del entonces concejal Benito de Torres Casado, le fue dedicada la antigua calle de Los Remedios, con fecha 15 de abril del año 1922, que aún se conserva.Las actas capitulares recogen, así mismo, el agradecimiento de su padre al Ayuntamiento, por la placa conmemorativa instalada al efecto (sesión 31 de enero de 1923).
La foto de la placa del callejero local procede de la página deporcuna.com. Su estado actual parece que deja algo que desear en cuando a su estética:
Muy posiblemente la placa se colocara a la par que el pintor cordobés Julio Romero de Torres visitara Porcuna para trasmitirle personalmente sus condolencias a aquella familia, que le acogiera a principios de siglo cuando ejecutara sus pinturas murales para el nuevo tiempo parroquial, que aprovechara para pintar el retrato al oleo del niño Pepito Gallo a los tres años de edad.Probablemente fuera durante esta visita, marcada por el luto, en la que el pintor entregara a José Julián Gallo el retrato realizado en homenaje a su hijo (tomado de una fotografía), y, afectada ya su vida y obra pictórica de cierto simbolismo y sentido trágico, recibiera o arrebatara de su perrera un galgo joven de intenso y brillante color negro, bautizado como Pacheco, que terminaría convirtiéndose en su leal compañero, amen de modelo en algunos de sus más bellos cuadros.
Después vendrían las condecoraciones, siéndole concedida, a título póstumo, la Cruz de Primera Clase del Mérito Militar, con distintivo rojo, ya durante el Directorio del General Primo de Rivera.
Incluso éstas se extienden a su propio padre Julián Gallo, al que se le otorga la Medalla de Sufrimientos por la Patria. Su esposa, tras la prematura muerte de su hijo José, a lo que habría que añadir el desasosiego generado por el destino africano de su segundo hijo varón, cayó enferma y fallecía en el año de 1925.
A modo de epílogo.
Aprovechando el 150 aniversario del nacimiento de Julio Romero de Torres, abogamos y desearíamos que el resto de su producción pictórica realizada para sus amigos de Porcuna, viera la luz poco a poco, con independencia de que permanezca en colecciones particulares y hasta contemplamos la posibilidad de que pudieran salir cualquier día a subasta. Don Manuel Bueno Carpio y su hijo Juan Miguel, gracias a la generosidad de la familia ya divulgaron sendos retratos de Carlota y Pillar Gallo Martínez, pintados en Córdoba en 1918, durante un periodo vacacional, cuando Julio ejercía de profesor de la Academia de San Fernando en la capital de España. Ese cuadro del Alférez Gallo, tomado de una fotografía, según Manuel Heredia Espinosa cuando escribió su Historia de Porcuna, se hallaba en manos de Sebastián Gallo Martínez (ex alférez de navío de la flota republicana separado del servicio en 1939, aunque la represión no se cebó demasiado sobre él) con residencia en la capital de España. Es lógico que María Victoria Laguna de Rins, que vivió unos años en Porcuna tras el ajusticiamiento de su esposo, el Mayor de Infantería del EPR Miguel Gallo Martínez en el reformatorio de Alicante, se quedara con alguna que otra de esas producciones. Y sin pecar de suspicacia (tal vez me equivoque) creo que ese niño de tres años con el que encabezábamos la entrada puede proceder de ese legado familiar.