Tenemos noticias de que en el año 1845, siendo alcalde el antiguo comandante del cuerpo de Voluntarios Realistas de la villa de Porcuna, don Cristino Aguilera, fueron emprendidas obras por el municipio con el objeto de construir un “Paseo Nuevo”. Trasciende porque durante las mismas afloraron restos arqueológicos, pudiéndose desarrollar a posteriori una “excavación sistemática” una vez recabada la pertinente ayuda y permisos por parte de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos.
Aunque en la información, tomada de la prensa histórica, no se especifica ubicación exacta, debe de tratarse del Paseo de Jesús, que ya debía de estar provisto de arbolado, al que se irían incorporando nuevas plantaciones hasta convertirlo en uno de los lugares de recreo más atractivos para aquellos villanos de Porcuna de la segunda mitad del siglo XIX.
El único testimonio gráfico del que disponemos sobre ese primitivo paseo nos lo proporciona la famosa xilografía del Torreón de Boabdil, publicada en la revista La Ilustración Española y Americana en el año 1884, sacada a su vez de una fotografía original tomada desde el extremo S. del mismo. Podemos reconocer en ella lo que sería su entrada N. en la que se constata la existencia de arbolado joven y la instalación de varios bancos de piedra delimitando los espacios. Algunas previsiones de cosecha y comentarios de toda índole debieron surgir de estas bancadas populares convertidas en auténticos noticieros locales de obligada concurrencia para los vecinos.
M. Heredia Espinosa en su Historia de Porcuna le dedica un pequeño capítulo a la historia del Paseo de Jesús del que nos vamos a servir para contextualizar una serie de detalles extraídos de la fotografía que mostramos a continuación.
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Paseo Jesús (1914-1915) - Porfolio fotográfico de Andalucía |
En 1894, siendo alcalde el liberal Don Luis Aguilera y Coca, se procede al derribo de los muros y traslado del antiguo cementerio ubicado junto a la Iglesia de Jesús. Con esta medida el paseo ganaría considerablemente en extensión, salubridad y tranquilidad para los paseantes/as afectados/as por la necrofobia.
En 1899, bajo el mandato del conservador Ricardo Dacosta Ortega, se trazaron nuevas calles y se instalaron nuevos bancos de piedra.
En 1901, coincidiendo con la llegada de la electricidad, en sustitución de los primitivos faroles de petróleo se colocaron en el Paseo y en la Plaza Mayor candelabros de fundición sobre pedestales de piedra de Porcuna, labrados por el cantero local Luis del Castillo Navas (Niño Luis).
Farola con espadaña de la ermita al fondo
En estas otras instantáneas, de fecha aproximada o ligeramente posterior, se puede apreciar la disposición de esas farolas distribuidas a lo largo de su calzada principal de piso terrizo, así como los bancos que delimitaban ese espacio rectangular.
En 1909 se empezaron a instalar quioscos de quita y pon, confeccionados con maderas blanqueadas, que suministraban al vecindario de refrescos y bebidas espirituosas durante la temporada de primavera-verano. Heredia Espinosa recoge hasta los nombres de las personas encargadas de su explotación: Benito Casado García, Manuel Peláez Ramírez y Francisco Molina Santiago.
Más concurrido parece este segundo. Un grupo de personas, acomodadas en sillas de enea, departen en torno a una pequeña mesa de velador protegidos por una frondosa sombra. A la izquierda se puede apreciar la participación de la pareja de la guardia civil delatada por el característico brillo de sus tricornios.
Otro detalle, nos permite también conocer la fisonomía original de un primitivo andamio de los músicos, ubicado en el mismo lugar en el que estuvo hasta su definitiva demolición a finales de la década de los sesenta. Su altura y aspecto no se corresponde con el que muchos hemos conocido. Parece ligeramente más bajo. Posiblemente se viera sometido a nuevas reformas a lo largo de los tiempos.
Ese señor que aparece a la derecha, tocado de manera “garrampona” con un sobrero y su marrillo de apoyo, porta a la altura de la barriga, como en bandolera, una navajilla que no se parece en nada a las de pelar las castañas.
Otra de las funcionalidades históricas del paseo ha sido la de espacio público de juego y esparcimiento para la chiquillería. Los niños más granados que aparecen en esta instantánea, cuya diferente extracción social la delata el vestuario, parecen haber dejado aparcada una partida del tradicional y arcaico juego de "La Pita" a requerimiento del fotógrafo. Obsérvese en primer plano, marro y pita tendidos sobre el terrado.
Dejando ya de lado esta fotografía, de excepcional resolución, de la que hemos ido extrayendo todos estos detalles, mencionar, que según Heredia Espinosa, los quioscos de madera serían reemplazados con el tiempo por otros de mampostería de mejor gusto estético (no concreta fecha) y que en 1922, siendo Alcalde Don José Santiago Quero, se plantaron pinos, acacias y pimenteros traídos ex profeso desde Granada.
En torno a 1927, en plena Dictadura de Primo de Rivera, el Coronel retirado Adolfo Barrachina Mancheño, a la sazón alcalde, emprende nuevas reformas en el Paseo de Jesús. Se acondiciona una glorieta en la parte anterior del ejido de San Sebastián (posterior Redonda) donde se instala una pequeña fuente con cuatro ranas que hacían las veces de surtidores (“Glorieta de las Ranas”) y una Biblioteca Pública al aire libre junto a los que terminarían siendo nominados y conocidos con el tiempo como “Pinos Bonitos”, decorados con unos artísticos y artesanos azulejos alusivos al Quijote similares a los existentes en el sevillano Parque de María Luisa. No dispongo de material gráfico para ilustrar estas transformaciones. Nota aclaratoria: en Porcuna un pino es un banco para sentarse.
Dejando ya de lado esta fotografía, de excepcional resolución, de la que hemos ido extrayendo todos estos detalles, mencionar, que según Heredia Espinosa, los quioscos de madera serían reemplazados con el tiempo por otros de mampostería de mejor gusto estético (no concreta fecha) y que en 1922, siendo Alcalde Don José Santiago Quero, se plantaron pinos, acacias y pimenteros traídos ex profeso desde Granada.
En torno a 1927, en plena Dictadura de Primo de Rivera, el Coronel retirado Adolfo Barrachina Mancheño, a la sazón alcalde, emprende nuevas reformas en el Paseo de Jesús. Se acondiciona una glorieta en la parte anterior del ejido de San Sebastián (posterior Redonda) donde se instala una pequeña fuente con cuatro ranas que hacían las veces de surtidores (“Glorieta de las Ranas”) y una Biblioteca Pública al aire libre junto a los que terminarían siendo nominados y conocidos con el tiempo como “Pinos Bonitos”, decorados con unos artísticos y artesanos azulejos alusivos al Quijote similares a los existentes en el sevillano Parque de María Luisa. No dispongo de material gráfico para ilustrar estas transformaciones. Nota aclaratoria: en Porcuna un pino es un banco para sentarse.
En ausencia de ellas echo mano de esta otra fotografía correspondiente con ese mismo periodo. Se trata de una nueva vista de la Torre Nueva tomada desde el Paseo. Parece proceder de prensa gráfica o alguna publicación local de la época. Colgada y compartida generosamente por la paisana y amiga Manoli Moreno en el muro de Porcunenses por el Mundo, donde últimamente se están mostrando algunos tesoros fotográficos relacionados con la antigua y desaparecida fisonomía urbana de nuestra localidad.
De los años de la II Republica no dispongo de noticias sobre la realización de obras o transformaciones de envergadura en el mismo. Creo que ni tan siquiera se vio afectado en su denominación original con los típicos cambios operados en el nomenclátor y callejero al inicio del periodo.
Esta última fotografía procedente del AGA (Archivo General de la Administración), de la que no conocemos su fecha exacta, creo que pudiera corresponderse con esos años anteriores al inicio de la Guerra Civil.
Se sigue apreciando la incorporación de arbolado. Como novedoso con respecto a las ya mostradas, el hecho de que nos permita apreciar el arranque del pronunciado terraplén del ejido, debajo del cual se distingue el pequeño grupo de viviendas humildes surgidas en torno al pozo del Horcón. Mis incursiones aventureras infantiles en estas casas, ya en su mayoría abandonadas, me permiten certificar la existencia de algunas con estructura de casa-cueva.
Con el caserío al fondo, a la derecha de una escondida torre de la iglesia parroquial se puede diferenciar el edificio y la torre-campanario del desaparecido convento de monjas dominicas del que apenas si nos ha llegado testimonio gráfico.
Un nuevo acopio de material fotográfico y documental nos permitirá en un futuro seguir ocupándonos de los aconteceres históricos en torno a este emblemático espacio urbano de la ciudad de Porcuna.