Entre los componentes de una reorganizada y
reglamentada Banda Municipal de Porcuna dirigida por el maestro Emilio Ruiz
Ramírez de Aguilera en el año 1904, cuya relación nos proporciona Manuel
Heredia Espinosa en su obligada obra de referencia, aparecen los nombres de
Leonardo y Otilio Arroyo Casado, con las categorías de músicos de segunda y de
tercera respectivamente, hermanos a su vez de aquel joven pianista llamado
Valeriano Arroyo que formó parte de la Orquesta Bellas Artes gestada en 1899.
Los trabajos previos de documentación para
elaborar aquella entrada nos han conducido hasta otro miembro de aquella
familia musical porcunense llamado Benito Arroyo Casado (suponemos que el
primogénito), que en fecha indeterminada abandona Porcuna con el firme
propósito de abrirse paso en el difícil arte de la música.
Sobre
su formación musical todo son incógnitas, aunque lo más probable es que la
obtuviese en el seno de aquellas agrupaciones musicales locales de finales del
XIX y principios del XX, cuyos directores actuaban a la vez como profesores de
música. Cabe también la posibilidad de que la pudiese
haber adquirido o perfeccionado en alguna banda militar durante su estancia en
el servicio militar, cuya oportunidad era aprovechada con relativa frecuencia por
los aficionados a la música en aquellos tiempos.
Las primeras noticias de las que disponemos sobre su trayectoria profesional lo sitúan en la ciudad de Segovia entre los
años 1905 y 1906, con una edad que giraría en torno a los 22-25 años.
La casualidad de que durante este periodo
estuviese un porcunense al frente del
gobierno militar de aquella plaza, el general del arma de artillería don Diego Ollero y Carmona, nos induce a pensar en un posible patrocinio por paisanaje a la hora
de introducirle en el mundillo social y cultural de esta pequeña ciudad
castellana en la que militares y religiosos sobresalían notablemente en la
composición de su estructura socio-profesional. La Academia de Artillería
ejercía como gran centro dinamizador de la vida económica y cultural de la misma, que a principios de siglo apenas si sobrepasaba los 15.000 habitantes.
Sería en un local de esparcimiento, el mítico Café
de San Francisco, ubicado en la calle del mismo nombre, donde tenía su sede el
referido centro de formación militar, y entre cuyos clientes habituales debían
ser mayoría militares y alumnos de la academia, donde se le ofrece la
oportunidad de trabajar y poner en práctica una ya consolidada experiencia
musical.
Alterna conciertos de piano en
solitario con el acompañamiento musical que brinda a bellas y simpáticas
señoritas que sobre un pequeño escenario amenizan con sus cantes y bailes las
tardes noches de ocio de su selecta clientela.
Artistas del género lírico ligero, que
destacaban en su doble faceta de cupletistas y bailarinas, caso de Sofía Cabañero,
Paz Coello, Balbina García o la Bella Brillante, aparecen en los programas
ofrecidos por el empresario de este exitoso café cantante al lado del "reputado,
aplaudido, genial pianista y profesor Benito Arroyo", como ya le distinguen las
crónicas insertadas en el diario El porvenir segoviano, que nos va permitir
reconstruir su trayectoria profesional durante los años en que residió en la
capital segoviana.
“Sofía Cabañero destaca
por su voz de sugestivo timbre y perfecta afinación, condiciones que sabe
aprovechar con maestría en los picarescos e intencionados cuplés de su
inagotable repertorio, derrochando gracia, donaire y sal, en su no menos vasto
repertorio de bailes nacionales. Pianista y cupletista disponen de los
suficientes recursos para dar variedad a los programas y que las veladas
resulten agradabilísimas, siendo premiados sus empeños por complacer al público
con los muchos aplausos que todas las noches cosechan. Para que nada falte,
hasta el piano forma excepción entre los de su clase, no está desafinado”.
Entre los programas ejecutados se anuncia con frecuencia
como preludio una composición del Maestro Arroyo titulada Punta Brava (Fantasía
Militar), suponemos que utilizada para complacer a su clientela mayoritaria y predisponerla a la marcialidad necesaria para desenvolverse con soltura en este
tipo de locales.
Su buen hacer profesional le fue abriendo puertas y su comparecencia pronto se convierte en
necesaria e imprescindible en cuantas iniciativas y actividades relacionadas
con la música se desarrollan en la ciudad.
Participa en la reorganización y revitalización
del Orfeón Segoviano, concediéndosele la dirección del mismo. Ya para los carnavales de 1906, con el fin de
allegar fondos para la nueva masa coral, se organiza en su seno una
estudiantina que hace las delicias del público con “un precioso pasacalle”,
compuesto por el propio Maestro Arroyo.
Su concurso musical será también asiduo en cuanta fiesta, buffet, baile o concierto organizan aquellas sociedades y círculos de recreo de corte más aristocrático, como el Casino Militar o Circulo de la Unión:
Su polivalencia le permite participar también en las
tradicionales celebraciones de Semana Santa:
“Una escogida música de capilla, bajo la
inteligente dirección de don Benito Arroyo, interpretó muy bien el himno Stábat
Mater" dentro de los cultos solemnes celebrados en la Iglesia de El Salvador, que el
gremio de los sastres de Segovia dedica anualmente a la Virgen María al pie de la Cruz.
Prueba
del cada día mayor engarce del músico porcunense con la sociedad segoviana
es la edición comercial de unas composiciones de vals boston (una forma más
serena y pausada de interpretar el vals) y mazurcas para piano, cuya partitura
principal está dedicada a Victoria Eugenia de Battemberg, a punto de contraer
matrimonio con el joven monarca Alfonso XIII.
Fue también el responsable de poner música a un
libreto de zarzuela titulado “La Chispa” del que era autor un enigmático y
polifacético escritor segoviano llamado Heraclio Serrano Viteri. La obra pudo
ser estrenada en el Teatro Miñón de Segovia el 20 de enero de 1906, aprovechando
un largo ciclo de actuaciones de la compañía de zarzuela y opereta dirigida por
el primer actor Cesar Muro, que accedería a su representación más por complacer
la demanda localista que por la propia calidad de la obra, que desconocemos. Los
gacetilleros locales después del estreno parecen ignorarla.
Su trabajo
al frente de la masa coral, que pronto sería rebautizada como Orfeón Segoviano
Juan Bravo, parece dar sus frutos. Al maestro Arroyo le corresponde la
iniciativa de solicitar su participación en los festejos musicales que con
motivo del enlace regio organizaría el Ayuntamiento de Madrid:
10 de mayo de 1906
El éxito alcanzado por el orfeón en aquellos fastos salta tanto a las cabeceras provinciales como nacionales:
ABC de 5 de junio de 1906 |
Cuando a finales de junio de 1906 el orfeón Juan
Bravo es recibido por la pareja real y su séquito, ya repuestos del susto del día del enlace, en los salones del
Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, Benito Arroyo ya no aparece al
frente de la misma. Como encargado de recibir las felicitaciones regias figura
don Luis Casares, sacerdote beneficiado y organista de la Santa Iglesia
Catedral, cuya relación con el orfeón era la de simple director honorario.
Creemos que ese acto de suplantación, con el que el
verdadero artífice de los meteóricos progresos de aquella coral quedaba relegado
a un segundo plano, no debió ser encajado con agrado por el maestro Benito Arroyo,
que no tarda en desaparecer de aquella ciudad cuando apenas si se cumple un año
de su llegada. Los prebostes locales no debieron considerar acorde con el
protocolo regio que se presentase al frente de aquel orfeón, orgullo de la
ciudad, un pianista de café cantante.
Como las fuentes nos han permitido desarrollar con
exhaustividad los arranques artísticos de este desconocido y olvidado personaje
local, posponemos el paseo por el resto de su intensa carrera artística para
una próxima entrega, no sin antes aportar algunos datos que pudieran ayudarnos a contactar
con familiares o aficionados a la música con los que rellenar algunas
lagunas sobre esta familia de músicos porcunenses.
La fotografía
de la cabecera es de época pero suplantada.
En pro de
las causas imposibles diremos que Benito Arroyo falleció joven en Porcuna en la
década de los veinte. Residió en la calle Juan de Mata Dacosta nº 6 (Carrera) y
dejó dos hijas menores de edad llamadas Carmen y Juana Arroyo Rodríguez.
De su hermano Otilio Arroyo Casado, que también hizo sus pinitos como compositor como
podremos descubrir más adelante, con el tiempo se haría ferroviario. Gracias al
increíble esfuerzo desplegado por Todos los Nombres de Porcuna por recuperar la memoria de los represaliados del franquismo, conocemos que
fue fusilado en el mes de enero de 1937 junto a un hijo de 17 años de edad (Manuel Arroyo Parras) ante las tapias del cementerio de San Rafael de Córdoba,
coincidiendo con las fechas en que la mayoría de los porcunenses hechos presos durante
la caída de Porcuna y recluidos en la improvisada prisión del Alcázar Viejo
cordobés sufrían similar suerte. Aunque su destino profesional lo tenía en
Belmez (Córdoba) es posible que se encontrase y fuese capturado en su pueblo
natal.
La referencia
más cercana temporalmente se corresponde con el también maestro Leonardo Arroyo
que según Heredia Espinosa dirigió la Banda Municipal de Porcuna a finales de
la década de los cuarenta, entre la fecha en que la dirigiera Antonio Pastilla
Criado y el repuesto maestro de la banda de música del periodo republicano
Benito Cabeza.
Agradecería información al respecto bien en comentarios o en el correo que aperece junto al perfil del autor de este lío.
Ver aproximación biográfíca completa pinchando sobre las sucesivas entregas:
2ª entrega 3ª entrega 4ª entrega (FINAL)
Ver aproximación biográfíca completa pinchando sobre las sucesivas entregas:
2ª entrega 3ª entrega 4ª entrega (FINAL)
Buenas noches
ResponderEliminarCual es la sorpresa que tomando la merienda recuerdo las historias sobre mi bisabuelo..me da por buscar en Google y aparece su magnífico artículo! Me he llevado una grata sorpresa y no puedo estar más agradecido de que haya buscado información sobre mi antepasado. No lo conocí, pero si tengo información de su hija, mi abuela, Carmen Arroyo Rodriguez. Puedo completar su investigación con mis recuerdos..por desgracia ya no están con nosotros pero me encantaría agrandar el nombre de Don Benito Arroyo, que como mi abuela decía era un magnífico Profesor de música y Tenedor de libros...si te apetece, estamos en contacto, un abrazo!
Pepe