Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

10 marzo 2011

"Teatralerías castreñas de principios del siglo XX" II




   La temporada estival de teatro en Castro del Río durante el año de 1902, estuvo marcada por una fuerte competencia entre las dos empresas locales, con la consiguiente proliferación en el número de espectáculos programados (ver Teatralerías I).
  
   La de 1903 se caracterizará, por todo lo contrario, su escasez.
 
   El empresario del teatro del Castillo, tras hacer balance económico, reconsideraría su actitud, convirtiendo su local de verano en un rentable coso taurino, en el que se programan y  celebran numerosos espectáculos durante aquel verano.



   José Blanco y Arcas (Vista Hermosa), tras el desprestigio ganado u ocasionado entre los aristocráticos aficionados y abonados al teatro, opta por el arrendamiento. Sería un profesional de la escena, el barítono Leopoldo Suárez, el responsable de su explotación directa a través de una compañía cómico-lírica que él mismo dirige.
   Como de alguna manera la garantía de cobro del alquiler estaría condicionada a la acogida que se le tributara a la nueva empresa, el señor Blanco y Arcas recurre a una pluma amiga con el propósito de limpiar su deteriorada imagen ante su potencial clientela del año en curso. Se trata de S. Rodríguez Navajas, corresponsal del independiente Diario de Córdoba que le dedica unas elogiosas letras a su instalación:

   “En el año último tuvo la idea el señor Blanco de construir un teatro de verano, no omitiendo para llevar a cabo su empresa gastos de ningún género, y al efecto adquirió un local hermoso que reúne las mejores condiciones para la estación estival en la que nos encontramos. Su situación topográfica permite que se disfrute en él de una temperatura primaveral, además de unas vistas encantadoras en las que se descubre la hermosa vega del Guadajoz en una extensión de más de dos leguas.
    El señor Blanco, como hombre de grandes iniciativas, es digno de aplauso y de que este culto vecindario siga como hasta hoy, brindándole protección y apoyo, ya que él espontáneamente tantos sacrificios se ha impuesto en beneficio de sus convecinos”.

Desaparecida noria en la ribera del Guadajoz


   El capotazo periodístico debió surgir durante alguna de las habituales visitas del cronista a la repostería y refrescante terraza de verano del Vista Hermosa:

   ¿Han pasado ustedes, queridos lectores, alguna noche de la presente estación, con mosquitos en la alcoba?
   ¿Qué no?
   Pues si no la han pasado no saben lo que es bueno.
   Anoche creí que perdía la razón. Me acosté y comenzó la función con un solo de cornetín que me impidió cerrar los ojos.
   Después de aquel solo que parecía interminable, y como toque de llamada, acudieron más de quinientos mosquitos los cuales me acribillaron con sus terribles picotazos.
Intenté taparme la cabeza con la sábana, pero ¡na!
   Nunca lo hubiera hecho pues varios músicos se quedaron dentro y no me dejaron tranquilo ni un segundo.
   Total que a eso de las dos de la madrugada tuve que levantarme de la cama y dándome bofetones en todas partes, me vestí como pude y me lancé a la calle, renegando del verano y de los mosquitos.
   Y eso que las pulgas brillaron por su ausencia.
   Una vez en ella (la calle) páreme un tanto, con el objeto de calcular donde daría con mi humanidad a aquellas horas, y acordándome del teatro Vista Hermosa, a él me dirigí con mesurado paso, por ser el sitio más a propósito en ésta para tomar el fresco, y al mismo tiempo adquirir algunas noticias de la localidad dignas de mencionarse en el diario.
   Con efecto: allí me enteré por el dueño de dicho teatro, don José Blanco, al mismo tiempo que nos fumábamos un cigarrillo, que hoy ha llegado a ésta la compañía que dirigen el reputado barítono don Leopoldo Suárez y el no menos popular maestro don Francisco Lozano, la cual debutará el sábado próximo con las notables zarzuelas “El puñao de rosas” y “Los granujas” ambas estreno en esta localidad”.

   La antigua animadversión del cronista de El Defensor de Córdoba, José María Jiménez Carrillo, desaparece como por arte de magia, mostrándose bastante más benevolente:

Defensor de Córdoba 17 de julio de 1903


Defensor de Córdoba 29 de julio de 1903

   El señor Rodríguez Navajas, recién estrenado en las tareas de corresponsal también se ocuparía del debut:

Diario de Córdoba 20 de julio de 1903



   El cambio de actitud de Jiménez Carrillo lo presuponemos relacionado con el anuncio del estreno de la zarzuela “Bohemia Estudiantil”, de cuyo libreto es autor su primo hermano don José Jiménez Rodríguez, musicada por el joven y autodidacta compositor también local don Francisco Algaba Luque:
   “De estrenarse, no había que dudar de que obtendría grandes aplausos, puesto que se conocen las buenas cualidades, tanto del escritor como del músico, y francamente sería una lastima que se desaprovechara la ocasión ahora que tenemos una compañía tan excelente como la que dirige el señor Suárez”.

   Entre el coro, compuesto por 18 coristas de ambos sexos, sobresalía ya una jovencita de apenas 14 años, Cándida Suárez,  hija mayor del barítono y novel empresario Leopoldo Suárez, de cuya educación musical se habían ocupado concienzudamente sus padres desde pequeña, y que por necesidades del oficio realizaba su rodaje aquella temporada junto a su progenitor.
   En un par de años más terminaría consagrándose como una excelente tiple del género chico y de la opereta vienesa muy en boga durante la época. 


   
   Estuvo a punto de abandonar tempranamente su carrera para casarse con el torero Rafael Gómez Gallito, para posteriormente hacerlo con un acaudalado hombre de negocios que la retiró de la escena cuando se encontraba en su pleno apogeo, para, tras enviudar, volver con renovadas fuerzas.




   En una entrevista que concede a la revista gráfica Nuevo Mundo en 1923, a su regreso a los escenarios, al hacer balance de su trayectoria artística, nos informa sobre el desenlace final de aquella iniciativa empresarial de su padre en Castro del Rió durante aquel verano de 1903:

   “Siendo aún una niña, mi padre, con mil pesetas que tenía ahorradas, se hizo empresario en Castro del Río, y me llevó a mi de corista. Le dio al público por no ir al teatro, y fracasó la Empresa. Mi padre y yo tuvimos que salir de noche y a pie por la carretera huyendo de acreedores…Recuerdo que yo llevaba una bata larga de mi madre, y la cola no me dejaba andar por el camino enfangado. Al amanecer nos sentamos bajo un árbol, y mi padre me dijo: “Aquí Candidita esperaremos a la diligencia. Si en ella, como supongo, viene a por mí la guardia civil, tú te vas sola a Madrid. Toma estos cuarenta duros que he podido reservar, y arreglaos con ellos en casa hasta que yo vuelva…” Afortunadamente no vino la guardia civil, termina la artista riendo encantadoramente…



  Detrás de esta escasa respuesta del público castreño debería estar, sin duda, la Sociedad Obrera Luz del Porvenir, cuyos asociados a principios de verano sostuvieron una tenaz y prolongada huelga agrícola en demanda de mejoras salariales y condiciones de trabajo. La falta de jornales en los días previos al inicio de las representaciones pudo influir en el retraimiento en taquilla de las clases populares, aunque me inclino a pensar que éste obedecería mayormente a la proliferación de una nueva moral proletaria que rechaza abiertamente el teatro cómico-lírico por sus connotaciones burguesas. Mi tesis la sostiene el hecho de que ya en la temporada siguiente sería el género cómico-dramático el que prevalezca con importantes éxitos en taquilla de dramas de carácter social como Electra, Juan José o La Aurora, así como las apreciaciones que el notario e historiador Juan Díaz del Moral recoge en su Historia de las agitaciones campesinas andaluzas al referirse al carismático líder de esta sociedad obrera castreña de principios de siglo:

   "... ejercía sobre las muchedumbres obreras la misma sugestión que los grandes conquistadores sobre sus soldados. El empresario de teatro que tenía la fortuna de conquistar el favor de Justo Heller conseguía espléndidas ganancias. Cuando Justo recomendaba una función quedaba rápidamente agotado el papel de la taquilla"

  A los pocos días de la precipitada huida nocturna de Leopoldo Suárez con su hija, y mientras que el señor Blanca se hallaba de viaje en busca de una nueva compañía que le sustituyera, el teatro Vista Hermosa desaparecía pasto de las llamas de un devastador incendio:




  A pesar de que el cronista de El Defensor de Córdoba atribuye dicho incendio a la casualidad, el posible desamparo en que quedaran los integrantes de la compañía tras la huida nocturna de su director y la consiguiente reclamación de haberes que recaerían sobre el señor Blanco, nos induce a pensar, de que serían las compañías de seguros las encargadas de aportar la suficiente liquidez para subsanar la deuda o en un simple acto de represalia ante la ausencia de respuesta.
  Lo cierto es que las familias distinguidas de la localidad, por dicho avatar, se vieron privadas del estreno de aquella zarzuela de autores locales que tanta expectación había levantado.
  En temporadas siguientes, y hasta la definitiva construcción en 1916 del moderno Salón-Teatro Cervantes se recurriría a nuevos emplazamientos para la temporada de verano, tales como El Truco o el denominado Teatro El Dante, posiblemente ubicado en el antiguo Vista Hermosa, regentado ya por un nuevo empresario.
  De momento, aparco el mundo teatral para retomarlo en futuras entradas, no sin antes ocuparme y dedicarle una entrada al excelso poeta y corresponsal de El Defensor en la villa de Castro del Río, José María Jiménez Carrillo. Es más, si encontrara los apoyos suficientes, estaría dispuesto a publicar un pequeño libro, impreso en papel, bajo el título de: “Castro del Río durante la primera década del siglo XX, a través de las crónicas de José María Jiménez”, en el que lógicamente incluiría una selección de su obra poética.
  Mucho me temo de que “no son tiempos para la lírica”.

08 marzo 2011

“Teatralerias castreñas de principios del siglo XX” I




   Una vez más, recurro a José María Jiménez Carrillo, poeta y prolífico corresponsal del diario el Defensor de Córdoba en Castro del Río durante la primera década del siglo XX, para adentrarme en la vida y costumbres de los pobladores de esta villa cordobesa en los albores del pasado siglo. En esta ocasión, nos ocuparemos del teatro como espectáculo, vehículo transmisor de cultura y divertimiento.

  Durante la última década del siglo XIX, el único espacio escénico del que disponía Castro del Río para dar cabida a compañías teatrales u otros espectáculos era la Plaza de Armas del Castillo.  La temporada, solía iniciarse terminada la Feria de Santiago y, dependiendo del éxito de las representaciones y de la meteorología, podía prolongarse hasta la Feria Real. Este improvisado teatro era conocido entre el vulgo como “La Lechuza”, por aquello de la proliferación de esta rapaz nocturna en sus inmediaciones.



  En el verano de 1893, durante una representación de Don Juan Tenorio, ocurrió un incidente que pudo revestir graves consecuencias. El graderío de madera, que se habilitaba en la parte trasera para ganar en aforo, como consecuencia del peso excesivo que soportaba, se hundió, quedando unas 150 personas envueltas entre las maderas.    Hubo sustos, desmayos y pérdida de algunas prendas, pero afortunadamente solo resultó herido levemente un niño de corta edad y algunos adultos con contusiones.

  Para la temporada de 1902 un empresario foráneo,  José Blanco y Arcos, sin reparar en gastos, emprendió la construcción de un nuevo y coqueto teatro de verano en el solar donde hoy está enclavado el inservible Gran Cinema (antiguo Teatro Cervantes). Para hacerlo más acogedor y aireado,  le permitieron derribar un tramo del antiguo recinto amurallado que lo encerraba, sustituyéndolo por una artística verja de hierro, con la que consiguió unas maravillosas vistas hacia la hermosísima vega de huertas que riega el Guadajoz, a la vez que se perpetraba un inconsciente (ausencia de sensibilidad) atentado contra el patrimonio histórico artístico de la villa. De ahí que se le bautizara con el rimbombante y aristocrático nombre de “Teatro Vista Hermosa”.



   Por las especiales características del enclave, el nuevo empresario se las prometía muy felices, aunque el veterano regente del “Teatro la Lechuza” (Rafael María Rodríguez) no se resignará a sucumbir. La sana competencia permitirá a los cástrenos disfrutar durante aquella temporada de una doble oferta.
   En una primera tanda de representaciones, el Vista Hermosa apostaría por el género lírico, contratando a la compañía cómico lírica encabezada por Casimiro Ortas, con el tiempo consagrado actor en este género, y la simpática, eminente cantante y primera tiple, señorita Carmen Domingo. Exitosas fueron las representaciones de las zarzuelas La Viejecita, Enseñanza libre, La Diligencia, La Cazarina, La Manta zamorana o La Perla de Oriente. Especialmente destacada la actuación de la señorita Domingo en el papel de Pura en “La Enseñanza libre”, la cual tuvo que repetir, a requerimiento del respetable, hasta cuatro veces el tango del Morrongo. No menos acentuada la actuación de la bella señorita Pueyo, muy aplaudida en el tango del ratón.



   Carmen Domingo adquiriría cierta notoriedad en la provincia de Córdoba, tras contraer matrimonio, en el año de 1903, con el joven profesor e intelectual cordobés Antonio Jaén Morente.

   El empresario del Castillo, para no quedarse a la zaga, conseguiría hacerse con los servicios profesionales de la hermosa y versátil actriz Miss Geraldine Leopold  “La Geraldine: lo mismo hacia ejercicios de trapecio, disparaba con el rifle, interpretaba el papel de Doña Inés, del Tenorio de Zorrilla, que su famosa “danza de la serpiente” con la que causaba sensación entre los públicos.




   Fue famosa en su época por sus espectaculares muslos y por la majestad sabrosa de su carne, de ahí que, los profesionales castreños del gremio de carpintería debieron de afanarse en los días previos, en consolidar suficientemente el andamiaje de madera, para no privar a ningún varón, que se preciara de ello, de un espectáculo de tamaña naturaleza al que no debían de estar demasiado acostumbrados.
   Imposible recabar las apreciaciones de los espectadores al respecto, ya que el probo corresponsal José Mª Jiménez, con su pluma recatada y conservadora las omite. No así las referencias el presunto mal comportamiento de La Geraldine y a la escasa o nula rentabilidad para su amigo el empresario teatral, que ante el agravio la tilda de  titiritera:

   “Enterado de lo ocurrido, me parece demasiado poco llamarle titiritera, y si me parece muy conveniente decir desde las columnas de este periódico, que esa no es manera digna de proceder, como tampoco es esa la forma digna de portarse.
   Perdóneme la bella artista si canto las verdades muy claras, pero mi pluma, cuando ve un acto tan repugnante, no puede permanecer recostada sobre la boca de mi tintero, enmoheciéndose a causa de su pudor.
   Me voy a permitir darle un consejo a la bella artista, y es; que tenga cuidado de no volver a hacer lo que ha hecho, porque si ahora ha dado con un hombre de prudencia (de la cual ella abusó) mañana da con otro de otra clase, y se le pone las cartas boca arriba, como se dice vulgarmente.
   ¡¡Ojo, Miss Geraldine, ojo!!

  Menos considerado es Jiménez  en el trato para y hacia el empresario del Vista Hermosa. Ya durante la primera tanda de representaciones de la compañía de Casimiro Ortas, se queja de la ausencia de la tiple Encarnación Sixto “por haberla anunciado, sin quizá haber pensado traerla” dedicándole una cuarteta al señor Blanco:

Dices que al teatro asista;
que va a trabajar la Sixto,
y a la Sixto no la he visto…
¿Tendré yo mala la vista?

   En una crónica posterior vuelve a predisponer al público en contra del Sr. Blanco, habla de engaño hacia los abonados por cierta alteración en el orden de las zarzuelas representadas, repeticiones y caso omiso a ciertas promesas:

  “Tantos repetidos engaños, han hecho que casi toda la aristocracia se disguste porque no está bien esta tomadura de pelo tan fina. Puedo darle el consejo al señor Blanco y Arcos  de que cierre su teatro, pues me parece que pocos primos cojera para abonarlos”.

   Y le vuelve a dedicar otra graciosa cuarteta:

Porque una vez conociendo
quien es este empresario.
Será mejor que en casita
nos…recemos el rosario.

   Las clases aristocráticas a las que se refiere nuestro cronista, y entre las que se incluye él mismo, no es que tuvieran demasiados blasones, sino más bien, que podían costearse un abono completo para todas las funciones. Por otro lado, las clases medias y populares tendrían que conformarse con la asistencia puntual a alguna de las representaciones. Como los primeros no debían de cubrir al completo el aforo, el empresario, buscando la lógica rentabilidad, optaría por repetir alguna de las representaciones más exitosas. En concreto la Enseñanza Libre en la que Carmen Domingo deleitaba al público con el famoso tango del Morrongo, dándole opción así, para su contemplación, al resto de la ciudadanía. Si a ello unimos el hecho de que el empresario Blanca, era al parecer de la cáscara amarga y forastero, podremos entender esta lucha de clases llevada al terreno de las bambalinas.
   Jiménez, en ejercicio de sus recién estrenadas prerrogativas como cuarto poder, con sus reiteradas críticas, arrimaba de camino el ascua a la sardina de su amigo Rodríguez (también aristocrático, además de algo ingenuo, por haberse dejado enbaucar por La Geraldine). Observen el agravio comparativo:

   “El empresario del teatro del Castillo “La Lechuza” es Rafael Mª Rodríguez; y tengo que decirlo, no vayan a creer los forasteros que es otro Blanco, no; este no es blanco, sino moreno y con formalidad y agrado para todo aquel que frecuenta su teatro”.

   La competencia escénica será una constante durante el resto de la temporada. A La Geraldine en el Castillo le sucede la compañía cómico-dramática de Eustaquio Salado, muy del gusto de nuestro activo corresponsal:

   “Hay en ella actores tan buenos como el señor Salado, el cual vive sus papeles de una forma magistral y a quien el público colma de laureles y le tributa millones de aplausos”.

    Mientras, sus apreciaciones con respecto a su incomoda competencia siguen en su línea hostil: “El Vista Hermosa esta perdiendo dinero a causa de tener una compañía pésima” (que ni menciona). No omite, sin embargo, el mitin de carácter republicano que se celebra el día de la Virgen (15 de agosto) en su aireado y acogedor espacio mientras que la procesión de la Patrona recorría su carrera oficial.

    

  Con posterioridad al día de la Virgen, nueva programación en el Vista Hermosa, a cargo de la compañía juvenil que dirige Don Rafael Camacho y el maestro concertador don Lorenzo Luna, que como debut presentaran las zarzuelas El Santo de la Isidra, Los Borrachos y La Alegría de la huerta.
   En el Castillo prosigue con sus exitosas actuaciones el admirado y aplaudido Eustaquio Salado que anuncia varias representaciones de Don Juan Tenorio, seguidas del drama en tres actos “El lego de San Francisco” y de la comedia “La sota de bastos” con la que la empresa cierra definitivamente la temporada a principios de septiembre.
    

  La iniciativa empresarial del señor Blanco, pese a la insistente campaña orquestada en su contra por José María Jiménez desde las páginas del Defensor de Córdoba, albergó en su patio de butacas a varias de las más ilustradas y distinguidas familias de pueblos limítrofes como Baena, Cabra, Montilla, Espejo o Nueva Carteya, que le honraron con su presencia, atraídas por su programación, por las vistas y  la agradable y aireada brisa en las noches de aquel verano castreño de 1902.
   Esa buena acogida le permitiría prolongar la temporada hasta la Feria Real para la que se hace de los servicios de una nueva compañía cómico-dramática dirigida por el Señor Quilez, que pone en escena las zarzuelas Mascota, Campanote, Marina y El Grumete, entre otras, con llenos fenomenales en todas ellas. Durante la representación de Mascota tuvo lugar la anécdota incidente, ya referida cuando me ocupé de las ferias de principio de siglo,  de aquel carteyano, que tras un ataque de risa, tuvo que ser desalojado por la fuerza pública.
   Por fin, el corresponsal Jiménez pliega ante la evidencia, aunque sin terminar de bajarse de su particular burra hostil:

   “Merece plácemes el señor Blanco, empresario y propietario del teatro Vista Hermosa, por los esfuerzos inauditos que está haciendo por el engrandecimiento de lo que el llama Patria Chica, o sea, mi amado pueblo Castro del Río”.

   El desenlace final de esta rivalidad político-teatral en una próxima entrada bajo el título de “Teatralerias castreñas de principios del siglo XX” II

04 marzo 2011

Carnavales de antaño (Porcuna)

Los zapateros criticones- Cádiz 1933

   Antes de cambiar de registro, me ha parecido conveniente y oportuno ocuparme también de la historia de los carnavales en Porcuna.
   Para desarrollar un trabajo parecido al que he dedicado a los de Castro del Río, a estas alturas del siglo XXI  puede que sea ya demasiado tarde, por la inevitable desaparición de sus protagonistas directos.   
   Tal vez en la memoria de la siguiente generación pueda estar aún depositada alguna de aquellas coplas.
  Quiero recordar que en los libretos que empezaron a publicarse a partir de la década de los 80, cuando se retoma la celebración de los carnavales en Porcuna, se incluyeron algunas letras rescatadas de la tradición oral de aquellas coplas cantadas por las murgas locales anteriores a la guerra civil. Por dispersión no dispongo de ellas en este momento.
   Es posible que en la escuela municipal de adultos también se haya trabajado al respecto.
   Colgado en la red (deporcuna.com) aparece el trabajo desarrollado por Luis Emilio Vallejo con el título de Historia viva del Carnaval de Porcuna (2005), en el que se rescatan algunas letras.
   Dice su autor:
  
   Todos hemos crecido escuchando cantar a nuestros abuelos aquellas canciones de los años veinte y treinta, murmuradas a veces entre dientes, con rabia de lo perdido; aquellas celebraciones que durante cuarenta años fueron silenciadas y exterminadas por la voluntad de una libertad asesinada.

   Refiere una letra de una murga de toreros, que la cantaba el famoso y entrañable personaje local conocido como Arturé, a quien la chiquillería con una mezcla de inconsciencia y mala leche le entonábamos aquello de “Arturo se limpia el culo con un billete de veinte duros”, para irritarlo, cuando la pobre criatura apenas si tenía para comer.

Esta murga de toreros
aunque somos pequeñitos
tenemos más contratas
que Belmonte y Joselito.
En la primera contrata
estuvimos muy valientes
estuvimos toreando
a los hortelanos de la fuencaliente..."

   Arturé fue el primer ultrabenito del la historia del futbol local. Solía colocarse detrás de la portería del guardameta visitante a quien castigaba y sacaba de sus casillas con su continuo y repetitivo cántico: “Los de Porcuna son campeón, lo han demostrado con el balón, los de Lopera (u otros) son de papel, y en el portero, y en el portero, me cago en él”. Cuando se exacerbaba solía saltar al terreno de juego, por el que correteaba hasta ser reducido por la fuerza pública.

   Una segunda letra de las recopiladas por Luis Emilio:

…que si ustedes no la han visto,
lo pueden observar mañana.
La fuente con cuatro ranas
que parece la cama de un melón.

Rodeada de una zanja
una hermosa biblioteca
Don Quijote y Sancho Panza
que costó muchas pesetas.

Y los libros que pusieron
escogidos de los mejores
que era el cuento del aguelo
silabario y el libro flores

   Aparecen en ella citas que nos permiten encuadrarla y contextualizarla cronológicamente. En 1926 Alfonso XIII firmó un Real Decreto por el que se creaba oficialmente la Fiesta del Libro Español, que se celebraría en la fecha que por entonces se creía que había nacido Cervantes, el 7 de octubre. Aquel decreto obligaba a los ayuntamientos a conmemorar y celebrar tal día. Un recurso habitual fue el reparto de libros entre la población escolar. Don Adolfo Barrachina, alcalde de Porcuna durante la Dictadura de Primo de Rivera, aprovechando ciertas remodelaciones emprendidas en el paseo de Jesús (glorieta de las ranas), se le ocurrió instalar una biblioteca al aire libre en los denominados “pinos bonitos” decorados con unos artísticos y artesanos azulejos alusivos al Quijote. La letra de esta copla critica el especial desembolso que tuviera que hacer aquel ayuntamiento y la dudosa calidad de la selección bibliográfica destinada para el préstamo.

Glorieta de Cervantes - Parque de Mª Luisa (Sevilla)


   También de la tradición oral procede la noticia de la especial celebridad alcanzada en la comarca por una murga de zapateros cojos durante los años 30. Esa doble condición obedece a que, ante la ausencia de una cobertura social, personas con las extremidades inferiores afectadas en su movilidad por accidentes o enfermedades congénitas, aprendían este oficio compatible con su minusvalía. Las zapaterías durante aquellos años venían a ser como una especie de casinillos de barrio, hasta los que se acercaba el personal a recabar las últimas informaciones o a matar el rato en amena conversación. En ellas se criticaba, se conspiraba y no solía faltar el vino y el bacalao pagado a escote entre los concurrentes. En el famoso carnaval de Cádiz del año 1933 el primer premio fue obtenido precisamente por una murga denominada “Los zapateros criticones”.


   No sabemos ni como ni porqué el gremio de zapateros de Porcuna, entre los que predominaban los cojos y los de militancia comunista, deciden conformar una murga. Esa particularidad y la marcialidad demostrada en desfiles y pasacalles les otorgaría celebridad. Vestían con la propia indumentaria del oficio y aquellos que estaban mejor de piernas se encargaban del tiro de una caballería que arrastraba dos arrobas de vino, por aquello del adecuado contrapeso, que se convertía durante los días que duraba el carnaval en su inseparable compañera.

   Se cuenta la anécdota, de que acudiendo invitados al carnaval del vecino pueblo de Lopera, al iniciar su pasacalles seguidos de una autentica legión de niños, que sorprendidos por el continuo tintineo y balanceo de marrillos y muletas, empezaron a incomodarlos con una machacona frase: ¡Se lo hacen! …¡Se lo hacen!... y así hasta colmar la paciencia del cojo más rezagado, que en súbita revuelta encaró a los niños con una rotunda sentencia: ¿Y esos cabezones también los hacen? ¿O son vuestros?

   La costumbre de visitarse entre localidades vecinas debía estar muy arraigada.

   La ancestral y tolerada sátira contra el clero, que se retoma dentro del ámbito de mayor libertad propiciada por el régimen republicano, derivaría en altercados públicos en la vecina localidad de Arjonilla. Es el caso de una comparsa loperana desplazada hasta esta población durante el primer carnaval republicano del año 1932
  
   Los loperanos que acudieron hasta Arjonilla, invitados por afectos, iban disfrazados de curas y sacristanes. Una primera versión, un tanto rocambolesca e inverosimil, refiere que  un grupo de individuos pertenecientes al casino republicano los tomó por auténticos y trató de impedirles la circulación. Ante la confusión generada el alcalde intentó que la comparsa se retirara, aunque su intervención no pudo evitar la colisión y el uso de armas de fuego, con un saldo de 9 heridos, cuatro del casino y cinco obreros. El presidente del casino resularía gravemente herido de bala. Fueron practicadas cinco detenciones.

   Tomás Álvarez Angulo, diputado socialista por Jaén, llega a denunciar  durante una de sus intervenciones parlamentarias que la comparsa loperana fue recibida a tiros, y que los disparos fueron realizados por patronos desde sus casas incitados por el cura párroco y coadjutor. Cuando otro diputado intenta refutar su aseveración, se muestra aún mas explicito: ¡Pero si se ha disparado desde la casa del cura!, promoviéndose un ligero rife rafe que corta Besteiro (presidente de la cámara) oportunamente.

   La sátira político social evidentemente también estaba presente en las coplas de carnaval. En la siguiente letra se denuncia abiertamente los métodos de aquel caciquismo, que no tenía escrúpulos morales de ningún tipo en su proceder con tal de obtener la deseada victoria en las urnas:

Señorito: Toma dos reales
y un puchero pringue,
y me das el voto Perico.

Perico: Yo voto por los socialistas
y  manque me maten no voto por ti.



  

   Durante las elecciones a diputados cortes del año 1933, en las que la coalición electoral de centro derecha  desplazó del poder a la coalición republicana socialista del primer bienio, se retomaron ciertas artimañas del caciquismo, especialmente en la España rural y profunda. La concesión del voto a las mujeres propició que desde los púlpitos y confesionarios se dictara a la feligresía femenina la conducta a seguir. La oligarquía agrícola colaboraría poniendo a disposición de las fuerzas de orden público sus vehículos automoviles particulares en pro de "una mayor limpieza y transparencia".

   Especialmente tenso debió resultar dicho proceso en Porcuna, en base a concisas informaciones recogidas por la prensa de la época. El alcalde socialista (Rafael Montilla) sería procesado ( motivos ? ) y el teniente de alcalde Manuel Valverde Benítez detenido, acusado de herir a un convecino de una pedrada en la cabeza.



   Esa misma tensión  se traslada al Carnaval de Porcuna de 1934, durante el cual una murga, de la que formaba parte el propio concejal y teniente de alcalde antes aludido, sería denunciada y llevada ante los Tribunales de Urgencia, acusados de atacar a la forma de gobierno, provocar desordenes públicos y proferir gritos subversivos.

Luz 16 de febrero de 1934


   Quisiera aprovechar esta pequeña contribución al conocimiento de la historia del Carnaval en Porcuna, volviendo a hacer especial hincapié en la importancia de la tradición oral a la hora de recuperar ese acerbo de cultura tradicional popular que encierran manifestaciones como el carnaval u otras. Como derivación de mi enfermizo afán recopilatorio invito a los ciudadanos de Porcuna de todas las edades, que en un último esfuerzo colectivo y aprovechando las celebraciones actuales, que hagan memoria, con el propósito de recoger con papel y lápiz, lo que pueda quedar de esas coplas carnavalescas. ¡A los jóvenes!  ¡Sáquenle partido a la grabadora del teléfono móvil!  ¡Entrevisten a sus abuelas!  que no quede la cosa sólo en “abuela dame diez euros que no tengo saldo” .Ofrezco esta entrada de blog para quienes quieran hacer alguna aportación al respecto, en los comentarios. Aunque la web de Manolo Jalón por su mayor difusión podría ser el ideal vehiculo de acopio y trasmisión.
  Ejemplos de entrevistas y videograbaciones realizadas por difentes puntos de Andalucía podeis encontrarlas en su Biblioteca Virtual.

02 marzo 2011

El Jueves Ladrero en Porcuna (Fiestas de antaño)




   El Jueves Lardero es una fiesta religiosa, tradicional, del calendario cristiano y fecha incierta, aunque por su raíz (lardus), puramente latina, nos indica a las claras su origen pudiera estar en la Edad Media, cuando el castellano se estaba desmembrando del latín.
   Se corresponde con el jueves inmediatamente anterior al “Miércoles de Ceniza” con el que se inicia la Cuaresma, tiempo litúrgico al que el Cristianismo imprimió el valor de período de limpieza, purga o purgatorio. Cuarenta días de ayunos y abstinencias, para conseguir la purificación de los fieles, que toca a su fin el Domingo de Ramos, enlazando con la Semana Santa.
   También es conocido como jueves gordo, ladrero o alabardero. Lardero es un adjetivo ya en desuso que significa graso, y así aparece en el Libro del buen amor, de Juan Ruiz, arcipreste de Hita. Hace referencia, a tocino, gordo, la parte menos valiosa del cerdo, la grasa o manteca y, por extensión, a toda la carne de cerdo.
   Cuando la Iglesia celebraba la Cuaresma, recordando la estancia de Jesús en el desierto en oración y ayuno, invitaba a los cristianos a acompañarlo privándose de comer todo tipo de carnes y derivados del animal.
   Por ello, para entrar con buen pie en el tiempo de ayuno y abstinencia, los fieles celebraban un día en el que estaba permitido todo tipo de excesos cárnicos.
    Viene a ser como la antesala del Carnaval, con el que se iniciaba solemnemente la tanda de días en que había que aprovechar para hartarse.
    Mientras que las celebraciones de carnaval se han recuperado, amparándose en una desigual tradición, y con modelos ya preestablecidos, la fiesta del jueves lardero se ha ido perdiendo y solo subsiste en algunas poblaciones aisladas con el dominador común de “jornada al aire libre con la gastronomía como protagonista principal.” 

    Recuerdos remotos de mi infancia me remiten a las últimos coletazos de tal celebración en Porcuna, ya como fiesta circunscrita únicamente al ámbito infantil y escolar. Me refiero a los famosos "bocados", primorosamente adornados con bolas de lana, que confeccionaban nuestras madres y abuelas. Durante esa tarde, los lápices y las cartillas de lectura y escritura quedaban aparcadas en las carteras (todavía no existían las mochilas con ruedas) para entregarnos al desenfrenado juego de caballos y caballistas.
    Había que simultanear ambas facetas, aunque siempre había quien, por sus especiales dotes de liderazgo y dominio sobre los demás, ejecutaba sólo el papel de caballista. No recuerdo que, con posterioridad a esa etapa de mi infancia como parvulito en el Colegio de las Monjas, se mantuviera tal costumbre.




  Aunque he intentado localizar alguna referencia que relacione los bocados de motas del  jueves ladrero de Porcuna con tradición similar en algún otro punto geográfico, el resultado ha sido infructuoso.
  Interpreto tal juego como una reminiscencia residual de aquella manera de celebrar con merendonas familiares y vecinales tal fiesta en determinados parajes campestres. Se me ocurre el Cortijuelo, quizá como uno de los más demandados por sus especiales características paisajísticas y por su proximidad al casco urbano. Supongo que los niños, propensos al potreo, irían provistos de sus bocados para amenizar su jornada de juego al aire libre, mientras que los adultos (antítesis del vegetariano naturista) se entregaban a la ingesta copiosa de derivados del cerdo en forma de chorizos, morcillas, panceta y chuletas a la brasa.


   Tal vez lo del bocado, por aquello se atar en corto, de controlar y dominar el posible desenfreno del caballo desbocado, pueda guardar alguna relación con el primigenio carácter religioso de tal fiesta. Son solo conjeturas, que se me ocurren.
   De mis jueves ladreros como parvulito (ahora le llaman educación infantil) también recuerdo la envidia que despertábamos en el colegio entre los mayores que preparaban el ingreso para el bachillerato en un aula situada en la entreplanta del edificio, regentada por una terrorífica madre llamada Delfina. Mi madre, nuestra madre, por suerte era bastante más benévola y bondadosa:

Caballos y caballistas que conocieron el Jueves Ladrero 
junto a la Madre Jesús.
Patio del Colegio de las Monjas 1965-66

   Me atreveria a identificarlos uno por uno, con un margen de error del 10%, pero para no ponerme demasiado pesado me centraré en la fila central en la que aparezco:
   De izquiera a derecha: Pepe Cruz, Luife, J.A. Gallego Aljarilla, Francisco Garrido, mi menda lerenda, Luis Manuel Pérez Morente "El luisma", Antonio Morales, Josechu el hijo del Notario, Francisco Chiachio, Angel Fernandez, Romoncito Pesetas, Zumaquero, Carmelo Ruiz de Adana, Benito Montilla, Manolo Funes y Jero (Jeromín) el del bar. Me falta el último. El resto de briosos corceles los meteré en comentarios.


   Aquellos otros más infelices, sometidos a la rígida disciplina de la madre Delfina, aquellas primeras tardes en la que la climatología ya apuntaba a primavera, se esforzaban por desentrañar el resultado de problemas de algebra y aritmética en las que estaba especializada la susodicha monja:



   Si alguien se siente especialmente atraído por las matemáticas, sin necesidad de recurrir a la calculadora, puede intentarlo. Para quienes como yo, hayan olvidado la metodología para sumar, restar, multiplicar y dividir quebrados avanzo el resultado.
  Aquella merendona de jueves lardero estaba compuesta por 21 hombres, 15 mujeres y 27 niños (el número de bocados lo dejaremos como incógnita, por si alguien se atreve a despejarla).
  Una segunda referencia sobre el Jueves Lardero en Porcuna procede de la tradición oral. Aquel día de campo se hacía acompañar de manifestaciones folklóricas locales en forma de cantes y bailes (canciones de corro).
   Bajo el título de Romances y canciones populares cordobesas y jiennenses dos primos hermanos (Felipe B. Pedraza Jiménez y Francisco Jiménez Luque) de naturaleza cordobesa (La Rambla) publicaron en 1984 un trabajo en el que se recogen un conjunto de canciones, villancicos y romances que les llegan a través de la tradición local y familiar.
  
   La casualidad de que la abuela de estos estudiosos del folklore, Pilar Herrera Corpas, nacida en 1905, fuese natural de Porcuna, ha permitido que algunas canciones populares de nuestro pueblo lleguen hasta nuestros días.
   
   Me limito a copiar el trabajo de estos paisanos de Lerroux :


Canciones para Jueves Lardero


   Hemos recogido dos canciones del jueves lardero. Proceden ambas de Porcuna. Son poemas amorosos y juveniles, aptos para cantarse a coro. “De la espuma del oro…” son seguidillas con un largo estribillo. “Cuatro delantales tengo…” alterna las coplas con su correspondiente estribillo. Alguna de sus mudanzas es particularmente conceptuosa:

Al tiempo le pido tiempo
y el tiempo, tiempo me da;
y el mismo tiempo me dice
que él te desengañará.


De la espuma del oro

De la espuma del oro
son los Manueles
y de los desperdicios
los Rafaeles.

Hay que me muero, niño.
Hay que me muero
por uno que se llama…
Ya no me acuerdo.
si se llamará Pedro,
si Antonio, si Juan…             
Manolito del alma…
Me he acordado ya.
A una rosa encarnada
con el pie verde
le parece mi amante
cuando se duerme.
Ay que me muero niño…





Redoble, redoble

Cuatro delantales tengo
y ninguno tiene cinta;
cuatro Manueles me quieren,
ninguno tengo a la vista.
Redoble, redoble,
vuelvo a redoblar,
que con tus amores
me vas a matar,
me vas a matar,
me vas a matar.
Redoble, redoble,
vuelvo a redoblar.
Al tiempo le pido tiempo,
y el tiempo, tiempo me da,
y el mismo tiempo me dice
que él te desengañará.
Redoble, redoble…
El primer novio que tuve
lo metí en un agujero
y cuando llegó el verano
los chinches se lo comieron.
Redoble, redoble…
El anillo que me diste
con las tres perlas azules,
tres días lo tuve puesto
sábado, domingo y lunes.
Redoble, redoble…

   Deduzco pues, por la edad de la transmisora, que el jueves lardero se estaría celebrando en Porcuna hasta la guerra civil con el carácter original de comilona campestre acompañada de juegos infantiles, cantes y bailes populares como hemos visto.

   Con posterioridad a la guerra, desaparecería como consecuencia de la prohibición decretada por el nuevo régimen sobre el carnaval. Tal vez, a los niños, por su inocencia, aquel nacional catolicismo que todo lo controlaba y que se propuso reformar las relajadas costumbres del pueblo español, permitiría que se siguiera celebrando en el ámbito escolar exclusivamente, hasta la fecha antes mencionada en que se pierde definitivamente del calendario festivo local.




  De nuestro entorno geográfico solo conozco dos casos en que la fiesta con tal denominación y con una esencia cercana a la original haya llegado hasta nuestros días.
  Se trata de los municipios cordobeses de Puente Genil y Fernán Núñez. 

   En el primero se mantiene fiel a su origen como prólogo de la Cuaresma, pero circunscrito al limitado ámbito de las Corporaciones de las figuras bíblicas  que desfilan durante la Semana Santa y tiene por escenario el clásico cuartel bíblico donde se escancian los sentidos con la bota sagrada. En este caso, más que una despedida, se trata de un arranque de la particular manera de cómo se celebran las fiestas de Semana Santa en la localidad pontana.

  En Fernán Núñez es el hornazo, torta hecha de harina, manteca y azúcar, con un huevo cocido en el centro, el símbolo de la fiesta. Incluido en el calendario de fiestas locales, la gente se reúne en el campo para degustar el típico dulce y otras viandas. Los naturales de esta localidad, con su particular idiosincrasia, se vanaglorian de venir celebrando ininterrumpidamente esta fiesta desde hace más de 500 años y de haberla extendido a otros puntos de la comarca. En ciertas celebraciones costeadas por el Señor de Fernán Núñez tras la conquista de Granada en 1492 sitúan su origen. Desconozco su base documental. Pudiera tratarse, incluso, de una leyenda transmitida de unas generaciones a otras.

01 marzo 2011

“Letrillas de agitación popular” (Carnavales en Castro del Río durante la II República)


Cangarrias y Mocetón



Los Comuneros

Daba pena y sentimiento
ver a los comuneros
echar arena en la calle
para perseguir al obrero.

    Estrofa suelta de una letrilla cantada durante el primer carnaval republicano, inmediatamente posterior a la huelga sostenida por los trabajadores agrícolas de Castro del Río a finales de enero de 1932. Declarada ésta ilegal y sediciosa por la primera autoridad provincial amparándose en lo prevenido por la famosa ley de defensa de la república.
    Durante este considerable envite huelguístico se puso en práctica por primera vez en Castro la costumbre de echar cargas de arena en la vía pública, principalmente en las empinadas calles que dan acceso al barrio de la villa, para facilitar la maniobrabilidad de la guardia civil a caballo reconcentrada, a la hora de disolver los grupos de sindicalistas y garantizar la libertad de trabajo.


   Comuneros: por este nombre eran conocidos los empleados municipales encargados de la limpieza y acondicionamiento de las principales calles de la población, reclutados entre jornaleros de edad ya avanzada, quienes, por su condiciones físicas ya algo mermadas, eran excluidos del mercado de trabajo. Históricamente su contratación se regía por ciertas prácticas de clientelismo político, infinidad de veces denunciadas por la minoría republicana durante los años de la Restauración.

Mercado Municipal 1927

Rifadoras del Mercado

¡Una máquina Alfa para coser!
¡Que a cualquiera le puede tocar!
Su marido que es albañil
miren ustedes como estará
que mientras ella se pone a rifar
él avía de almorzar.


   Más difícil de encuadrar temporalmente esta otra estrofa. Clara denuncia social sobre la precariedad laboral motivada por las frecuentes crisis de trabajo que sufrieron los trabajadores durante el periodo del que nos ocupamos. La falta de jornales obliga a muchas mujeres a recurrir a este sistema para procurarse el pan diario.



Alcalde Federico

Este régimen calaño
nos hace desesperar
porque ha servido al empeño
 de un alcalde Federal.

Por salir un día de fiesta
una imagen en procesión
vaya una idea completa
que tiene de Redención.

Se han apoderado de su cerebro,
monjas y frailes tiene de talón,
al ayuntamiento le da requiebro,
con el juega igual que con un balón.

Unos cuantos concejales
al ver que no camina leal,
le reprenden como hombres formales
y separan su Ideal.


    Cantada durante el carnaval de 1933 y dedicada al republicano federal Federico Millán Moreno,  primer alcalde republicano de Castro del Río.


    Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 fueron ganadas por un reorganizado Partido Liberal Fernandista  al frente de la alcaldía durante la Dictablanda, supongo que recurriendo a las tradicionales artimañas del caciquismo, que ya venían siendo denunciadas en los meses previos por los republicanos desde la prensa.
   Tras proclamarse la Republica, Federico Millán (miembro de una familia de larga tradición republicana) se convirtió en alcalde, en cuyo cargo quedaría definitivamente legitimado tras repetirse el proceso electoral y obtener su partido una amplia mayoría.
   A finales de 1932 se produce una escisión dentro las filas federales. Un total de siete concejales abandonan la formación para constituir un partido republicano federal autónomo, lo que obedece a ciertas censuras por parte de los disidentes hacia Federico Millán a quien tildan de monarquizante y antirrepublicano.
    La alusión que se hace en la letra a una procesión, debe estar relacionada con su actuación durante los sucesos del Viernes Santo de 1932, que no viene a cuento ahora referir por cuestiones de calendario de cuaresma.
Carnavales de 1934


El Diputado

Diputado a cortes acaba de salir
un señor que en este pueblo es labrador.
De su acta han sacado al Jabalí (1)
con cangarrias, beatas y conservador.

Mira algo por tu pueblo Torquemada,
no levantes tantas falsificaciones,
ni calumnias embusteras y cacicadas
que denostan a esta grande población.

Ya tenemos quien nos pueda defender
y advertimos a este grande Paletón,
como Judas no nos vayas a vender
como hasta aquí has hecho Mocetón.

Ten porte de hombre y no maleta,
que el enchufe acabas de pillar
que a ti lo que te importa son las 3.000 pesetas
y muy poco el sentir chillar.


    En las elecciones para diputados a cortes de finales de 1933 un castreño obtiene el acta de diputado. Se trata de don Antonio Navajas Moreno, conocido popularmente como “barbitas de alambre”.


    Fue alcalde por los conservadores durante la primera década del siglo XX, figura destacada de la patronal agrícola de Castro del Río, asiduo e inflexible interlocutor con los obreros sindicalistas en las negociaciones de las bases de trabajo. Después de los agitados y conflictivos años del trienio bolchevista (1918-1920), promotor y acérrimo defensor del sindicalismo católico agrario (gatopalo), con el que contrarrestar, en lo posible, la creciente  influencia de aquellos.

   Gatopalo: trampa de madera para atrapar ratas o ratones.

 Resulta que el gatopalo
es trampa paras ratones
pero solo pican en él
los tontos de los cojones.

    Durante la Dictadura de Primo de Rivera coquetearía con la Unión Patriótica (partido único) y durante el primer bienio republicano ostentaría la presidencia de la Federación Provincial de Labradores, lo que le resultó de gran ayuda  para proyectarse políticamente.
    A la segunda y definitiva vuelta de aquel proceso electoral concurre con la etiqueta de agrario, formando parte de la coalición de centro derecha antimarxista  (Acción Popular, Partido Republicano Radical, Republicano Progresista y Agrarios) que resulta vencedora.

    Los calificativos mocetón y paletón hacen referencia a sus hechuras y costumbres un tanto campestres o pueblerinas. Físicamente era un hombre grande y fuerte. La coletilla de paletón se la colocó un famoso columnista de La Voz (Dick) al divulgar su costumbre de concurrir al Congreso de los Diputados con alforjas camperas, de las que se proveía de viandas a corte de navaja, mientras que la mayoría de los diputados de provincias aprovechaban las sesiones del Congreso para visitar los mas afamados restaurantes de Madrid. Renunció al acta antes de acabar aquella legislatura.
    El remoquete de “barbitas de alambre” se lo colocaron en las primeros años del siglo, cuando siendo alcalde o presidente del “Circulo de Labradores” adquirió una bomba con la que atajar los incendios fortuitos o provocados en los predios y almiares. Como el artefacto debía de ser bastante rudimentario y difícil de poner en marcha (tal vez nadie quiso aprender a utilizarlo, por los riesgos) él mismo, con su recia barba, se hacía cargo personalmente de la extinción de los incendios. De tanto vanagloriarse de su actitud heroica y de su inmaculada barba sin chamuscar, le viene el calificativo con el que el pueblo le bautizó.

(1) Jabalí: José Antonio Balbontín, diputado electo por Sevilla en las primeras cortes republicanas (Partido Social Revolucionario), que a las elecciones de 1933 se presenta  por Córdoba en la candidatura del Partido Comunista, no resultando elegido. Durante la campaña electoral de 1933 mitineó en Castro del Río junto a Francisco Galán en un acto celebrado en el Teatro Cervantes plagado de incidentes.

Tentación carnal

    Como estamos en carnaval, y este permite ciertas licencias, en consonancia con la política de austeridad preconizada desde las instituciones en tiempos de crisis, abogo por la supresión de las dietas de las que disfruta la clase política, al margen de su sueldo, y que el ejemplo cateto o pueblerino de Don Antonio Navajas sea de obligado cumplimiento. Insto a ayuntamientos, mancomunidades de municipios, diputaciones, parlamentos regionales, nacionales o comunitarios que instalen hornos microondas en los que nuestros representantes, como buenos servidores públicos, puedan calentar el toperguare de albóndigas con tomate.



Los sucesos de Bujalance

En el pueblo de Bujalance
la ira surgió.
Prenden a Juan Pérez
y a más de cien.
¡Obreros alerta
la ley de fugas los mató!


    Bajo el nombre de “Los sucesos de Bujalance” ha pasado a la historia el movimiento insurreccional protagonizado por los obreros anarcosindicalistas afectos a la CNT- FAI de este pueblo cordobés a finales del año 1933. 

    Tras la clausura del sindicato “La Armonía”, al fracasar las negociaciones que pusieran fin a la huelga que tenían planteada, con una patronal agraria crecida por el reciente resultado electoral favorable, los ánimos se excitaron más aun de lo que ya estaban. Una pareja de policía gubernativa, que patrullaba por los barrios obreros, intenta detener a un grupo que les infundió sospechas. Al ser requerida la guardia civil, se entabla un tiroteo entre fuerzas de seguridad y obreros atrincherados desde sus casas.   Hubo disparos cruzados, utilización de granadas de mano por parte de la fuerza pública y un intento por parte de los anarcosindicalistas de tomar la casa consistorial. Una vez controlada la situación con un balance de tres muertos (un guardia, un obrero y un niño de corta edad victima inocente de una bala perdida) se practicaron numerosa detenciones (más de cien). Entre los detenidos el castreño Juan Pérez López, curtido en las luchas sindicales en Castro del Río durante el trienio bolchevista (1918-20) y que por estos años venia ejerciendo como maestro de la escuela del centro obrero la Armonía de Bujalance. 
  
    A los pocos días, una confidencia proporcionó la captura en Porcuna (Jaén) de tres de los mas destacados dirigentes (Antonio Milla Salas, José Porcel Pulido y Francisco García Cabello “Niño del Aceite”) donde permanecían refugiados en casa de un pariente próximo. Cuando eran trasladados hasta Bujalance en un camión, custodiados por la benemérita, se produce un nuevo y sangriento episodio en el puente de Cañete, en la carretera que une Torredonjimeno y El Carpio. Dos versiones:

   OFICIAL: Grupos apostados en los terraplenes del puente tirotearon a la guardia civil. Esta saltó del vehículo para repeler la agresión, momento que aprovecharon los detenidos, a pesar de estar esposados, para fugarse con los agresores. Se generalizó el tiroteo durante largo rato y la fuerza finalmente regresó a Bujalance para dar cuenta se lo sucedido. A la mañana siguiente, al practicarse un reconocimiento en el lugar de los hechos fueron encontrados los cadáveres de Milla y de Porcel (secretario del centro obrero). Del “Niño del aceite” no se encontró rastro.

   POPULAR, “suspicaz y maliciosa”, defiende la aplicación de la ilegal ley de fugas como causa de la muerte de estos sindicalistas bujalanceños. Ante la duda, el diputado socialista Hermenegildo Casas llevó el caso hasta las deliberaciones del Congreso y propuso la creación de una comisión que investigara los hechos.
  

      Aquellos sucesos también repercutieron sobre Castro del Río, donde se practicaron algunas detenciones entre sindicalistas por suponérseles relacionados. Caso del barbero Rafael Porcel Troyano y Juan Gómez Gutierrez "Pitopí".

La murga de Zaragata

    Murga orquestina de Fernán Núñez, liderada por un tal Zaragata, que prácticamente no faltó a casi ninguno de los carnavales que se celebraron en Castro durante la República. Solían actuar en un pequeño escenario que se instalaba en el “Llano de La Iglesia”.
    Sus actuaciones llenas de gracia y de ingenio eran muy del gusto de las clases populares, y menos para las llamadas “gentes de orden”.
    Las letras de sus coplillas jugaban siempre con el doble sentido:

“Ya no podemos comer
 con el pan a siete gordas,
como no comas pepinos
te vas a chupar…los dedos”.

“La murga de Zaragata
se ha visto en un gran apuro,
y se ha ido al Molinillo
 a ver si le dan …un duro”.

“Este que toca el bombo
ha nacido en el otoño,
y a su madre la tuvieron
que operar por…el invierno”.


   Incluían entre su repertorio números cómicos como el denominado “Las bragas de Doña Urraca” en alusión directa a Maria Rosa Urraca Pastor, famosa propagandista del tradicionalismo, asidua visitante de las poblaciones de la campiña cordobesa y detenida en Córdoba en agosto de 1932 por su presunta participación en el complot monárquico (Sanjurjada) que pretendía acabar con la republica.
    Se decía de ella, que había dejado al novio para entregarse en cuerpo y alma a su misión propagandística, y sus rasgos poco femeninos la convirtieron en blanco obligado de la sátira carnavalera.
    Zaragata, durante sus descansos copleros, sacaba de la trasera del escenario unos calzoncillos de hombre de considerable tamaño, que tras mostrar por el anverso y presentarlos ante el respetable como las bragas de la susodicha, volteaba parsimoniosamente hasta descubrir el característico “palomino del reverso”, sembrando la hilaridad general, que se multiplicaba considerablemente cuando eran arrojados al rostro de las buenas mozas que contemplaban el espectáculo desde las primeras filas.


Vamos a por los Trescientos

¡Vamos a por los trescientos!
¡José María Gil Robles
acompaño en el sentimiento!

    Estrofa suelta de una coplilla cantada durante el carnaval de 1936 poco después de obtener la coalición de izquierdas del Frente Popular la mayoría absoluta en las elecciones de febrero.
   Gil Robles líder de la CEDA (coalición de derechas derrotada en las urnas), convencido de su triunfo, durante la campaña electoral previa, popularizó este famoso eslogan.
    Interpretada por una murga compuesta por dos tipos: señoritos (traje, bastón y sombrero) y jornaleros ataviados con la típica blusa.
    Las continuas manifestaciones de pésame de los segundos hacia los primeros despertaban la ira de éstos, que arremetían a la carrera con sus bastones.



    La mayoría de estas letras están atribuidas o son atribuibles a un famoso personaje de los carnavales de Castro del Río de los años treinta, conocido como El Chusco, y cuyo nombre desconozco. Lógicamente su trayectoria en esta faceta carnavalesca fue cortada bruscamente por la guerra civil y la subsiguiente represión de post guerra que trajo aparejada la supresión de la fiesta de carnaval. No se, hasta que punto, sus intrépidas y populares letras le ocasionaron problemas con las autoridades del nuevo régimen. Agradecería información al respecto, bien como comentarios o en mi correo personal.

   Esta recopilación fue realizada por el que suscribe, a lápiz y libreta, durante la última década del pasado siglo, al abrigo de un horno árabe de ladrillo refractario alimentado con leña. El interlocutor, el informante, de prodigiosa memoria, “un grande mocetón” panadero de profesión, ya desaparecido: Pepe Caravaca. Persona aficionada a la farándula y a la guasa, cuyas memorables actuaciones, en el improvisado escenario que se montaba en la calle Pósito durante la festividad de las cruces de mayo, tuve la oportunidad de disfrutar. Es el más grande y corpulento, de los que aparecen en actitud cómico-artística, en la foto de utilizo para ilustrar en la cabecera.

    Gracias Pepe, por este tu legado. Estoy seguro que bastantes castreños sabrán apreciarlo.