Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

30 abril 2014

MEMORIA LIBERTARIA: ANTONIO GARCÍA BIRLAN "DIONYSIOS" (1891-1984).



    Ha pasado más de un siglo desde que el anarquista granadino Antonio García Birlan recalara por primera vez en la villa cordobesa de Castro del Río. Fue a finales de 1912. Las impresiones de aquel su primer contacto con la realidad social y económica de la campiña cordobesa aparecen recogidas en una crónica titulada “De mi viaje”, dedicada a sus amigos y compañeros de ideas en Castro del Río y Espejo. 


   Fue ésta, precisamente, su primera publicación en el decenal anarquista Tierra y Libertad, del que terminaría convirtiéndose en asiduo colaborador con el seudónimo de Dionysios. Esta firmada desde Asquerosa, lugar situado a tres leguas de Granada, en el término municipal de Pinos Puente. En esta pequeña aldea vendría al mundo sobre el año 1891 y en ella trascurrirían los primeros años de su existencia. Algunas fuentes, desconocemos con que fundamento, le atribuyen participación en la educación del poeta granadino Federico García Lorca.


    Federico García Rodríguez, padre del poeta, alrededor de 1906 traslada su residencia familiar desde Fuente Vaqueros a la cercana Asquerosa, para así poder estar más cerca de una extensa finca de su propiedad dedicada a la producción de remolacha azucarera, limítrofe con la Fábrica de San Pascual, de la que era principal accionista.
    Ian Gibson, biógrafo del poeta, refiere la asistencia, durante al menos un año, del niño Federico a la escuela primaria de Asquerosa, antes de que marchara a estudiar el bachillerato a Almería (curso 1908-09). Caería enfermo y tuvo que ser trasladado precipitadamente al lado de su familia. Puede que fuera durante esa etapa de obligada convalecencia cuando el joven campesino y carpintero Antonio García Birlán, que ya atesoraba una sólida formación autodidacta, pudiera haberle impartido clases particulares a domicilio.
    Lo que sí parece seguro es que García Birlan, además de paisano de Federico, cultivo su amistad. Se conserva correspondencia privada entre ambos durante la década de los años 30.


   Recientemente, hemos tenido la oportunidad de visitar la casa natal de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros, así como la que fuera su segunda residencia en Asquerosa (actual municipio de Valderrubio), habilitadas ambas como Casas-Museos e  incluidas dentro de la ruta turístico-cultural “Los lugares de Federico García Lorca”. En la segunda de ellas, su guía, “Pepito del Amor”, todo un compendio de sabiduría popular, atendió amablemente nuestra indagatoria personal en torno a la pervivencia en la memoria de los actuales habitantes de Valderrrubio de noticias sobre nuestro protagonista. Lo creíamos prácticamente imposible, máxime cuando había abandonado su tierra natal en la ya lejana fecha de 1916. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando a través de este singular personaje logramos el inmediato contacto con un señor mayor que le conoció durante su exilio en la Republica Argentina y que cultivó su trato, por paisanaje y amistad, durante los últimos años de su vida en Barcelona.
   Dejaremos en reserva algunos temas de los que trascendieron durante aquella entrevista para centrarnos en su llegada al ideario anarquista y sus primeros años de militancia, en torno a los cuales hay cierto vacío, patente en las numerosas reseñas biográficas publicadas sobre el escritor libertario Antonio García Birlan, que se nutren básicamente de los trabajos publicados a su muerte por Federica Montseny (“Hombres de la CNT. Antonio García Birlan” en Cenit nº 80 de 18 de septiembre de 1984) y Antonina Rodrigo (“Dionysios. La entrevista que no pudo ser” en Polémica nº de octubre de 1984).


Antecedentes

   En Asquerosa a principios del siglo XX existió una asociación obrera perteneciente a la confederación de sociedades de resistencia “La Obra”, que se movía en la órbita organizativa del republicanismo provincial. Su mentor local, un colono de Asquerosa llamado José Daza Fernández “Pepito Lagarto”, que era conocido y amigo de Federico García Rodríguez. En 1902, siendo concejal republicano por Asquerosa y a raíz de un primer envite de reivindicaciones proletarias, sería detenido junto a un importante número de asociados. Su militancia política y su defensa de la clase obrera le seguiría ocasionando hostigamiento y alguna que otra detención arbitraria:


El País (11 de noviembre de 1906)

    En el acerbo popular de Valderrubio se ha conservado la anécdota de que en lo sucesivo, cuando Alfonso XIII venía a cazar al vecino pueblo de Láchar, José Daza, se entregaba voluntariamente para que lo encerraran en los calabozos de Pinos Puente durante las jornadas que durara la cacería regia.
   Aquella sociedad de “La Obra”, constituida en Granada en 1900,  llegó a tener implantación en la mayoría de las poblaciones de los alrededores de la capital. En el seno de esta federación convivieron armónicamente republicanos, masones, anarquistas y socialistas, a los que unía un común objetivo, recogido en el artículo 1º de sus reglamentos: “Promover  tanto la educación, instrucción y cultura de la clase obrera, como el mejoramiento de la condición económica de la misma”.
   A finales de 1903 “La Obra” entra en un periodo de decadencia, debida, por un lado, a las persecuciones de las autoridades y a la hostilidad de los ambientes conservadores y católicos, y por otra a las propias divisiones entre los obreros en relación a su actitud ante la política y los políticos.
    En Pinos Puente una sociedad obrera, con los mismos estatutos y título, consigue reorganizarse a principios de 1909. Entre los militantes más activos de la nueva sociedad se encontraban ya algunos hombres directamente relacionados con el movimiento libertario.
    En la correspondencia administrativa de Tierra y Libertad y en algún que otro acto de reafirmación anarquista, publicado en este mismo periódico, aparece el nombre de Juan Linares López, como uno de los principales valedores de aquella reorganizada sociedad de Pinos Puente. 


    Entre quienes laboraron en pro de la consolidación de aquel nuevo obrerismo organizado se encontraba también un joven carpintero, natural de Valdepeñas de Jaén, llamado Francisco Jordán Gallego, amigo de Antonio García Birlan, también vinculado durante una corta etapa de su vida a la historia del movimiento obrero de Castro del Río (Córdoba). Recayó sobre él la responsabilidad de la Secretaria de la nueva sociedad, que llegaría incluso a poner en marcha una escuela racionalista, tipo Ferrer, atendida por Gabriel Terribas Carrasco, un joven de 21 años natural de Cullar Vega .

Francisco Jordán Gallego (1886-1921)
 
El Pais de 9 de mayo de 1909
    La experiencia apenas si duró unos meses. La escuela serían clausurada a raíz de la represión generalizada tras los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona. Jordán y Terribas tomarían rumbo hacia Barcelona donde intentaron abrirse paso en la vida contando con la solidaridad de los vigorosos círculos anarquistas catalanes. Jordán tuvo suerte y encontró pronto trabajo en su oficio de carpintero, mientras que Terribas, tras trabajar durante un tiempo en las obras de una carretera y compartir residencia con su paisano y amigo, terminaría desistiendo y regresando a su tierra.
   A Francisco Jordán lo encontramos relacionado con el movimiento libertario prácticamente desde su llegada a aquella tierra de promisión. Se integra pronto entre los más activos militantes de Solidaridad Obrera, precursora de la CNT. Se estrena en Tierra y Libertad con una crítica al republicanismo que titula “Abajo la farsa” (27 de abril de 1910) y participa en mítines acompañando a Mariano Castellote y Francisco Miranda.
    Cuando a finales de octubre de 1910 en el Teatro de Bellas Artes de Barcelona se celebra el II Congreso de Solidaridad Obrera (fundacional de la CNT), entre las sociedades con representación se hallaba la Pinos Puente (Granada), que había delegado al efecto en Juan Grau, directivo de la Confederación Regional Obrera de Cataluña.




    Por esas fechas la sociedad obrera de Pinos Puente se hallaba disuelta y su nominación en las actas del congreso hay que interpretarla como una deferencia de los organizadores hacia Francisco Jordán, preso en la cárcel celular de Barcelona a la espera de la resolución del juicio que se le había instruido tras hallar la policía 25 cartuchos de dinamita en su domicilio (mayo de 1910). 
   El asunto de la dinamita, sus consecuencias e interpretaciones da como para un trabajo aparte, que posponemos para otro momento.
   Después de este obligado paréntesis sobre los orígenes del movimiento obrero en este aislado reducto del anarquismo granadino, volvamos a Asquerosa y a García Birlan.


Hacia el Ideal libertario

   La amistad entre Francisco Jordán y Antonio García Birlan debe de remontarse a aquella etapa organizativa de Pinos Puente del año 1909. Aunque a Asquerosa venia llegando la prensa obrera anarquista, folletos y  y publicaciones de las editadas por la Escuela Moderna, al menos, desde el año1907. Primero a través de J. Berbel y después por mediación de Antonio Vilches Montijano, que ejercieron sucesivamente como paqueteros-corresponsales.
    La primera vez que encontramos el nombre de García Birlan relacionado en la prensa escrita es en una suscripción realizada en Asquerosa en favor de los libertarios mejicanos:

Tierra y Libertad (2 de agosto de 1911)
    Aquella típica fiebre por la cultura y el conocimiento de los círculos libertarios, debió despertarse en nuestro protagonista a través de la lectura de la prensa obrera y otras publicaciones afines. Nuestro entrevistado en Valderrubio conservaba en su memoria referencias al respecto. Los días de holganza los aprovechaba el joven e instruido Antonio para desplazarse por cualquier medio hasta la cercana capital para proveerse de lecturas, principalmente de temática filosófica y sociológica.



   Sus primeros escritos conocidos aparecieron en las páginas del periódico anarquista y de propaganda sindicalista “Liberación” de Elche, que empezó a publicarse en esta ciudad coincidiendo con la celebración del 1º de Mayo de 1912. Estamos casi seguros de que durante ese mismo año su firma tuvo que aparecer en otras muchas cabeceras de la prensa obrera, perdidas o de difícil acceso todavía.



Maestro racionalista en Castro del Río (Córdoba)

Castro del Río - Plaza de la Constitución (1915)

     A lo largo del año 1913 seguirán apareciendo numerosas colaboraciones con su firma en Tierra y Libertad, remitidas siempre desde Asquerosa. También podemos constatar su presencia en Germinal de Tarrasa (nº 9 de 15 de febrero de 1913).

    “El granadino García Birlan, del grupo editor de Tierra y Libertad, que en este periódico y en su almanaque, y en otros ácratas, hizo famoso su seudónimo de “Dionisios”, permaneció algunos meses en Castro del Río, regentando la escuela del Centro Obrero, en unión de Antonio Pérez Rosa”.

    El entrecomillado pertenece a la “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas”, del notario e historiador de Bujalance don Juan Díaz del Moral (1ª edición de 1929).
    El corto periodo que refiere Díaz del Moral se corresponde con el último trimestre del año 1913. Hasta esa fecha, desde la constitución del Centro Instructivo de Obreros de Castro del Río en el año 1910, la función docente en el seno de la sociedad obrera la desempeñó Andrés Jiménez Tapia “Cagachín”, un hombre que procedía de aquel primer obrerismo de principios de siglo organizado en torno a las sociedades obreras “Luz del Porvenir” y “Amor al Trabajo”. Discrepancias con Antonio Pérez Rosa, hombre de peso en la nueva organización local, sobre la manera de orientar las enseñanzas de aquel emergente establecimiento educativo motivaron su separación definitiva del cargo y de la sociedad (se pasó a las filas del socialismo).

¿Hay interés en instruir al pueblo?

   “Para que la labor de regeneración de la humanidad sea fructífera, es necesario confiar esta delicada misión a hombres debidamente equilibrados y que tengan un corazón apasionado por las reivindicaciones humanas, y que con su asidua perseverancia lleguen incluso a sacrificar su vida, como lo hizo el inmortal Francisco Ferrer y Guardia.
   Pero desgraciadamente, resulta que no todos los hombres que se dedican a la labor del magisterio llevan la buena intención del sacrificio, y si la de satisfacer el estomago, empleando para ello las más grandes ruindades.
   Así es que, depurando hechos, evitaremos que hagan del racionalismo lo que hicieron con el socialismo”. 

    (De un artículo publicado por Pérez Rosa en Tierra y Libertad - 24 de septiembre de 1913).





    Los dirigentes del Centro Obrero de Castro del Río, tras aquella repentina deserción, debieron de pensar en Antonio García Birlan, como persona idónea para dirigir su Escuela Racionalista. La impresión favorable que había dejado durante aquella incursión en la campiña de Córdoba de finales de 1912 y la deferencia de haber plasmado sus lisonjeras impresiones en Tierra y Libertad, debieron de resultar decisivas a la hora de ofrecérsele el puesto vacante de Maestro. Aquella experiencia educativa, puesta en marcha en los locales de la primitiva sede social de la C/ Colegio 15, y sus opiniones e inquietudes en torno a los problemas que afectaban a la instrucción y educación en el ámbito anarcosindicalista las plasmaría años después en un artículo publicado en Tierra y Libertad.


    Hablemos hoy de la instrucción. En el lapso de tiempo que he ejercido el profesorado, al frente de una escuela racional, he tenido ocasión de observar, de estudiar este problema tan hondo, tan multiforme y tan difícil.
    Desando aportar al conjunto variado de opiniones, lo que la práctica me ha mostrado, y al mismo tiempo mi parecer, es que tomo la pluma. Que a los libertarios le sea útil, es mi mayor deseo.
    Se ha confiado, se confía mucho en la labor de los profesores que dirigen las escuelas racionalistas. Su obra, su trabajo, es, en realidad, grande, si estudiamos el asunto ideológicamente. Pero desde os demás puntos de vista, no se debe confiar demasiado, no es bueno dejar sólo al maestro el esfuerzo grandioso y final que complementa la enseñanza. Hace falta el apoyo, la ayuda moral de todos. Llevar este apoyo, esta ayuda, en la medida de las fuerzas de cada uno, cuanto sea posible, es preciso, es urgente.
    El maestro podrá desarrollar, en mayor o menor grado, según sus aptitudes, la inteligencia del niño; podrá darle consejos altamente morales, desde el punto de vista de nuestra moral; podrá explicarle con bastante lujo de detalles, de particularidades, ciertas lecturas que le presenten, en forma infantil y delicada, un horizonte amplio, pleno de belleza, que él comprenderá y admirará entusiasmado; podrá, en fin, hacer de él un hombre instruido, acaso un luchador, quizá un amante de la libertad. Lo que no hará el maestro por mucho que se esfuerce, por mucho que trabaje, será desterrar, alejar de la inteligencia del alumno, los sedimentos que deje en ella el espectáculo de las perversiones morales en que se desenvuelven la mayor parte de los hombres dentro de la sociedad actual. En este punto, el carácter, el proceder del padre, hace más en pro de la instrucción que la obra del maestro. Y si los dos unidos trabajan de común acuerdo sobre el pensamiento del niño, el resultado será admirable.
    De poco o de ningún provecho serán para el alumno las lecciones, las explicaciones que pudiera dársele con relación al trabajo esclavo de ayer y hoy, diciéndole que es abominable este estado de cosas actual, basado en la injusta ley del salario, si constantemente ve que su padre se somete sin protesta al salario.    De nada servirá que se le haga ver que la costumbre es rutinaria y contraproducente para la evolución, si advierte que sus padres y particularmente su madre, que es la que tiene más influencia sobre él, acepta gustosamente la costumbre y a veces rechaza lo innovador.
    El profesor habla a los niños del amor, les expone las generosas teorías modernas sobre esta pasión humana, les inculca, trata que comprendan el concepto que de él tiene formado el racionalismo; el alumno razona sobre las exposiciones del maestro y descubre la belleza que implica la finalidad del amor en la forma que se le está explicando. Sale alegre de la escuela, se encamina a su hogar triste y frio, donde casi siempre, no solo reina la miseria, sino también el desamor; sus padres fueron al matrimonio no por cariño, por meras, bajas conveniencias sociales, vulgarmente. Ve el niño que sus progenitores se hablan mal, con tono destemplado, imperativo; ve también alguna vez que el padre enfurecido maltrata, castiga a la madre; ¡Ve la mueca horrible del dolor, más grande, más lúgubre que la de la miseria!
    Del cerebro tierno del infante desaparecen las ideas que el maestro pretendiera adaptarle, ante la cruda realidad del cuadro que presencia. No importa que no razone para que sufra, observando la diferencia dolorosa que existe, de lo que se le enseña o explica con lo que en la vida real ocurre. ¡Cae por tierra la obra del maestro, para dejar paso libre al proceder de los padres!

Salvador Cordón e Isabél Hortensia Pereyra (otros pedagogos libertarios)

    De nada sirve tampoco que se les enseñe a los niños, para cuando sean mayores, que vean en la mujer un ser igual a ellos, a la que deben de educar y amar, para la que han de guardar todas las consideraciones. Diariamente se ofrece a sus ojos inocentes, el espectáculo de hombres brutos, semisalvajes, apaleando a su compañera.
    Oyen contar, con algo de delectación, historias amorosas en las que siempre salió burlada la mujer, abusando de su debilidad orgánica.
    Observan como el sexo femenino es tomado a chacota por todos; ven que los hombres se muestran satisfechos de haber sido tenorios alguna vez en su vida, y ante todo ese fárrago de bajas, feas pasiones, reconozcamos cuan imposible es que el niño cuando llegue a hombre sea lo que le enseñaron que fuese.
    Una vez más, sufrimos las consecuencias de una gran equivocación, al pretender que los niños se moldearan en forma antitética por todos los conceptos, al ambiente en que se desarrollan. Urge pues, que los padres estudien el problema de la instrucción y que aunados con los maestros, vayan desterrando con sus actos, con sus costumbres, toda perversión moral del ambiente del niño, que sea para este el hogar la continuación de la escuela. Así tomaran forma en su cerebro las lecciones, observando que sus padres actúan en el sentido que a él se le explica y se le enseña. Se le quitará fuerza de este modo al mal ejemplo de la calle. Esforcémonos todos por encaminar bien a los niños, por ofrecerles bellas y sanas lecciones. Que cuando salga de la escuela encuentre en su hogar alegría, besos, bienestar moral, armonía. Si los padres tienen algún disgusto, algún malhumor, que no lo demuestren en presencia de los pequeñuelos. ¡Que no empiecen a sufrir a tan temprana edad, cuando apenas se ha borrado de sus rostro la ilusión de la que nacieron, por la que fueron concebidos!
    Precisa que los niños adviertan siempre que sus padres no están satisfechos con el actual orden de cosas, que protestan por las injusticias, que son rebeldes a todas las trabas que pretendan imponérseles, que rehúyen la amistad con los seres degenerados, con los borrachos, con los jugadores, con todos los que por cualquier medio conviven con el vicio. Que si alguna vez hablan con estos hombres es  discutiendo, tratando de alejarles de la taberna y de los garitos, haciéndoles comprender que son indignos del aprecio de los demás. Toda esa labor, comprenderéis que no incumbe sólo al profesor.
    Sabed, ante todo, que el maestro no puede actualmente ser un educador. Para que lo fuese sería necesario que apenas tuviese alumnos a su cargo, disfrutando del tiempo suficiente para instruirlos y educarlos. Como los medios económicos prohíben que así sea, el maestro se ve obligado, aun a pesar suyo, a admitir en clase muchos alumnos, demasiados alumnos como para poder cubrir sus necesidades.
     De aquí que apenas le quede tiempo para instruirlos. Los teóricos de la enseñanza no han contado con esta casuística que en la práctica existe. Como siempre el interés material se impone y desgraciada, fatalmente, hay una parte de imposibilidad en llevar a la rigurosa práctica, las amplias, libres y grandiosas enseñanzas modernas.
     El maestro, dentro del actual régimen económico, sólo puede ser instructor. Precisa que los padres sean educadores.
   ¿Comprendéis el alcance de la idea? Pues a completarla pronto, sin demora, sin dilaciones; esforzarse por educar a vuestros hijos, que el maestro los instruirá, y entre  ambos se prepararán los hombres del mañana, libres, inteligentes, luchadores, artistas, amantes y prontos a conquistar la anhelada libertad, que nosotros, por nuestro atraso, del que somos culpables, no pudimos alcanzar. 





     Tras aquellos meses al frente de la Escuela del Centro Obrero de Castro del Río regresaría nuevamente a su Asquerosa natal, aunque sin romper los lazos con sus compañeros de Castro del Río y Espejo, con los que siguió manteniendo asidua comunicación. De hecho pasaría por Castro en diferentes ocasiones antes de instalarse definitivamente en Barcelona a finales de 1916. Los motivos de su marcha y sus posterior evolución personal los posponemos para una nueva entrada complementaria de la actual.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Hemeroteca Digital de la BNE: El País, El Motín, El Imparcial y otros.
Hemeroteca de la Biblioteca Virtual de Andalucía: El Defensor de Granada y Gaceta del Sur.
Hemeroteca Digital de los diarios ABC y La Vanguardia de Barcelona.
Prensa libertaria digitalizada: Tierra y Libertad, Solidaridad Obrera (Cedall).
Francisco Madrid: “La prensa anarquista y anarcosindicalista en España (1869-1939)".
Joan Zambrana: “El anarquismo organizado en los orígenes de la CNT. Tierra y Libertad 1910-1919".
Ian Gibsón: “Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca (1898-1936)” . Plaza & Janés Ediciones S.A. 1998.
Miguel Caballero Pérez / Pilar Góngora Ayala: “Historia de una familia: la verdad sobre el asesinato de García Lorca”. Ibersaf. Madrid, 2007.
Antonio Mª  Calero Amor: “Historia del movimiento obrero en Granada” (1909-1923). Ed. Tecnos. Madrid, 1973.
La masonería en la España del siglo XX. José Antonio Ferrer Benimeli (coord.) Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española: Cortes de Castilla-La Mancha. 1996.
Juan Díaz del Moral: “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas”. Alianza Universidad. 1984.

19 abril 2014

INTOLERANCIAS: LA SEMANA SANTA DE CASTRO DEL RÍO DE 1920.




    El 1º de abril de 1920 retornaba a la Alcaldía de Castro del Río el farmacéutico don Andrés Criado Rodríguez en sustitución de don Antonio Pérez López Toribio, pertenecientes ambos a la mayoría liberal fernandista. Su primer contacto de calle con la vara de mando lo tuvo durante la celebración de la Semana Santa de aquel año.

   Unos incidentes, ocurridos en la procesión del Santo Entierro de la noche del viernes, le obligaron a permanecer durante buena parte del día siguiente encerrado en el despacho de la Alcaldía redactando un telegrama urgente dirigido a la primera autoridad provincial. Por fin, a las 4 h. 50 m. de la tarde era depositado en la estafeta telegráfica el siguiente despacho:

  “Sobre las nueve de la noche de ayer al pasar la procesión del Santo Entierro por la Plaza de San Rafael, se aproximó un sujeto a la escolta de los romanos que acompañaban el Santo Sepulcro y profiriendo insultos a uno de dichos romanos se suscitó una cuestión que llevó el pánico a la inmensa multitud de hombres, mujeres y niños que se desbordaron en huida, produciéndose alarmante confusión, dando ocasión al consiguiente atropello. Hice grandes esfuerzos por calmar el movimiento, logrando la reacción después de quedar las imágenes abandonadas en el suelo y rotos gran número de los faroles que alumbraban a los santos, con desperfectos en algunos de ellos.
    Hasta ahora no tengo conocimiento de que ocurrieran desgracias personales pero si muchos heridos leves y contusos, y hasta la Casa Ayuntamiento han llevado muchos mantones, chales y mantillas, y hasta un alfiler de oro de caballero que quedó en el suelo en el lugar del suceso.
   La policía practica gestiones en busca del sujeto que dio motivo al grave incidente, que según rumores, se trata de un caracterizado sindicalista que persiguiendo deslucir la manifestación religiosa propia del día se propuso disolverla por semejantes medios, lo que pudo motivar un día de luto para el vecindario.
    Tan pronto como logre su detención como la de aquellos otros que pudieran estar confabulados los pondré a disposición del juzgado.
   Ahora mismo se me presenta un oficio del Centro sindicalista comunicándome que a las tres de la tarde del día de mañana se celebrará una reunión pública en el teatro Cervantes para tratar cuestiones de asociación y reorganización. Como pudiera ser que semejante reunión tuviera alguna conexión con el incidente brutal ocurrido anoche, se lo comunico a V.S. absteniéndome de autorizarlo hasta tanto conozca su criterio para obrar con arreglo a las instrucciones que espero de  V.S. con la urgencia que reclaman las circunstancias, pues temo que en dicho acto se exalten los ánimos y puedan excitar a las masas a cualquier otro escándalo que produzca alteración del orden público, puesto que los elementos del Centro Obrero, por sus ideas sindicalistas, sólo pretenden en toda ocasión atentar contra la normalidad y tranquilidad de la población. Le ruego encarecidamente  me diga que he de hacer respecto al mitin o reunión pública que solicitan para el día de mañana”.

   El mitin solicitado por el Centro Instructivo de Obreros sería finalmente denegado.

   El Defensor de Córdoba,  responsable en parte de lo sucedido como argumentaremos más adelante, tardó casi una semana en hacerse eco de la noticia, que nos presenta con alguna ligera variación en relación al comunicado oficial:

    “La procesión del Santo Entierro lucía perfectamente hasta llegar a la Iglesia Mayor en la que ocurrió una salvajada, que así puede llamarse, en la que pudieron ocurrir muchas desgracias. Un individuo del Centro Obrero, que dice ser sindicalista, venía desde la salida de la procesión insultando a uno de los soldados romanos. Cansado éste de sufrir injurias e insultos, amenazó con una lanza al insultante, y lo hubiera pasado mal si no llega a ser por la intervención de otros romanos y de  la policía que estuvieron a punto de evitar el lance y poner preso al autor de tan criminal atentado, sin poderse evitar los atropellos y sustos de las mujeres, niños y niñas, que algunos resultaron con heridas y contusiones. Reina gran indignación entre las personas cultas y sensatas, que protestan contra hecho tan vandálico y solicitan caiga el rigor sobre del atentado”.


     La noticia se prestaba a su rápida propagación a través de la prensa por los más dispares rincones de la geografía española.
     En unas primeras comunicaciones mantenidas entre el nuevo Alcalde y el Juez de Instrucción del Partido, unos informes suministrados por el jefe de la Policía Municipal (Andrés Villatoro) apuntan  hacia dos caracterizados sindicalistas como responsables de los hechos. Sus nombres, Rafael Villegas García y Rafael Márquez Porcel, quedando este último detenido en la cárcel del partido a disposición del Juzgado.
    En una comunicación posterior se adjunta un nuevo informe al respecto:

   “El jefe de los municipales ha obtenido una confidencia reservada de M. R., que tiene su domicilio en la calle Alcaidesa, que asegura haber oído que en el Centro Obrero  habían sido designados por sorteo doce individuos para que por cualquier medio atentaran contra las procesiones de Semana Santa”.

    También aparecen relacionados los nombres de los heridos y contusos por si estiman a bien personarse como acusación: Manuela Ramírez Arjona (Trastorres), Dolores Bravo Moreno y Juana de la Rosa Córdoba (Casas Altas), Francisco Torronteras Millán (Plaza de la Iglesia), una hija de Rafael Ruz Rosa que habita en la Huerta de las Ventanas y Blas Lucena Bracero, sus hijos Manuel y Dolores, con domicilio junto a la Fabrica de Carbonell.
    El asunto terminaría con el procesamiento de los vecinos Rafael Márquez Porcel, Rafael Nuflo Cid (a) Cebolla y Bernardino Villegas García, “sujetos que no gozan de buen concepto público y que como afiliados al Centro Obrero Sindicalista se han significado en los movimientos organizados por dicho centro contra la normalidad del orden social de la población”.


    Hasta octubre de 1923 no llega a resolverse el juicio en la Audiencia Provincial, resultando finalmente condenado Márquez, a la pena de seis meses y un día de prisión correccional, y absueltos sus compañeros.
    Esta manifiesta intolerancia contra la religiosidad popular, sin precedente hasta la fecha, tiene su explicación o razón de ser. Que conste que no pretendemos justificarla, simplemente explicarla y situarla en su contexto histórico.  
   Durante el Trienio Bolchevista (1918-1920) la clase patronal agrícola cordobesa se ve desbordada por la pujanza y fortaleza reivindicativa de las organizaciones obreras, especialmente tenaces en aquellas poblaciones en las que había arraigado el anarcosindicalismo desde principios de siglo, caso de Castro del Río o Espejo.
    La intensa conflictividad social rompe la tradicional armonía, se genera desconfianza, intolerancia y actitudes de  intransigencia de la que también participaban los “castreños de orden”.
    Cuando a principios de 1920 el conflicto parece remitir y empieza a cundir la desorganización y el desánimo entre las filas sindicalistas, recala en la provincia de Córdoba una misión propagandista de acción social católica agraria encabezada por el padre jesuita Sinisio Nevares. El promotor de la gira era el montillano don Francisco Alvear (VI Conde de la Cortina), primero en apostar por el movimiento social cristiano en la provincia. Su propósito estaba claro, se buscaba la creación y arraigo por toda la geografía provincial de Sindicatos Católicos en los que pudieran convivir armónicamente patronos y obreros, y así poder contrarrestar, atenuar la acción  o liquidar aquellos otros anclados en la tradicional lucha de clases.
    Después de Montilla, donde ya existía organización desde 1917, las siguientes escalas de aquel periplo misionero iniciado a principios de marzo de 1920 fueron  las villas de Espejo y Castro del Río.



   El padre Nevares se hacía acompañar de un obrero llamado Juan de Dios Manuel, que decía ostentar la representación del Secretariado de los Sindicatos Católicos Ferroviario y Minero. Es precisamente J.de D.M. quien realiza la cobertura informativa de aquella gira a través de las páginas amigas del diario El Defensor de Córdoba. En todos los pueblos cuentan con la obligada colaboración del párroco o arcipreste, así como la de los más destacados miembros de la patronal agrícola.
     Remite una primera crónica partidaria desde Castro del Río en la que se hace eco de cierto alboroto con motivo del accidentado mitin de presentación celebrado en el teatro Cervantes. El arcipreste del partido don Antonio Márquez, el obrero Juan de Dios Manuel y el Padre Nevares, hicieron uso de la palabra en ese mismo orden. Conforme explicaban su armónico plan de organización social y trataban el problema de la propiedad de la tierra fueron interrumpidos en reiteradas ocasiones por los sindicalistas, que finalmente llegaron a  irrumpir en el escenario en petición del uso de la palabra, que según el cronista “les fue concedida por la autoridad accediendo al ruego de los propios propagandistas católicos”. Un reto de controversia lanzado por Dionisio Quintero Garrido, maestro de la Escuela Racionalista del Centro Instructivo de Obreros y destacado dirigente, parece ser que fue recogido por el párroco del Carmen don José Luís Aparicio, que propone que ésta sea sostenida bien de palabra o por escrito en torno al tema “Como la regeneración de los trabajadores ha de venir por los sindicatos católicos”, permitiéndose a los sindicalistas sostener el punto de vista contrario. La controversia no llego a celebrarse. Según J. M. de D. “se acobardaron los elementos levantiscos, que desalojaron el salón comentando las incidencias del acto”.
    Juan Manuel de Dios fustigó a los elementos patronales “por la pasividad y abandono con las que han mirado a sus obreros en asuntos de tanta monta como son las reivindicaciones justas y el perfeccionamiento moral, que han contribuido no poco al fomento y arraigo del anarquismo en este pueblo hasta el extremo de poder considerarse como la cuna del anarquismo en esta región”.
    No faltaron sus alusiones a la labor educativa desplegada por el centro obrero desde su escuela laica basada en los principios de la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia: “Estos son los frutos recogidos por la enseñanza que en las escuelas racionalistas que desde el año 1905 vienen funcionando y son los resultados de los congresos anarquistas, en los que se adoptaron los acuerdos del incendio y la destrucción de las cosechas”.
    El padre Nevares, en párrafos vigorosos, llegó a decir que “la Iglesia había sido la única institución que ha procurado siempre librar de la esclavitud a los pueblos, y cómo los católicos son los únicos que se ven libres de la tiranía de las cadenas y de la opresión”
    Tras explicar que son los Sindicatos Católicos, hace un detenido estudio sobre las ventajas de las Cajas Rurales de préstamos, encomia las virtudes de la provisión, el ahorro y los socorros mutuos en caso de enfermedad, terminando “pidiendo perdón al auditorio y abrazando junto a su corazón en señal de perdón también, a todos aquellos que fanatizados, no guardaron las formas de hidalguía que caracterizan al pueblo andaluz”.


    Como aquel mitin, a consecuencia de las continuas interrupciones, no pudo desarrollarse por cauces de normalidad se organizó otro para el día siguiente en el mismo escenario (5 de marzo). Los propagandistas estuvieron arropados por la primera autoridad local y por varios notables de la localidad comprometidos con la puesta en marcha el Sindicato Católico afecto a la Confederación Nacional Católico-Agraria (CNCA).
   El R.P. Nevares pudo explicar con más detenimiento “la beneficiosa influencia de estos sindicatos y los favores que a los pueblos facilitan”.
   De aquella reunión saldría una primera Junta Directiva. La presidencia recayó en el labrador y almazarero don Rafael Criado L. Toribio, la vicepresidencia en el agrarista y ex alcalde conservador don Antonio Navajas Moreno, mientras que del ingrato cargo de tesorero-contador se responsabilizaba el ex seminarista y abogado don Manuel Castro Merino a) Cabeza Cazón. El joven párroco de El Carmen, don José Luis Aparicio, sería el encargado de orientar su marcha dentro de los principios de la asociación social cristiana propagados por el Padre Nevares.

Don Antonio Navajas Moreno (de ala ancha)


    Sobre la tribuna, el labrador don Antonio Navajas Moreno, con el fin de allegar al mayor número posible de adeptos a la causa, sorprende con un espontaneo ofrecimiento. Se muestra predispuesto a ceder a los aproximadamente 300 colonos a los que tiene subarrendadas parcelas, la explotación directa de las mismas al mismo precio que él las lleva. Otro señor, cuyo nombre no trasciende, ofrece 150 fanegas de tierra para distribuirlas entre los socios, mientras que un comerciante,  Pablo Yepez Lort, promete trato de favor a los obreros-socios a la hora de abastecerse de los artículos suministrados en su establecimiento de paquetería.
     Como resultado de tal cúmulo de actos de generosidad y altruismo, salieron de inmediato un buen número de obreros castreños dispuestos a engrosar sus filas.
     Todavía antes de abandonar los misioneros la “manumitida” villa de Castro del Río celebraron una última reunión en el Círculo de Labradores al objeto de hacer un llamamiento en pro de allegar fondos con los que constituir la necesaria Caja Rural. En menos de una hora se reúne la suma de 119.900 pesetas, de las que 11.500 son donativos y el resto imposiciones de ahorro.
      La maniobra del “gato palo”, como era conocida despectiva e irónicamente esta argucia de captación entre el proletariado rebelde, había operado el efecto deseado.
      Las reiteradas y grandilocuentes alusiones de Juan de Dios Manuel al arrollador triunfo de sus postulados, tal como se desprende de las sucesivas crónicas remitidas al Defensor de Córdoba, debieron de excitar los ánimos de los anarcosindicalistas locales. Seleccionamos algunos párrafos de su reiterativo e interesado discurso:

    “La mecha ardorosa ha prendido e inflamado los corazones de ese amor mutuo de unas clases para con otras y Castro del Río, grande por su historia, rico por su suelo y noble por sus habitantes volverá a ser lo que fue un día, mansión patriarcal donde se vivirá única y exclusivamente del bien y para hacer el bien”.

   “El milagro esta hecho, el pueblo de Castro del Río, avivado en su celo amoroso hacia el solar querido y hacia la religión se sus mayores, se sacudió el aletargamiento que hacía 20 años se hallaba sumido y formó a la vanguardia de esa gran cruzada emprendida por la sindicación cristiana para la restauración de los pueblos”.

    “Pueblo de Castro del Río, has salido a la palestra, has pisado la arena para luchar por Cristo y forzosamente has de vencer en Cristo”.


     Una vez realizado este necesario inciso sobre aquella misión del Padre Nevares, que nos puede servir para entender y nunca para justificar aquellos incidentes en la procesión del Viernes Santo, retomamos el asunto.
     Tal como ya relatábamos le tuvo que resultar imposible a la autoridad judicial demostrar que se trataba de un planificado y premeditado atentado orquestado desde el Centro Obrero, aunque la sospecha parece más que fundamentada. Así aparece también expresado en la tradición oral, que refiere que, además del incidente con la escolta romana, desde los tejados de su sede social de la C/ Colegio 15 se lanzaron algunas piedras coincidiendo con esos momentos de desconcierto y desbandada general.
     Sea como fuere, organizado o improvisado, creemos que no debió de ser casual la elección de la cofradía contra la que se debía de atentar, la más señorial y brillante de cuantas participaban en sus desfiles procesionales de Semana Santa. Nos referimos a  la muy antigua y venerable hermandad del Santo Sepulcro y Soledad de Nuestra Señora, que había ganado considerablemente en esplendor con la llegada al cargo de Hermano Mayor de don Francisco Algaba Luque en el año 1918. A ella pertenecía la práctica totalidad de la burguesía agraria de Castro del Río y tenía su sede en la Iglesia Parroquial de El Carmen, de la que era precisamente párroco don José Luis Aparicio, alma mater del recién creado sindicato católico.



    Otra consideración a tener en cuenta es en lo referente a la composición social de las tradicionales escoltas de romanos. Históricamente se nutrían de personas de extracción social humilde seleccionados entre el personal de confianza de los labradores y propietarios relacionados con las cofradías. Su voluntariosa presencia, suponemos, sería recompensada justamente con invitaciones a participar las típicas celebraciones profanas cuaresmales y con los pertinentes refrigerios en los gastronómicos descansos de las procesiones de Castro del Río. Los primeros militantes obreros del sindicalismo católico debieron de salir de entre estas personas, que desde la otra orilla eran tachados con apelativos despectivos como los de  “paniaguados” o ·estómagos agradecidos”.
     La posterior evolución del sindicato católico y el análisis sobre la puesta en marcha de las prometidas y caritativas mejoras sociales para el proletariado agrícola de Castro del Río, la dejamos aparcada para otro momento.

FUENTES UTILIZADAS

   Prensa periódica provincial: Diario de Córdoba, El Defensor de Córdoba y Montilla Agraria.
   Prensa obrera: alguna referencia aislada procedente de Tierra y Libertad.
   Archivo Histórico Municipal de Castro del Río: Copiadores de correspondencia del Alcalde con el Gobernador Civil y con las autoridades Judiciales.
   Juan Díaz del Moral: Historia de las Agitaciones campesinas andaluzas. Alianza Universidad. 1984.

    PD: Durante esta entrada nos hemos estado refiriendo constantemente a comportamientos, actitudes y  mentalidades de los castreños de hace casi un siglo, por lo que cualquier parecido o comparación con la realidad actual está totalmente fuera de lugar. Afortunadamente la sociedad ha podido desprenderse poco a poco de ese servilismo casi feudal de otrora.
     Con respecto a las tradicionales celebraciones de Semana Santa, cada día más populares y participativas, en un obligado ejercicio de tolerancia hemos de aprender a respetar las diferentes maneras que los andaluces tenemos de celebrarlas. Un servidor en concreto, para nada religioso, por vivencias personales profesa especial admiración por ese cúmulo de singularidades que la Semana Santa de Castro del Río ha sabido preservar y conservar sin apenas modificaciones.

17 abril 2014

El Viernes Santo de 1911 en Guájar Faragüit




   El Imparcial en su edición del día 16 de abril del año 1911 recoge en primera plana las noticias remitidas, vía telegráfica, por su corresponsal en Motril (Granada) sobre un, a primera vista, espeluznante y salvaje crimen perpetrado en la tarde noche del Viernes Santo en la pequeña villa de Guájar Faragüit (apenas 1200 almas). La víctima, el señor cura párroco de este aislado enclave geográfico situado a 15 km. de la cabeza de partido:


  “Esta mañana comenzó a correr el rumor de haberse cometido un horrible asesinato en Guájar Faragüit, pueblo de este partido judicial. El Juzgado no ha vuelto todavía; pero a falta de la versión oficial, puedo transmitir referencias particulares autorizadas.
    El pueblo de Guájar Faragüit es un rincón africano trasplantado a nuestra Península. Como su mismo nombre, de puro abolengo árabe, indica, se halla asentado entre ásperas fragosidades, cerca del río de la Sangre, en lo más fragoso de la tierra de los Jarales. La ferocidad de sus pobladores y el formidable reducto de riscos con que la Naturaleza le defiende, le hacen poco menos que inaccesible. Las autoridades no disimulan su temor cada vez que tienen necesidad  de arriesgarse en aquel abrupto asilo de bárbaros.
    Descritos, escenario y actores, a nadie sorprenderá, la tragedia que voy a relatar. Desde hace tiempo, el vecindario de Guájar venía alimentando un odio sordo contra su párroco, un apacible y honrado sacerdote, don Eugenio García Montoro. El desventurado señor vivía como en misiones, esforzándose abnegadamente por evangelizar a sus feroces feligreses. No ignoraba que le acechaban graves riesgos y así lo había  manifestado varias veces; pero vivía resignado a cumplir a todo trance su amargo deber.
    Recientemente observó que la hostilidad crecía. Por dondequiera, despertaba su paso murmullos amenazadores. Las torvas miradas que a cada paso se clavaban en él, empezaban a atemorizarle.
    Anoche, con motivo de la solemnidad del Viernes Santo, debía predicar. El templo estaba lleno. Subió al púlpito y pronunció las primeras palabras lleno de temor, porque había presentido algo extraordinario.
     No era infundada su alarma. De pronto, como si todos los que llenaban la iglesia estuviesen de acuerdo, prorrumpieron en aullidos terribles y se arremolinaron bajo la sagrada cátedra.
     El pobre sacerdote huyó, loco de pavor, por la puerta de la sacristía, ganó la calle e intentó a todo correr refugiarse en su casa; pero antes de que llegase a la puerta, la muchedumbre que le seguía rugiendo le alcanzó y le derribó.
     Lo que ocurrió entonces es indescriptible. Los vándalos se cebaron en el cuerpo del infeliz padre García. Todos le hirieron, con palos, puñales, pistolas. Los que no tenían armas le golpearon con piedras. No quedó uno que no saciase en el indefenso cura su bárbaro furor. Cuando le vieron muerto, despedazado, horrorosamente mutilado, se fueron tranquilamente a sus cubiles.
    El pueblo en masa es culpable; pero se dice que dos hermanos apellidados Correa fueron los iniciadores del horrendo crimen”.

Iglesia Parroquial de Guájar Faragüit


    Todo indica que “las referencias particulares autorizadas”, de las que se vale el corresponsal motrileño a la hora de redactar su sensacionalista e hiriente crónica, le traicionaron o bien se dejó llevar en demasía por su propia fantasía.
    Un primer telegrama remitido por el jefe del puesto de la guardia civil de Motril, desplazado al efecto, informaba al Gobierno Civil sobre el suceso en los siguientes términos:

    “Noticias verídicas sobre muerte cura Guajar no tengo ningunas, las espero hoy. Según guajareños cura tuvo cuestión por la mañana con sujetos jugaban puerta iglesia. Dicho cura usaba Browing. Por la noche estando en su casa, alcalde y juez, se fue a mudar ropa. Se le cayó arma, se le disparó falleciendo resultas heridas. Juzgado ni fuerzas, sin regresar.”


    Tendremos que esperar al martes 18 de abril para conocer el relato pormenorizado de lo ocurrido aquel Viernes Santo de 1911. De la detallada miscelánea que bajo el título de “El cura de Guajar” se publicó en el diario El Defensor de Granada se desprende que al infortunado sacerdote, “aunque honrado y bueno, le perdía su carácter, algo irascible, impetuoso e imposible de aguantar”.
    El suceso tiene su origen en unas recriminaciones mañaneras por parte del señor cura a varios individuos que se hallaban jugando a la puerta de la iglesia parroquial de San Lorenzo Mártir. Aunque no se menciona, suponemos que andarían entretenidos con el famoso libro de las cuarenta hojas, algo, según la moral imperante, poco acorde para día tan señalado en el calendario litúrgico. El párroco no iba a salir demasiado bien parado de la reprimenda, ya que recibió a cambio algún que otro maltrato de palabra.
   Durante los Santos Oficios, los jóvenes recriminados y otros vecinos testigos de la escena tuvieron frases de censura para el cura por sus intemperancias y amenazas. A la salida del templo se volvieron a cruzar palabras ofensivas, viniéndose a las manos, sufriendo el cura algunas contusiones a consecuencia de los golpes que le propinaron los interfectos.


   Conocedores el señor Alcalde y Juez municipal de los incidentes se personaron en el domicilio del cura, tanto para interesarse por su estado de salud, como para tomarle declaración en el sumario abierto por la agresión de la que había sido objeto. Lo encontraron excitado y nervioso, manifestándoles su deseo de marcharse al día siguiente a Motril para ser atendido por un médico y buscar a una persona perita que le ayudara a formular la pertinente denuncia en el juzgado de instrucción.
   Tras despedirse, hallándose ya en la calle los visitantes, sintieron un disparo de arma de fuego que procedía de la habitación del cura. Alarmados, volvieron sobre sus pasos seguidos de algunos vecinos, encontrándose al cura cadáver. A sus pies se hallaba la pistola marca Browing que don Eugenio García Montoro, acostumbraba a llevar bajo los mantos.

   “Por la posición del cuerpo y la de la pistola, parece indudable que el suceso ocurrió hallándose de pie el cura, que al desnudarse se le cayó el arma, chocando contra el suelo y saltando el proyectil que le entró por el tobillo y en dirección de abajo hacia arriba, le perforó la pierna, el vientre y el corazón.
   La diligencia de la autopsia ha comprobado la rara trayectoria que hizo el proyectil verticalmente, atravesando el cuerpo del infortunado sacerdote”.

    Esa visión de salvajismo y barbarie, que nos transfiere el cronista motrileño, en relación a los pobladores de estos apartados y abandonados lugares, debía de hallarse bastante extendida, más por miedo y desconocimiento que por argumentaciones objetivas. Al asimilárseles al estado de las famosas cabilas rifeñas, justo en un momento en que la guerra de Marruecos se hallaba en pleno apogeo, parece como si premeditadamente se intentara retrotraer la historia a los tiempos de la rebelión de los moriscos granadinos contra los cristianos del año 1569, uno de cuyos últimos episodios fue precisamente el Asalto de los Guajares.



    Un par de años atrás de la referida muerte accidental del cura de Guájar, la prensa nacional reproduce similar argumentación, ahora relacionada con los típicos abusos del caciquismo que solía campar a sus anchas, especialmente en estas pequeñas e “incultas” por incomunicadas poblaciones, a las que sólo se podía acceder a través de tortuosos caminos de herradura. 

Gadeón 12 de diciembre de 1909

   Sirva como desagravio hacia estas pequeñas y pintorescas poblaciones a las que me unen en la actualidad lazos de amistad y hábitos de consumo (un buen mosto del terreno) otra semblanza, bastante más realista y amable, trazada años después (1928) por el periodista y escritor Bernardino Sánchez Domínguez (Bersandín) en las páginas del diario madrileño La Voz:


    En estos contornos serranos de la vega de Motril y en lugares de apelativo tan evocador como Guájar Alto, Guájar Faragüit y Guájar Fondón, sus habitantes son dueños de la choza en que viven y son propietarios en su  mayoría de la heredad  y de las chumberas que la acotan, en la que suelen tener la sombra y el fruto de una higuera, por lo menos, o de algunos almendros. En tal heredad - corral incultivable, por lo general- son pocos los que pueden recoger, para todo el año, dos o tres fanegas de trigo o de cebada, cuya cosecha, si no les es usurpada o distraída por algún vecino o pariente, va a parar a manos del fisco para pago de los consabidos impuestos del Estado, y sobre todo las cargas municipales, cuando no logra para cumplir estas primordiales atenciones ciudadanas este propietario o cosechero y ciudadano del monte y de la sierra un préstamo usurario o reunir previsoramente, restando algo del jornal de dos o de tres o de cuatro pesetas diarias - si es que ha disfrutado durante el año de un jornal - la cantidad suficiente. Es un detalle a subsanar por los que apetecemos el éxito de la "reintegración al campo".
    Como eso de "disfrutar" durante el año jornales, aun tan ínfimos como los dichos, es por aquí verdaderamente literatura, ¿De qué vivirá esta gente? ¿Cómo querrán que sea? El monte es pródigo, en verdad, y la gente frugalísima; tan frugal que se conforma con vivir sobre la tierra, con las rebañaduras de la tierra. No hay familia que no tenga su borriquillo; no hay mujer ni zagal que no ande "tras ajilando" por barrancos y cañadas hasta reunir, por lo menos, una carga de leña para llevarla en el borrico a vender, por una cincuenta o dos pesetas, a Motril, Nerja, Almuñécar, etc., empleando para ganar eso dos, cuatro o seis días en ir y volver. Si traen íntegro a la familia el importe de esa venta ¿De qué han comido el vendedor y el semoviente?