Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

14 junio 2013

Desvaretando (El invento del pasquín y otros fraudes de postín).



     Este señor bajito y regordete, de rostro cetrino y expresión tranquila, es Gregorio Mayoral Sendino, verdugo titular de la Audiencia de Burgos durante 36 años (1892-1928). Se le computan a lo largo de su dilatada carrera profesional hasta un total de 70 ajusticiamientos por el tristemente célebre método del garrote vil. Admirado entre los de su propio gremio por la precisión y rapidez con que manejaba la mortal argolla, a la que llegó incluso a introducir mejoras y modificaciones. Su diseño, según sus propias palabras, no hace ni un pellizco, ni un rasguño, ni nada; es casi instantáneo, tres cuartos de vuelta y en dos segundos....
      El nº 40 en esa macabra relación lo ocupa el reo Antonio Ramírez Muñoz (Nereo), ejecutado a las 8 horas del día 30 de septiembre de 1915 en la Prisión de Jaén, tras fracasar las invocaciones finales de piedad y clemencia para conseguir su indulto.
      Hasta la prensa de línea editorial republicana (España Nueva) saltarían las votaciones de la comisión ministerial encargada de decidir en extremo sobre el indulto solicitado para el segundo de los reos de Porcuna. Si damos crédito a esta noticia, parece ser que quienes se posicionaron a favor fueron el propio Presidente del Consejo (Eduardo Dato), el Ministro de Hacienda (Conde de Bugallal) y los titulares de las carteras de Estado (Marqués de Lema) e Instrucción Pública (Sr. Conde de Esteban Collantes), que por hallarse ausentes delegaron su voto y representación en el presidente. Los cinco votos en contra, que finalmente fueron decisivos para denegar la elevación del indulto al Rey, los sostuvieron los dos ministros militares, Almirante Miranda (Marina) y General Echagüe (Guerra), Sánchez Guerra (Gobernación), Ugarte (Fomento) y Burgos Mazo (Justicia), para nada dispuestos a contradecir a la jurisdicción militar.

Véanse Artículos de Opinión de Marcelino Domingo


      Este escrito, en el que se anuncia la ejecución matutina del reo Antonio Ramírez Muñoz (Nereo), aparece inserto dentro del articulo dossier sobre el crimen de los hermanos Nereo publicado recientemente por Luis Emilio Vallejo Delgado en el nº 40 de la revista Andalucía en la Historia.
      Me cuesta trabajo entender como este señor, habiendo tenido a su alcance todo un cúmulo de de fuentes documentales, obtenidas y estrujadas previamente por terceras personas, cometa tan craso error al identificarlo de tal guisa:


     Supongo que de esta manera consigue adaptarlo a su particular hilo narrativo. Un pasquín, para la Real Academia Española de la Lengua, es un escrito anónimo que se fija en sitio público, con expresiones satíricas contra el Gobierno o contra una persona particular o corporación determinada.
     Lo que ustedes tienen ante sus ojos es una composición manual, realizada por el que suscribe, partiendo de la noticia publicada en una columna vertical dentro de la primera página del nº 2320 (jueves 30 de septiembre de 1915) de El Socialista. Vuelve a causarme sorpresa, que lo erróneamente identificado como pasquín, además vaya acompañado de una nota de procedencia (Fuente: Biblioteca Nacional), quizá con el propósito de revestir el trabajo de cierto rigor científico.
   Dudo mucho, que mi rudimentaria composición de tijera y pegamento, publicada por primera vez en una de mis entradas a salto de mata, dedicadas al caso de los Hermanos Nereos, pudiera haber ingresado, de manera mágica y misteriosa, entre los fondos de tan magna institución cultural.
    Si el autor de “el copia, pega, pinta,  recorta y colorea” hubiera sido un poquito perspicaz,  no tendría que haber obviado su verdadera procedencia: la Hemeroteca digital de la Fundación Pablo Iglesias, que alberga la colección completa de El Socialista.
     Para nada son el rencor o la envidia quienes me inspiren a la hora de hilvanar esas cuatro letras de censura. Sólo algo de indignación por el descaro puesto en práctica por este señor a la hora de revestirse de dotes de documentalista o historiador, que desde mi particular punto de vista creo que no le corresponden. Para quienes crean que pudiera estar cebándome injustamente con este personaje tan elogiado en determinados círculos de la intelectualidad, les remito a la  prueba de Don Limpio, para que puedan seguir comprobando con sus propios ojos como “el algodón no engaña”.


      Resulta, que para protegerme del desaprensivo abusador de “El copia y pega”, de vez en cuando introduzco ligeras imprecisiones, que me sirven para detectar y  capturar al copión. Y este pez, como no podía ser de otra manera, mordió fácilmente el anzuelo:

     “El 15 de agosto, un acto de inauguración del monumento a Bernabé Soriano congregó a una multitud de 2.000 personas, que convirtieron la cita en un acto reivindicativo en el que exigieron al alcalde de Jaén, el señor Prado y Palacio, que intercediera a favor de los Nereos” (copiado textual del riguroso y laborioso trabajo de investigación histórica del Sr. Vallejo)

      El señor José del Prado y Palacio, destacada figura del partido conservador en la provincia de Jaén, fue alcalde de la capital, pero durante su juventud política (1891-1892). A partir de 1899, su carrera política se proyecta considerablemente al resultar elegido diputado por la circunscripción electoral de Jaén capital, cargo en el que permanece de manera ininterrumpida hasta 1914. En las elecciones celebradas ese mismo es encasillado por la  circunscripción de Lugo, resultando nuevamente elegido como diputado, en cuyo desempeño permanece hasta principios de 1915,  teniendo que renunciar al escaño al ser designado por el Rey como senador vitalicio. El año 1915 lo terminará al frente de la Alcaldía de la capital de España.


     

      El Sr. del Prado y Palacio asistió a la inauguración de la estatua erigida en honor del sabio médico y filántropo Bernabé Soriano, como promotor del monumento y envestido de la condición de senador del reino.  Fue precisamente él quien al final del acto propuso, en medio de grandes aplausos, que en nombre del pueblo allí congregado se le dirigiera un telegrama al rey pidiéndole, como recuerdo al médico que tantas vidas salvó, que indultase a los reos de Porcuna.
     Quien realmente portaba la vara municipal entre sus manos durante aquel acto, y que acompañó en los discursos al Sr. del Prado y Palacio, fue don Alfonso Monje Avellaneda.


     Todavía, si el articulista  hubiese citado aquellas fuentes de las que realmente se ha servido para elaborar su artículo, el martinete de “mentiroso de postín”, automáticamente hubiera recaído sobre la reputación de un servidor, ensuciando y enturbiando mi ya de por si maltrecha fama de mal contador de historias.
     Otra mentirijilla, que clama al cielo, es la presunta adscripción anarcosindicalista que se le atribuye a la sociedad obrera Paz y Libertad, inspirada desde sus orígenes en los principios del socialismo. Como resulta que dispongo de algunas informaciones sobre la crisis que atraviesa el obrerismo y socialismo en Porcuna durante el periodo historiado, casi mejor aparcar esas  apostillas para otro momento. 

09 junio 2013

INCOHERENCIAS (El caso de Porcuna: reos y leyes).


Publicado en la Unión Ilustrada (1 de agosto de 1915)
     Hace unos días, he conseguido, por fin, leer el artículo “El crimen de los hermanos Nereo” publicado por Luis E. Vallejo Delgado (Director de Museo Municipal de Porcuna) en el nº  40 de la revista Andalucía en la Historia.
     Como socio de número de la Real Cofradía de los Hermanos Nereo de Porcuna, en aras de que prevalezca la verdad histórica, me veo, una vez más, obligado a utilizar esta mi humilde tribuna, para efectuar una serie de puntualizaciones sobre lo publicado por este docto, prolífico y polifacético profesional de la cultura local.

     La primera en la frente, el subtitulo del artículo, dossier o como queramos llamarlo: “Cien años de clamor de Jaén contra la pena de muerte”.
     Aparte de que aún restan un par de años para que se cumpla el centenario de aquella campaña tan clamorosa, creo además que se peca exageradamente de sensacionalismo u oportunismo. Me gustaría saber cómo ha llegado este señor a estas conclusiones. Tengo que contemplar la posibilidad de que durante el tiempo que dedicara a documentarse  para la versión novelesca del caso (La Nereida) pudiera haber accedido a fuentes, hasta ahora desconocidas por el resto de los cofrades.


    Ese clamor unánimeque no se manifiesta a las claras hasta finales de mayo del año 1915, lo fue mayormente en favor del indulto de los reos, tal como queda claramente reflejado en las hemerotecas.  
     En aquel contexto histórico, en este caso, y otros de similares características, quienes eran capaces de mostrarse abiertamente contrarios a la pena de muerte fueron las fuerzas políticas antidinásticas (socialistas y republicanos) y los sindicatos de clase.  Querer hacer partícipe de estos posicionamientos, por ejemplo, al diputado del distrito de La Carolina (Don Niceto Alcalá Zamora) que con el tiempo llegará a convertirse en presidente de la II Republica, durante la que, por fin, se aborda la reforma del Código Penal y se suprime la pena capital en nuestro país, no se ajusta para nada a la realidad histórica. 


      Como los recursos digitales siguen abriendo puertas a los amigos de la investigación domiciliaria, que gustosamente colgamos nuestros trabajos en la red a disposición de la generalidad, me he topado recientemente con un artículo titulado “El caso de Porcuna: reos y leyes”, publicado en el diario asturiano El Noroeste  (6 de octubre de 1915), del que es autor el periodista, literato y ensayista Juan Guixé, que nos viene como anillo al dedo para destapar determinadas incoherencias en torno al caso, calificación utilizada por propio articulista, de las que participaban las leyes y la propia clase política encargada de elaborarlas, en el seno de aquel sistema político de la Restauración, que se sostenía gracias al turno organizado de los partidos monárquicos en la detentación del poder.




El Caso de Porcuna
REOS Y LEYES

     La piedad ha movilizado estos días, en favor de los reos de Porcuna, los más heterogéneos elementos políticos. Y no sólo políticos, sino gentes que viven alejadas de la política, pero que tienen una representación social significada, se han lanzado a la calle, han firmado solicitudes, organizado comisiones en favor del indulto de los dos hermanos condenados a muerte. Todas estas personas de diversa significación se han dado la mano para obtener el indulto. Al lado del conservador contumaz ha ido el socialista o el revolucionario inveterado e irreductible.
     ¿Qué quiere decir esto? Una de estas dos cosas a juicio de un periodista: O hay casos en los que la pena de muerte es injusta, o la pena de muerte, “sancionada por la ley, no responde al sentir de los españoles”, o al menos a la mayoría de ellos.
     Se argüirá que tratándose de un acto de tan conmovedora piedad como la salvación de la vida humana son pocas las personas que pueden sustraer su corazón a la idea de perdonar. Efectivamente es así. Pero lo que quiere resaltar este periodista es lo siguiente:
      La ley se hace bajo el influjo de los diversos contenidos morales y psicológicos de la sociedad. La piedad, por ejemplo, en una sociedad humanitaria contribuirá a la formación de sus leyes, de sus costumbres. La idea de justicia igualmente. Pero ocurre que la pena de muerte y la frecuencia de los indultos en nuestro país es algo incoherente y sino incoherente, paradójico.
      En el momento que depende de la regia prerrogativa el indulto de los condenados a muerte, la sanción plena de los tribunales queda vulnerada. Otro caso más grave puede presentarse: el del capricho, el de la influencia. Supongamos que un condenado a muerte es joven y que concurren en él, por otra parte, cualidades interesantes. ¡Qué lástima! La compasión entonces se apodera mas decisivamente de los corazones. El delito será de un modo intrínseco, grave. Pero esas cualidades interesantes harán que  la gente sienta con mayor fuerza compasión hacia él. Pongamos, por el contrario, un condenado a la última pena que no posee dones de simpatía, de atracción interesante, que es todo lo contrario del interés, sin que por ello aventaje en gravedad de delito al condenado joven del que hablaba. Evidentemente la gente no se interesará. Añádase a esto la influencia del  número de parientes, el amor de éstos, la conmiseración que inspiren la madre, los hijos, los hermanos del reo; la posición de estos; el desamparo en que queden, etcétera.
     Otro caso, aun más expuesto, puede presentarse: el de la influencia social, bien política o económica. En este caso, es indudable que el condenado a muerte tendrá muchas más posibilidades de ser indultado que el que a nadie conoce, que no contrajo vínculos de afecto o de gratitud, o de servidumbre con un prohombre político, o que el que es pobre.
     Pero más decisivo es esto: los indultos los gestionan casi siempre los mismos que luego, llamados a legislar, niegan su voto a aquellas iniciativas que tienden a la supresión de la pena de muerte. En el caso de Porcuna, por ejemplo, el conde de Romanones se ha adherido a la petición de indulto. Algunos diputados liberales y demócratas lo mismo. Otro día serán conservadores quienes pidan el indulto. Mañana ocupará la presidencia del consejo el señor conde de Romanones, y la pena de muerte continuará en el Código español. Hasta es posible que el propio señor Dato sea quien – si alguna vez no lo ha hecho ya – pida el indulto. No se puede eximir de esta regla ni al monarca, puesto que en definitiva a él corresponde luego la gloria de la gracia de indulto. ¿Por qué, pues, se indulta unas veces, y se deniega el indulto otras?
     La unanimidad desperdigada de los distintos elementos políticos de nuestra nación, no es, como se ve, tan unánime en el momento de legislar. ¿Por qué? La posición interior del diputado, en este trance legislativo, debe oscilar entre la compasión y la timidez ideológica. No debe atreverse desde el punto de vista de las ideas a suprimir la pena de muerte. En cambio, el corazón, y hasta posiblemente las ideas, deben decirle que la pena de muerte es cruel, y juzgando la desigualdad de su aplicación y la frecuencia de los indultos, fracasados o conseguidos absurda e incoherentemente. Y, sin embargo, él, diputado, no vota su derogación. Oscila, es indudable, este hombre en una balanza de miedo y timidez, de justicia y de egoísmo. Se figura que si se suprime la pena de muerte va a bambolearse el orden social, y que al día siguiente de su imprudente sinceridad legislativa, los cimientos del  Estado van a estar en medio de la calle, aniquilados, pulverizados. El egoísmo le dice también que su tranquilidad económica va a perecer estrangulada por sus propias manos. Le sucede que la perplejidad es su posición frente a la balanza; esto siendo benignos con él. En otros casos lo que cree este legislador es que la pena de muerte es un sano correctivo que defiende a la sociedad de males horrorosos, y que debe conservarse tan solícitamente contra la salud del cuerpo o la fortuna privada.
     Y esta incoherencia seguramente persistirá. No veremos, por ejemplo, a los legisladores que ahora han ofrecido su voluntad al reo ejecutado en Porcuna, prometer su voto cuando se abran las Cortes, o dentro de la primera etapa liberal, a quien intente suprimir la última pena.

      PD. Lo de la Real Cofradía es una pequeña chanza irónica, que no tiene nada que ver con la realeza ni con la religión, de la que me sirvo intencionadamente para recalcar el propósito que compartimos algunos de intentar aproximarnos con las fuentes al esclarecimiento de éste, hasta hace poco, desconocido suceso de la historia local.
     Véanse los trabajos del pionero en la investigación del caso (Hermano Mayor), el cronista oficial de la ciudad de Porcuna, Antonio Recuerda Burgos:
     “La tradición oral del crimen de los Nereo”, así como el exhaustivo y completísimo dossier documental publicado con el título “Ocho documentos para aproximarnos a la historia de los hermanos Nereo”. En un segundo plano, las diferentes entradas publicadas por un servidor en este mismo espacio: “Los Hermanos Nereo a salto de mata”, con imprecisiones y a veces atrevidas o erróneas interpretaciones que ido corrigiendo sobre la marcha.
    Más madera y nuevos documentos sobre el caso en próximas entradas.

    Más apostillas: Desvarentando (El invento del pasquín y otros fraudes de postín).