Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

19 noviembre 2011

AMORES QUE MATAN (EL DESENLACE)

    Habíamos dejado a nuestros protagonistas dando un plácido paseo por la carretera del Brillante, después de haber almorzado juntos en la soleada terraza de la Venta de Vargas.
    Pasaron justo por delante de la cancela de la finca de Santa Inés, donde un individuo les ofreció unas naranjas que compraron. Continuaron con su paseo y sentaron se a descansar en una peña al lado derecho de la carretera, como a unos doscientos metros más allá de la citada finca. Varios individuos que les vieron testificaron que aparentaban estar contentos, pues jugaban como chiquillos arrojándose las naranjas en plan de broma.
    Serían las cuatro y cuarto aproximadamente cuando quienes se encontraban o vivían en los alrededores de aquel paraje oyeron varias detonaciones. Fueron dos piconeros que casualmente pasaban por allí los primeros en percatarse del macabro cuadro que ofrecía la pareja tendida sobre un charco de sangre.
    El siguiente en acudir fue el sacerdote-capellán de la Casa de Expósitos don José Guzmán Ajenjo (uno de los “Curas Mellizos”; el otro se llamaba Antonio, y  fueron íntimos amigos del canónigo lectoral de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, el castreño Andrés Caravaca Millán).
    Este que pasaba unos días de descanso en una finca de su propiedad, denominada la Ascensión, próxima al lugar de los hechos, pudo comprobar que Mercedes estaba muerta, mientras que Rafael, que empuñaba en su mano una pistola marca Star nº 9, aun daba señales de vida, por lo que pudo administrarle los últimos auxilios espirituales antes de ser conducido con urgencia en un automóvil de servicio público a la Casa de Socorro y colocado sobre la mesa de operaciones, donde los médicos no pudieron hacer nada por su vida.

Rafael Juarez en el momento de fallecer en la Casa de Socorro

    Poco después se personaría el Juzgado en el lugar de los hechos para levantar el cadáver de la infortunada Mercedes. Allí había quedado también la pistola cargada con la que se efectuaron los disparos. Todo indica que el propósito suicida era idea exclusiva de aquel y que ella terminaría convirtiéndose en una víctima de los problemas económicos que Rafael venía arrastrando por su desordenada vida, como posible causa de tan fatal resolución.



    El testimonio del camarero que les atendió en la Venta de Vargas parece ratificar la inocencia de Mercedes, que ante la propuesta de Rafael de llevarse una botella de Champagne para tomarla allá arriba, pudo convencerle para dejar la celebración espumosa para la vuelta. Ninguno de los dos volvería a sentarse ya en la terraza de aquella venta de la que fueron asiduos clientes.

Cadaver de Mercedes Roldan en el lugar de los hechos

    “El cuadro que se presentó ante el Juzgado era imponente. La desventurada Mercedes Roldan se hallaba en el suelo en posición de cúbito supino. Las piernas las tenía cruzadas sin violencia, como si la muerte le hubiese sorprendido en dicha posición.
    Vestía una blusa de seda azul, una falda negra también de seda y un elegante abrigo de Astrakán de color marrón claro. Calzaba finos zapatos de color y llevaba puestos unos guantes claros de gamasa. Un sombrero de terciopelo negro se hallaba junto al cadáver y cerca de la mano izquierda un bolso también negro.
    En lo alto de la peña en la que se verificó la tragedia estaban las naranjas que Rafael había regalado a su víctima”.



    Prescindo de los escabrosos detalles de las autopsias y me limito a describir las pertenencias que llevaban encima cada uno de ellos:
    Mercedes Roldán, llevaba puestos unos zarcillos de oro y diamantes, uno de los cuales estaba roto a consecuencia de los disparos. En el bolso se le encontraron varias llaves, un espejo y un pañuelo de seda.
    A Rafael Juárez se le hallaron dos carnet, uno de conducir y otro de somatenista, expedidos a su nombre; un paquete de tabaco, una suma de dinero que no sobrepasaba los veinte céntimos  y tres cartas. Sus destinatarios el Sr. Juez de Córdoba, don Benito Barrionuevo de Porcuna (su socio) y doña Espiritusanto Pérez Moreno (su esposa).
    Sólo de la carta dirigida al Sr. Juez trascienden algunos detalles:

    “Señor Juez, los dos tenemos el gusto de ir a la misma sepultura; le agradeceré que sea en el cementerio de San Rafael. A nadie se culpe de nuestra muerte. Es capricho morir juntos, suplicando justicia”.
   P.D. “Y a la vez suplico que esas cartas se entreguen a sus destinatarios”.

Cementerio de San Rafael 

   La lectura de esas letras causó su lógico impacto en el sentimiento popular, que no tardaría en interpretar el caso como si se tratase de un autentico drama de amor.
   Al periodista del Diario la Voz, responsable de informar sobre este doble suicidio o asesinato, le corresponderá también colocar las cosas dentro de los cauces normales por los que debía transcurrir la moral pública durante aquellos años:

   “Este trágico suceso ha impresionado hondamente el espíritu romántico del pueblo, que en su imaginación pretende darle caracteres novelescos, cuando verdaderamente es una derivación de una vida licenciosa y de crápula en la que el vicio triunfador quiere idealizarse como el poema del amor”.

    El encargado de reconocer en un primer momento el cadáver de Rafael Juárez, fue otro porcunense llamado Salvador Quero López, adscrito a la plantilla del Cuerpo de Vigilancia de la Policía en Córdoba. Finalizada la diligencia de la autopsia se hizo cargo del mismo un hermano político del criminal/suicida venido ex profeso desde Porcuna.
    Mientras tanto en la parroquia de San Miguel se celebró un funeral por el alma de la infortunada joven Mercedes Roldan, a cuyo término el clero de dicha parroquia se trasladó al Camposanto para recoger su cadáver que recibió momentos después cristiana sepultura.
   Numerosos coches y automóviles ocupados por compañeras y amigas de la víctima se arremolinaron durante todo el día en la puerta del cementerio con el propósito de ver su cadáver. Antes de dársele sepultura, a algunas de las que fueron sus amigas más intimas se les permitiría finalmente verla, desarrollándose escenas muy dolorosas.
   De estas últimas informaciones se deduce que obviamente no fueron atendidas las peticiones recogidas por Rafael en su carta en lo referente a yacer junto a su amada.

   P. D. Mercedes dejó un hijo de ocho meses de edad. 


   

2 comentarios:

  1. En lo que a gráficamente se refiere es increíble que el reportaje en prensa tuviera más fotos que cualquiera de hoy en día...

    Dos entregas magníficas... la crónica negra de nuestra zona es algo que está por descubrir.

    Un saludo.

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  2. Las dos fotografías fueron publicadas en portada por el diario gráfico la Voz de Córdoba, pues de hecho el caso suscitaría la lógica curiosidad-morbosidad popular, traducida imagino que en tiradas especiales.
    Hay algunos casos mas de crónica negra de la Historia de Porcuna, que saldrán a la luz, si no desisto antes de esta apuesta personal tan improductiva económicamente.

    Saludos y tan cortes como siempre.

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