Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

28 enero 2011

El PCE en Castro del Río durante la II República. 2ª parte.



   Habíamos dejado el corte con la celebración de aquella famosa controversia que tanta expectación levantó en toda la comarca. Todavía, 25 años después, era recordada por el anarcosindicalista espejeño Dionisio Crespo desde la prensa libertaria en el exilio:

   “En aquellos primeros años de la República cuando las cuestiones políticas de España empezaban a tomar un cariz desagradable, sobre todo para los trabajadores, recordamos que a raíz de una huelga general elementos del partido comunista enviados desde otro lugar trataron de introducir por medio de unas hojitas, las últimas consignas para introducirse en nuestros medios. La respuesta del Comité Comarcal fue rápida. Los que habían intentado asaltar la fortaleza confederal quedaban desde aquel momento invitados a sostener pública controversia. A este gran mitin por razones de salud no pudo acudir el compañero Bajatierra. La Regional Centro enviaba a Claro Sendón y Avelino González Mallada. Por el partido comunista recordamos a Melero. Miles de trabajadores habíamos acudido para escuchar los argumentos de ambos. Fue un triunfo más que el pueblo confederal de Castro del Río aportó a la CNT”.

Fortaleza medieval-confederal de Castro del Río

   Lejos de apaciguarse los ánimos, la crispación e intolerancia se traslada incluso al terreno personal y profesional. Afloran las navajas barberas. Dos profesionales del gremio de barberos, peluqueros y similares de ideas comunistas (José Fernández Navajas y Rafael Cid Jiménez), habían sido boicoteados a través de una hoja suelta repartida y suscrita por Rafael Alcántara y Blas Garrido de su mismo oficio, seguida de la oportuna replica de los damnificados. En medio de aquel cruce de hojas volanderas, el propietario de la Gutemberg, multado con 100 pesetas, al parecer, por no haber recabado la autorización previa de las autoridad competente.



Navaja barbera procedente de Castro del Río con la inscripción CNT
Gentileza de Diego L. Urbano

   Los boicoteados intentarán establecerse al calor se sus camaradas en la vecina villa de Espejo, donde se toparon con el obstruccionismo del jefe de puesto de la guardia civil a quién no debió entusiasmarle la idea.
   Estos vierten una doble denuncia a través de la prensa provincial. Por un lado contra los anarcosindicalistas de Castro “que ejercen una tiránica dictadura contra obreros comunistas, a quienes el boicot hace imposible el sostenimiento de sus respectivas familias” y por otro, contra la benemérita de Espejo:

   “Llegamos al cuartel de la guardia civil, saliendo un suboficial con gesto airado que nos dijo que nos marchásemos inmediatamente de Espejo si no queríamos que de una patada se nos salieran los hígados por la boca. Ante las amenazas de éste fueron inútiles nuestras afirmaciones al decirle que veníamos autorizados por el teniente del puesto de Castro del Río. Después de amenazarnos con meternos en la cárcel dio un empujón a la puerta y nos dejo en la calle sin poder pronunciar palabra.
   ¿Hay derecho a esta clase de atropellos perpetrados por quienes se llaman representantes de la autoridad y el orden público?”

   En diciembre de 1933, a la par que Joaquín Villatoro publicaba sus primeros artículos con pseudónimo en la prensa cordobesa abogando por el frente único antifascista, se vuelve a celebrar otro acto de carácter comunista durante la campaña electoral a diputados a cortes. El comité central del PCE desplazó hasta Castro al candidato comunista por la provincia José A. Balbontín, acompañado, una vez más de Francisco Galán Rodríguez (los mismos que habían recibido aquellos duros ataques durante la controversia). El acto se vuelve a saldar con incidentes, los oradores fueron interrumpidos y apedreados por los elementos faistas mas intransigentes, y practicadas varias detenciones.

 
   La abstención preconizada por los anarcosindicalistas durante aquel proceso electoral fue determinante para que la coalición de derechas se hiciera con el poder. Los resultados de los votos emitidos en Castro del Río, bastión del anarcosindicalismo en la provincia, así lo demuestran: coalición de derechas 2.883 votos, socialistas 366 y comunistas 57 (recuerdo que votaban por primera vez las mujeres).


   Después de las elecciones asistiríamos en Castro a nuevo cruce de hojas volanderas.  Los comunistas lanzan y distribuyen con profusión una que empieza "Proletarios de Castro del Río" y termina "Por un grupo de simpatizantes del Frente Único - Joaquín Villatoro".
   La respuesta: "Alerta Pueblo. Ante las maniobras que representa el Frente Único" firmada por las  JJLL - Antonio Elías Herencia  y seis más.

   Los primeros meses de 1934 el músico Joaquín Villatoro los pasa entre sus paisanos, antes de fijar su residencia definitiva en Madrid. La pequeña agrupación local de simpatizantes del PCE vivirá sus momentos de máximo esplendor. Por iniciativa suya y dirigida por el radical socialista y corresponsal del Sur en la localidad José Rodríguez Rodríguez (Posthumio) y Teodulio Díez Chaudín, se reactiva la agrupación local de “Amigos de la Unión Soviética"que ya venía funcionando de atrás. Se trata de una iniciativa que cuenta con el beneplácito y apoyo del PCE y de la IC. Entre sus fines, “velar por los bien ganados prestigios de Rusia” y allegar fondos con los que costear viajes a la patria de Lenín a obreros de dispar filiación. Estos, que se hacían coincidir con la festividad del 1º de Mayo, consistían en una visita guiada por los principales centros productores de la URSS, para comprobar in situ los logros de la revolución soviética.   
   Los seleccionados adquirían el compromiso a su regreso de dar a conocer las impresiones recibidas durante su viaje a Rusia.

   Tras los sucesos de octubre de 1934  socialistas, comunistas y cenetistas son silenciados y perseguidos. 


   En Enero de 1935, por motivos que desconocemos, el Comandante Juez Militar Instructor de Córdoba solicita al Alcalde de Castro un informe de conducta de Teodulio Díez Chaudín: “Según consta en los informes que me han suministrado los agentes de mi autoridad, dicho individuo, durante su permanencia en esta población ha venido observando buena conducta, aunque, si bien, referido individuo profesa ideas comunistas”. Esa instrucción nos induce a pensar que Teodulio pudo haberse visto afectado por la represión posterior a la intentona revolucionaria de octubre, cuando muchos dirigentes obreros fueron a parar a la cárcel.

   Cuando a partir del mes de Agosto se vuelven a solicitar celebraciones de actos públicos de carácter comunista, una y otra vez denegados por la autoridad, ya no aparece el nombre de Teodulio en las solicitudes, como hasta entonces. Serán Antonio Mendoza y Antonio Villatoro Medina (hermano de Joaquín) los encargados de tal cometido.

   Es por estas fechas cuando los hermanos Mendoza, tomando como modelo el "Guiñol Octubre" de Rafael Alberti y Maria Teresa León, se aventuran en esta manifestación de cultura proletaria y propagandística, probablemente inducidos por el músico Joaquín Villatoro que ya venia participando de dichas experiencias en Madrid. Con unos armazones de madera montan su pequeño teatrillo llevando sus representaciones por rincones y plazas de la localidad. De ahí que terminarían siendo bautizados con el remoquete de “Polichinelas”.



   El PCE local tendría que esperar hasta el 19 de noviembre para que fuera autorizado y se celebrase un acto público, bajo el epígrafe de “Contra la Guerra y el Fascismo”. Se anuncia la presencia en la tribuna de los oradores locales Antonio Villatoro Medina, Antonio Mendoza “Polichinela”, Ramón Guerreiro (del comité provincial), Luís Cicuendez (que fuera primer alcalde comunista de España en Villa de Don Fadrique- Toledo) y una vez más Francisco Galán, que volvió a hacer un llamamiento al proletariado para que se constituya el “frente único” que termine con el desbarajuste actual. En esta ocasión parece ser que las fuerzas sindicales se mostraron más tolerantes.

   En vísperas de la jornada electoral del 16 de Febrero, las izquierdas coaligadas en el Frente Popular, celebran un mitin en el Teatro Cervantes de Castro del Rió, en el que tomaron parte los candidatos por la provincia Jesús Hernández (comunista) y Pedro Rico (Unión Republicana). 
   Aunque mayor trascendencia para el resultado final de aquel proceso en Castro del Río, revistió el celebrado dos días antes en el mismo escenario por la CNT con el título de “Acto de afirmación sindical, contra la pena de muerte y pro-amnistía” en el que Bartolomé Montilla, Antonio Elías, José Dios, el sevillano Juan Arcas y el gaditano Vicente Ballester Tinoco trasmitieron al proletariado castreño el acuerdo del comité nacional de la CNT de apoyar a la candidatura frentepopulista.
   Los candidatos de la coalición de derechas obtuvieron  de media en aquellos comicios unos 1600 votos, frente a los 3.400 votos de la coalición triunfante frentepopulista. Si comparamos estos últimos con los 425 que obtuvo la izquierda en las elecciones del 33 podremos hacernos una idea del peso específico de los antipolíticos en Castro del Río durante la II República. Alguien después de haber estado en Castro escribió:
"Castro del Río tiene mas sindicalistas que gorriones sus alamedas".



   El partido comunista en Castro del Río después de las elecciones adquiriría una estructura organizativa mas sólida, se estructuran un comité de Radio y unas Juventudes de Unificación Marxista Leninista. Suponemos que ganaría en número de adeptos. El PCE estuvo representado en la efímera comisión gestora frentepopulista constituida el 8 de marzo  (presidida por Miguel Berral de Izquierda Republicana) por José Puebla Ruano y  José Morales Merino.

   Otro mitin con el doble carácter de comunista y socialista se celebraría el 1º de Abril en el patio de armas del Castillo donde, ante 3500 personas, hicieron uso de la palabra los concejales comunistas de Córdoba Julio González Beneyto y Antonia Fernández Cervan, y por los socialista Dimas Martínez y Francisco Velasco.
   Se ocuparon de la necesidad de consolidar el bloque popular y del asunto de la  Comisión Gestora destituida el 21 de marzo por el gobernador Rodríguez de León, alegando presuntas arbitrariedades.      

 Plaza de armas del Castillo de Castro del Río

   Sebastián Velasco, un funcionario del cuerpo de Investigación y Vigilancia (como delegado gubernativo), acompañado de un numeroso cortejo de Guardias de Asalto se haría cargo del gobierno local, en medio de la hostilidad de la gente. Previamente se le ofreció la alcaldía al  ex alcalde federal Federico Millán, que la rechazó.

   El primero de Abril  se había consensuado en Madrid  la unificación de las Juventudes Socialistas y Comunistas, bajo las siglas de JSU (Juventudes Socialistas Unificadas)
   El 18 de mayo se celebraría en Castro un acto en el que las juventudes locales se adherían al acuerdo de unificación, con la intervención de Ramón Guerreiro (Secretario Provincial), Francisco García González, Manuel Otero y Martínez Dutor. La secretaria local de las JSU recaería en Manuel Castro Alcaraz (uno de los hijos del abogado republicano Manuel Castro Merino).

   De este grupo de jóvenes comunistas castreños debió surgir la iniciativa de retomar la actividad teatral de otros tiempos, y al desaparecido grupo de Benito Pérez Galdos le sustituye otro bajo la denominación de “Rafael Alberti” que se presento ante el público con la comedia dramática original de Antonio Aguilera titulada “La tierra es de todos”. La amistad personal del poeta Rafael Alberti con el músico comunista de Castro del Río Joaquín Villatoro nos induce a pensar que la propuesta nominativa saldría de este.


   El 24 de septiembre de 1936, el mismo día que miles de personas por la carretera de Bujalance abandonaban la población tras la caída de Espejo en manos de los insurgentes, se celebraba en Pozoblanco un Congreso provincial extraordinario de las JSU al que Manuel Castro acudía como delegado de Castro del Río. Con posterioridad se encuadraría como miliciano en una unidad militar, encontrando la muerte en el mes de noviembre durante los duros combates que tuvieron lugar durante la defensa de Madrid.
   Tras el 18 de julio, durante los dos meses que Castro del Río resistió las acometidas de los golpistas, las fuerzas de izquierda y el sindicato afecto a la CNT aparcaron los viejos antagonismos, organizándose en Comités desde los que se tomaron soluciones de emergencia con las que afrontar problemas esenciales en aquel contexto, como el abastecimiento de la población  y la defensa. El predominio anarcosindicalista y testimonios idealizados como el de Franz Borkenau han contribuido a la propagación del mito colectivista. Se practicaron las mismas requisas e incautaciones que en otros lugares con predominio del obrerismo socialista o comunista, y practicamente no tuvieron tiempo de poner en marcha la soñada colectividad proletaria. Con posterioridad, durante la guerra, muchos castreños, refugiados en la vecina provincia de Jaén, si participaron de experiencias colectivistas.

   Ya para terminar, me referiré brevemente a la manera en que se vieron afectados los mas significados comunistas castreños  por la represión franquista tras el final de la contienda civil.

Teodulio Díez Chaudin

   Detenido en Jaén, se le instruye sumario por el Juzgado Militar nº 4 de ésta. Trasladado con posterioridad a la prisión provincial de Córdoba seria condenado en 1941 a 30 años de reclusión. Cumpliría  parte de su condena en la prisión de Burgos, donde fijaría su residencia tras ser puesto en libertad.


Hermanos Puebla Ruano

   No se conservan sus expedientes de depuración en el Archivo Histórico Municipal. Sería cuestión de intentar localizarlos en otros archivos. Por testimonios orales parece ser que José se exilió a a la Unión Soviética, mientras que Juan, tras pasar por la cárcel, vivió de los ingresos que le proporcionaban un ventorrillo en las proximidades de Montilla.

Hermanos Villatoro Medina

   Joaquín, el músico, es detenido en un principio en Pozoblanco (Córdoba). Una vez liberado se instala en Madrid, donde sería nuevamente detenido, juzgado y condenado a la pena de 20 años de reclusión. Fueron aproximadamente tres los años que permaneció recluido en los establecimientos penitenciarios de las Salesas y Alcalá de Henares. Hasta 1947, que se hará cargo de manera interina de la plaza de director de la banda municipal de Pozoblanco, tuvo que buscarse la vida de las maneras mas dispares: vendedor de frutas en el rastro, agente de seguros, vendedor de joyas…

Fotografía de familia

   Antonio, consigue exiliarse en la URSS dejando atrás esposa e hija. Como tantos otros terminaría rehaciendo su vida en aquel país. Hasta cuarenta años después no se tienen noticias de él. Entre la familia se le dio por muerto. Le honra el gesto de haber escrito a su primera mujer con la que mantuvo asidua y cordial correspondencia hasta su muerte.


   Hermanos Mendoza

   Casi todas las referencias que tengo de ellos proceden de testimonios orales. Conocemos el nombre de Antonio, que es el que aparece en la documentación como solicitante de actos de carácter comunista y por intervenir en alguno de ellos.

 Villatoro y dos más (Mendoza ?)

   Aunque no lo puedo ratificar, el otro hermano debe ser casi con total seguridad, el zapatero Bartolomé Mendoza Caballero, domiciliado en la calle Nueva Salud s/n, quién tras pasar por diferentes batallones disciplinarios de trabajadores, de regreso en Castro se afana por constituir un comité local clandestino del partido. Detenido una vez más a principios de 1944, cuando se le interviene propaganda de la Unión Nacional (política de concentración propugnada entonces por el PCE). Incluido en la causa 94/44 contra Manuel Álvarez Aguayo “Santiago” y 68 más, sometida a Consejo de Guerra del que salieron 18 penas de muerte de las que solo se aplicaron 8, 5 reclusiones perpetuas, 2 a 20 años, 8 a 12, 28 a 6 y 7 absoluciones. Desconozco cual sería la suerte del zapatero castreño, no incluido entre los 8 que fueron fusilados en Córdoba al amanecer del 19 de octubre de 1944.


Tadeo Sánchez-Rincón Ambrosio

   Durante la guerra adquirió el grado de teniente en las filas del ejército republicano. Purgó culpas en el Batallón de Trabajadores nº 55 de Tarifa (Cádiz). Consigue normalizar su vida en Castro con relativa facilidad adoptando como profesión la de escribiente.
   Aunque en 1948, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo volvió a acordarse de él, solicitando a las autoridades castreñas informes sobre su conducta. Estas se mostraron condescendientes: “Este señor viene observando en la actualidad buena conducta tanto moral, pública y privada”.
   Con posterioridad se trasladaría a Madrid donde fijaría su residencia hasta su muerte acaecida a principios de la década de los noventa. Asiduo colaborador en la revista de feria de los años 60 (firmaba como TASAM). Francisco Cañasveras lo describe como “un personaje pintoresco, bohemio, con aires de viejo noble, siempre vinculado a los ambientes artísticos”.

Tadeo leyendo un epitafio ante los restos mortales de Joaquín Villatoro 
trasladados al cementerio municipal de Castro del Río en 1988.


Fuentes utilizadas

  • Archivo Histórico Municipal de Castro del Río. Copiadores y oficios de correspondencia, expedientes de depuración política y social.
  • Prensa Histórica: La Revista Blanca , el Sur y otros (HD-BNE, BVPH)
  • La trilogía de Francisco Moreno Gómez, sobre la República, la Guerra Civil y la Postguerra en Córdoba.
  • Francisco Cañasveras Garrido: Joaquín Villatoro. Vida y Obra. Ayuntamiento de Castro del Río, 1998. Su autor, tiene anunciada una reedición de la misma. Espero que mis aportaciones le resulten de utilidad para la misma. Aprovecho, para manifestarle mi agradecimiento por cederme algunas de las fotografías utilizadas para ilustrar este trabajo.
  • Testimonios orales recabados durante mi etapa de residente en Castro del Río.

24 enero 2011

Aguardientes y gaseosas.




   Manuel Heredia Espinosa (mi chacho el policía) en su desigualmente valorada “Historia de Porcuna”, dedica un apartado a las fábricas de anisados y gaseosas de la localidad.
   A mi, en particular, me resulta especialmente atractiva la etapa contemporánea, con independencia de la ideología que trasmite, pues hay que tener en cuenta de que se trata de un trabajo elaborado para ser publicado en vida del anterior Jefe del Estado. Valioso y moderno a la vez, es su recurso a la tradición oral como fuente historiográfica. Se valió de testimonios recabados en casinos, tabernas y barberías, que han permitido que lleguen a nuestros días, no solo los nombres de las autoridades e hijos ilustres, como viene siendo costumbre, sino que dentro de su obra adquieren protagonismo ciudadanos de a pie, como municipales, músicos, carteros, conserjes de casinos, venteros, posaderos, integrantes de la desaparecida y particular soldadesca de Jesús Nazareno....y hasta fabricantes de aguardiente.

   Menciona como más remotos los alambiques de Pedro Manuel Quero Valenzuela ubicado en el Cortijuelo, en el que se fabricaba aguardiente a granel, y el de Manuel Muñoz Fernández en el sitio conocido como Cabra Mocha.
   Mas recientes, los de Ramón Castillo Molina en la calle el Moral nº 6 que embotella bajo el nombre comercial de “Santo Rostro” y el de Santiago Fernández, que asociado con Adolfo Barrachina Mancheño (militar retirado y alcalde durante la dictadura de Primo de Rivera)  también embotellaron con la marca de “Anís Barrita”.

Revista mensual Obulco (1914)

   Ya posterior a la guerra civil el “Anís Neila” de Pepito Fernández, que algunos, como el que suscribe, tuvimos la oportunidad de catar prematuramente por relaciones de amistad con algunos de sus hijos.



   Se le escapa el fabricante, tal vez por su corta vida empresarial, cuya publicidad es la que encabeza esta entrada.
   Se trata de Mariano Rodríguez Ortiz que en 1904 concurrió a  La Exposición Regional Andaluza (especie de feria de muestras) que se organizaba regularmente en el mes de mayo durante la Feria de la Salud de Córdoba,  resultando premiado con una medalla de oro.
   Como consecuencia de aquel éxito, durante un par de años su producto estrella “Anís la Pirámide” se comercializaría en la capital cordobesa, a través de representantes. La fuerte competencia con los prestigiosos anisados de Rute, le haría desistir del empeño.
   Debe ser el mismo Mariano Rodríguez “Marianico” al que también refiere Manuel Heredia como fabricante de gaseosas.

 Diario de Córdoba 1907

Proveedor oficial en Porcuna
Alberto Gay Calvache entre 1962-1969

   Este Marianico, señor de posición desahogada, enterado de que un hijo suyo de pocos años de edad disputaba con otro niño ("Papa man pegao"), salió a buscarle dando muerte al contendiente. Después pudo comprobarse, al reconocerse el cadáver, que no era el que peleaba con el hijo del matador.

   Estos hechos ocurrieron en Porcuna en abril de 1902 y se supone que la ley no fue demasiado rigurosa contra él, puesto que apenas dos años después concurre a la Exposición Regional. Se catalogaría su delito como de homicidio: “un desproporcionado garrotazo”.
 
   Dispar suerte correrían una década después los hermanos Nereos por causar la muerte de un sargento y un número de la guardia civil. Sometidos a la jurisdicción militar, fueron condenados a muerte, por un delito, con toda la apariencia de homicidio, catalogado como crimen. De la campaña de solidaridad a nivel nacional en favor del indulto de estos “Reos de Porcuna” ya me ocuparé en otro momento.

   Dejo de lado la criminología y retomo los aguardientes.
   En la actualidad, el anís es un producto cada vez menos consumido y arrinconado por otros destilados de importación que se toman en vasos largos combinados con gaseosas americanas. Su consumo casi se limita a la campaña navideña.


   En otro tiempo su presencia era casi imprescindible en las casas, homologado a otros productos de primera necesidad. Acompañaba a la refrescante agua del botijo durante los calurosos estíos y  exigido en las matanzas del cerdo y durante la recolección de la aceituna. Para los trabajadores agrícolas, que se daban cita en las plazas públicas para poner a la venta su fuerza de trabajo, la copita de anís amenizaba la espera antes de partir para el tajo (todavía hay quien conserva la tradición).




El anís se obtiene mediante un laborioso y meticuloso proceso de destilación en el que interviene la matalahúva como materia prima esencial.



   El anís o matalahúva (Pimpinella anisum) es un cultivo herbáceo, que en nuestra comarca, hasta hace relativamente poco tiempo, se sembraba en los barbechos al mismo tiempo y juntamente que los garbanzos, dándosele la misma labor.
   Su intenso aroma definitivamente desapareció de nuestras calles (el dichoso monocultivo). Esa dulce fragancia de su semilla, que encerrada en las cámaras, una vez recolectada, inundaba todo el cuerpo de casa traspasando el umbral de la puerta hasta salir a la calle.

   Son olores perdidos, archivados en la memoria olfativa. La matalahúva me recuerda al verano, mientras que el invierno lo asocio a ollas de garbanzos con pringá,  puestas cual orquesta al unísono en sus respectivos fogones por las amas de casa tras una dura jornada de aceituna. Su olor característico, con predominio de afrutadas morcillas de cebolla y tocino añejo, se propagaba por esos barrios populares de puertas abiertas en las tardes noches de invierno.
   La matalahúva también ha sido muy utilizada en la medicina domestica contra la atonía del aparato digestivo y flatulencias, y especialmente indicada contra los abusos de cuchara.



   Lunes, cuesta de enero, final de mes, arrecia el frió, casi apetece una copita del mono, para entonar el cuerpo y el espíritu, debe de quedar algún resto... Efectivamente, ya me acompaña, junto al penúltimo mantecado de limón de la caja que me encasquetaron los niños para su excursión. Y por la noche picatosticos fritos….

22 enero 2011

El PCE en Castro del Río durante la II República. 1ª parte.




“Anarquistas y Comunistas ante los problemas que plantea la Revolución Española”.

   Bajo este extenso pero sustancial título fue anunciada una “Controversia” entre comunistas y anarquistas en Castro del Río (Córdoba) a celebrar para la Feria Real del año 1933. Su propósito, clarificar sus diferentes postulados ante un auditorio entre el que predominaban abrumadoramente los segundos, y motivada por anteriores incidentes o desencuentros, entre la fuerza política y sindical.
   Se recurre nuevamente a estos combates de ideas tan del gusto de los anarcosindicalistas durante la segunda década del siglo XX.
   Si otrora, la opción política frente a la que se controvertía era la representada por la coalición republicano socialista encabezada en el distrito de Montilla por el candidato Manuel Hilario Ayuso (que no cesó nunca de reclamar el voto obrero para su causa, alguna vez lo consiguió), ahora se trataba del PCE, que por aquellos años había conseguido estructurar una pequeña agrupación local y cuyo crecimiento pasaba por arrebatarle adeptos e influencia a los antipolíticos entre el proletariado castreño.

   Pero antes de detenernos en este momento, tenemos que retrotraernos en el tiempo para intentar desentrañar el origen de esta rivalidad.
   En 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera, el PCE en Andalucía empieza a salir de la atonía y a abrirse a la influencia de masas con la incorporación en Sevilla de un nutrido grupo de personas procedentes de las filas anarcosindicalistas encabezados por José Díaz, Manuel Adame, Manuel Delicado, Saturnino Barneto, Manuel Roldan….
   Adquirió un ascendiente creciente en Sevilla, entre los obreros portuarios, metalúrgicos y panaderos arrastrados por sus antiguos líderes.
   En la provincia de Córdoba, es desde Villanueva de Córdoba donde comunistas como Miguel Caballero y Adriano Romero preconizan la unidad sindical e inician una campaña de intercambio de correspondencia con las organizaciones obreras de la provincia que no habían sucumbido durante la dictadura.
   Las misivas llegan hasta Castro del Río, donde su Centro Instructivo de Obreros, aunque sin el vigor de otros tiempos, mantenía la organización. Desconocemos la atención que se le prestó en Castro del Río a sus propuestas de unidad sindical, pero me las imagino, atendiendo a lo sucedido un año después.
   En 1928, por la Revista Blanca sabemos del primer caso importante de transfugismo en la comarca. Se trata del joven Francisco Jiménez García (con el tiempo alcalde comunista de Espejo) que venia trabajando junto al veterano Clodoaldo Gracia en su pueblo por mantener vivo el ideario ácrata durante aquellos difíciles años de la Dictadura.
   La denuncia la hace desde Castro del Río el obrero Bartolomé Montilla, en base a un artículo publicado por Jiménez en la “Revista Popular” de Córdoba:

   “Se dice en ella y en la carta que a las cuartillas acompaña, que dicho Jiménez había sido uno de esos trabajadores que deseaban acabar con todos los zánganos de la colmena social, antipolítico, y que ahora en el citado escrito, se ha declarado amante de la política y de sus escabrosidades”.

   Incluyo las recomendaciones dadas por la redacción de la Revista Blanca:

   “Consideramos que tanto el compañero Bartolo Montilla, como nuestro corresponsal en Castro del Río, José Dios, dan demasiada importancia al cambio operado en el ánimo o donde sea, de su antiguo amigo Jiménez. Hay quién para ver publicado su nombre es capaz de declararse tío del moro Muza y como no tienen ideas para lograrlo lo mismo les da llamarse Pedro que Juan”.

   En 1930 ya debía existir organización del PCE en la vecina villa cordobesa de Espejo, reforzada por los viajes de propaganda de Adriano Romero al frente de un embrionario Comité Provincial. En 1933 la primera vez que los comunistas concurren como tales a un proceso electoral obtuvieron en Espejo 874 sufragios (votaban por primera vez las mujeres).
    Por lo que respecta a Castro del Río, no nos consta su existencia durante el primer bienio republicano, aunque si conocemos el nombre de una persona que laboraba con tal propósito.
    Se trata de un palentino, natural de Barruelo de Santullán, llamado Teodulio Díez Chaudín, quien tras haber militado en el sindicato cenetista en Barcelona recala en Castro en los años finales de la década de los 20. Por testimonios orales sabemos que fueron las huertas de Castro y un pequeño grupo local de seguidores del naturismo quienes influyeron en su ánimo, para establecerse en esta localidad de la campiña cordobesa.
Entre los incondicionales de ese circulo vegetariano naturista, que mantenían asiduo contacto con el Doctor Eduardo Alfonso, se encontraban “Pedro el Bueno” y Francisco Clavero Villatoro (Curro). Teodulio terminaría casándose con una hija de este último. Aunque su profesión era la de confitero, se dedicaría a trabajar en la huerta de su suegro y a impartir clases nocturnas en una escuela particular ubicada en su misma vivienda (calle Nueva Salud). Quienes llegaron a conocerle lo definen como un hombre idealista, austero e introvertido. Las concentraciones naturistas que se celebraban en su casa, incluidas las abluciones al natural que se desarrollaban en el patio durante los días de lluvia, alimentaban las fantasías del puritanismo.

   Tanto comunistas como anarcosindicalistas durante aquellos primeros compases de la republica, serían perseguidos, al considerarlos las autoridades como responsables directos de los primeros envites de agitación huelguística y social, fruto del descontento y de cierto desengaño que ya empezaba a aflorar entre el proletariado.
   El 30 de septiembre de 1931 Teodulio Díez Chaudin es detenido por la guardia civil de Castro del Río, acusado de formar parte del comité de propaganda del PCE en la provincia y de recorrer los pueblos de la comarca en misión proselitista.
   Fueron diecisiete los días que Teodulio permaneció como preso gubernativo en el arresto municipal de Castro del Río, por orden expresa de las autoridades de una republica burguesa que arbitrariamente recurría a este procedimiento para no verse desbordada por la izquierda.

   Durante aquel primer bienio no volvemos a tener noticias sobre él, aunque si sabemos que supo transmitir su influencia a dos jóvenes castreños, vecinos del popular barrio de la Virgen de la Salud, que asistían a sus clases nocturnas. Me refiero a los hermanos Mendoza, sus primeros seguidores.

   A finales de 1932 se gesta el grupo artístico “Benito Pérez Galdós” con el concurso e impulso del joven músico Joaquín Villatoro Medina (ya iniciado en el marxismo), e integrado por jóvenes que en su mayoría profesan ya ideas comunistas, como los hermanos Mendoza y los hermanos José y Juan Puebla Ruano (Orquestina Puebla). Escenifican su repertorio varias veces en el Teatro Cervantes de Castro del Río, que acompañan de exitosas giras por diferentes pueblos de la comarca.


   El 8 de Agosto de 1933 las calles de Castro amanecen sembradas por una hoja volandera dirigida a los trabajadores de Castro del Río, firmada por las Juventudes Comunistas de Andalucía Central. Esta encontraría la inmediata respuesta con otra lanzada por los anarcosindicalistas, firmada por Antonio Elías Herencia, de la que solo conocemos su encabezado “Por una sola vez” y su final “por hoy nada mas señores comunistas. CNT.FAI”.

   La evolución ideológica desde las juventudes libertarias a las comunistas de Tadeo Sánchez Rincón “El mago poeta”, debió contribuir a ahondar las diferencias. Este joven castreño, con un aceptable nivel cultural, por su condición de ex seminarista y ex regular de los dominicos en Antequera, se convirtió desde un principio en un elemento influyente entre las Juventudes Libertarias y asiduo colaborador de su prensa, que las abandona para ingresar en la Agrupación Pérez Galdos afín al PCE, en cuyo partido terminaría militando.

   Durante ese mismo mes de Agosto, bajo el auspicio del emergente núcleo comunista local, el PCE se presenta por primera vez en público en Castro del Río en un acto celebrado en el Teatro Cervantes. El orador estrella, Francisco Galán Rodríguez (ex teniente de la Guardia Civil y hermano de Fermín Galán, mítico héroe de la república fusilado en Jaca). El mitin estuvo plagado de incidentes. El local fue ocupado en masa por los anarcosindicalistas que propiciaron continuas interrupciones, por lo que la autoridad se vería obligada a suspenderlo.

    Los incidentes vinieron motivados por alguien de entre el público, que reparando en el reloj de oro que Galán portaba en su muñeca, le reprochó la ostentación y el lujo, que desde su mentalidad, no eran acordes con la clase trabajadora a la que decía defender. Este un tanto airado se levanto indignado, alegando que era el mismo reloj que su hermano Fermín llevaba en el momento de su fusilamiento y que lo portaba con orgullo.

   Aquel agravio, del que se hizo eco alguna prensa nacional, movilizaría al mismísimo comité central del PCE que retó a controversia a los anarcosindicalistas en su propio feudo.
   El tema a tratar “Anarquistas y Comunistas ante los problemas que plantea la Revolución Española”.
   Se fijó como fecha el 16 de septiembre y hasta se barajó la posibilidad de que Dolores Ibarruri (Pasionaria) ostentara la presidencia del acto. En las solicitudes previas realizadas por Teodulio Díez (PCE) y Lucas Centella Aranda (CNT-FAI) se menciona como contendientes en aquella batalla de ideas a Juan Astijarrabía y Federico Molero (PCE) y el abogado laboralista Benito Pavón Suárez de Urbina y Avelino González (CNT-FAI).
   El acto, que despertó un enorme interés, sería suspendido por el Gobierno Civil al coincidir con el primer día de feria y por miedo a que el apasionamiento afectara al normal desarrollo de la misma.
   Finalmente se celebraría el 1º de octubre en el Stadium de la Unión Deportiva ante más de 4000 personas, bajo la presidencia y moderación de José Dios. Controvirtieron Claro Sendón (de la redacción de CNT) y Avelino González por la CNT-FAI, y por los comunistas el gallego José Silva Martínez (Secretario de Agitación y Propaganda del Comité Central) y el almeriense Federico Molero (ingeniero civil).
    Este maratoniano torneo de razones y premisas proletarias, que se prolongo durante cinco horas, acabó finalmente sin incidentes, a pesar de que durante el turno de palabra de los comunistas arreciaban los abucheos y protestas, atajados con energía por José Dios que llegó a amenazar varias veces con abandonar la presidencia si no se comportaban civilizadamente.
   Me ha parecido oportuno incluir algunas frases de las intervenciones y referencias al comportamiento del público asistente, para que nos hagamos una idea del grado de apasionamiento del proletariado castreño durante aquellos años y las diferencias esenciales entre aquella izquierda revolucionaria:

   Un sonoro “miau” salió de entre el público cuando Melero disertaba sobre “las bonanzas del ejercito del pueblo en Rusia como garante y defensor de la revolución obrera y campesina”. El maullido gatuno provoco las risas e hilaridad del respetable.

   La tesis contraria la mantuvo Avelino González que atacó al ejército y a la policía roja: “Para defender la revolución no es necesario un ejercito. Con el pueblo organizado, cada trabajador será centinela de la revolución”, “los comunistas quieren acabar con las clases sociales a través del dominio y la tiranía” (ovación formidable).

   Interviene Silva (gran numero de los asistentes abandonan el local) que pregunta a los anarquistas sobre sus propuestas revolucionarias y sobre la manera de defenderse de la contrarrevolución burguesa.

   Desconocemos la respuesta de Claro Sendón (no consta en la crónica de Posthumio), pero si sus duros ataques contra Francisco Galán y Jose Antonio Balbontín (éste último elegido diputado por Sevilla en 1931 como integrante de aquella candidatura “Social Revolucionaria” que contó con el apoyo circunstancial de los cenetistas, y de reciente ingreso en el PCE). A ambos los igualó con el calificativo de “ladrones del pueblo”, al primero por cobrar integro su sueldo de teniente de la guardia civil retirado y al segundo de llevarse todos los meses 1000 pesetas por su condición de parlamentario.


   Los comunistas salen al paso de los ataques vertidos y denuncian la violación de las bases de la controversia (nuevos abucheos).
   José Dios apacigua los ánimos como buenamente puede y después de cinco horas pone fin al acto de la misma manera que lo había iniciado, “pidiendo la amnistía para todos los presos del mundo”.

(Continuará) 

Ver 2ª parte

20 enero 2011

Futbol Castreño: Epílogo "Años 30".

(Continuación del artículo publicado en la Revista de Feria del año 2010)


   En el artículo publicado en la última revista de feria de Castro del Río y en este blog sobre la historia del fútbol local en los años 30, de alguna manera anticipo su final, con el recorte de prensa en el que un modesto aficionado lanzaba un SOS futbolístico en el que augura la desaparición “del mas bello y viril de los deportes” si no se acometía un pronta unificación de los dos club locales (Unión y Sporting). 

   En la vecina ciudad de Cabra, a finales de 1932, la Agrupación Deportiva Egabrense (los del potaje) y el Nacional F.C. (los del bistec) llegan a fusionarse bajo la vieja denominación de C.D. Egabrense, acogiéndose al reglamento del desaparecido club de los años 20, con la pretensión de reverdecer viejos laureles. El exjugador Luís Pallarés Moreno se hará cargo de la presidencia, y un británico, Rolf Rosley, actuaría como jefe de campo y entrenador. Acometen la reconstrucción del viejo estadio de Villa Lourdes con vistas a entrar en competición federada.
   


   En Castro del Río esta fusión nunca llegó a llevarse a cabo y ambos club seguirían con sus respectivas trayectorias individuales. A pesar de que, parece ser, que se cruzaron innumerables cartas, prevaleciendo siempre la testarudez de unos y otros. Dejando de lado, incluso, argumentos tan convincentes como los aportados por un reporter en la prensa provincial:

   “Es lastima que no se fusionen pues, Castro del Río, cuenta con jugadores que, unidos y formando un solo club, serían capaces de darle un disgusto a muchos de la Región”.
También iría esto en beneficio de la afición castreña, pues federando a dicho club, participaría en el campeonato de segunda categoría preferente y harían en taquilla cantidades fabulosas.
¿Saben los dirigentes de ambos club lo que deberían de hacer? Abrir un plesbicito entre sus respectivos socios, y que estos con sus sufragios fueran los que decidieran sobre el si o no de la fusión.
Sirva mi modesta opinión de base para ello, si la creen justa sportinistas y unionistas y quedaría con ello satisfecho de haber coadyuvado a la ejecución de una buena obra”.

Castro del Río Sporting Club

   En 1933, donde habíamos dejado el corte, en Castro del Río, el fútbol parece languidecer poco a poco; aflora cierto hartazgo entre los aficionados, ante el cúmulo de insulsos partidos amistosos. El retraimiento de la afición, repercute en sus respectivas economías, por lo que se prescinde paulatinamente de los fichajes foráneos y se resiente la contratación de rivales de cierta entidad.
   Proliferan equipos de pícaros capitalinos que aprovechándose de esta coyuntura de crisis generalizada: “no dejan de formar selecciones, las cuales, como es sabido, son integradas la mayoría de las veces por “zulúes” que de lo que menos entienden es de fútbol, y que perjudican notablemente al club que los contrata y al propio tiempo envenenan a la afición”.



   Esas sensaciones eran compartidas por un aficionado de Fernán Núñez (Antonio Naranjo), que ante la crisis por la que el fútbol atraviesa en los pueblos, recomienda la creación de un torneo organizado por la Agrupación Sur Cordobesa de equipos no federados, que podría ayudar a levantar la decaída afición.     Propone como equipos participantes, además del de sus colores, al C.D Baenense, el Iberia F.C de Puente Genil, la Cultural Deportiva España de Montilla, el Recreativo F.C de Montoro, el Egabrense, los tres equipos de Bujalance (Betis, Cultural y San Alonso) y los dos de Castro del Río (Unión y Sporting). Su idea pasa por la creación de dos grupos y una fase final entre los respectivos campeones y subcampeones.
Se llega a insertar en las paginas de Córdoba Deportiva el boletín de participación, haciéndolo extensivo a la vecina provincia de Jaén. 



   A la postre esta buena idea no pasaría del loable proyecto.

   Por lo que respecta al calendario de amistosos de 1933, disponemos de cortas reseñas, que carecen de la riqueza informativa del periodo anterior.

MARZO

  • Unión Deportiva (que mantiene el título de campeón local conseguido en 1932)-Selección Cordobesa. No consta el resultado. La alineación la acostumbrada, con un solo forastero, el guardameta Tomasín, también conocido como “El Canario”.
  • Sporting- Unión Deportiva Esperanza de Córdoba (4-2). Ganaron los de Castro gracias a la ayuda arbitral, pues dominaron los cordobeses que desarrollaron un juego muy vistoso y aplaudido. Gustaron tanto, que fueron contratados para el domingo siguiente por el eterno rival. Destacaron: Ayala, Aparicio, Maestre y Rojano.
  • Unión Deportiva de Castro-Unión Deportiva Esperanza de Córdoba (4-0). A destacar la actuación del portero visitante Correos “que con sus enormes estiradas emocionó al público durante toda la tarde”.

ABRIL

  • Sporting- Athletic “Selección Cordobesa” (2-1). Un gol ilegal, anotado fuera del tiempo reglamentario, le otorgaría la victoria a los de casa. El propio corresponsal castreño defiende el juego limpio: “¿O es que hemos de ganar a la fuerza? Para lo futuro que demos ejemplo. A concluir a su tiempo y a pitar lo que se haga. ¿Estamos? Este encuentro debería repetirse. La afición de Castro lo vería con simpatía. Nuestro Sporting tiene la última palabra”.
  • Unión Deportiva-Aguilar F.C. (6-0). Con González y Chirri como nuevas incorporaciones locales.

MAYO

  • Sporting-CD Europa de Córdoba (2-0).
  • Sporting- Iberia F.C. de Córdoba (1-0). Destacaron Manolo Aparicio, J. Alba “el peoncillo”, y el guardameta Font (un cordobés que sustituye a Antoñuelo, posiblemente en el servicio militar).
  • UD Egabrense- Sporting (reforzado por jugadores cordobeses) (4-0).

JUNIO

  • Unión Deportiva- Español de Santiago (Córdoba) (1-2).
  • Sporting- Reserva del Córdoba Sporting Club (1-3). Se alinean jugadores que no figuraron en las alineaciones hasta entonces: Aranda, Moreno y Miguelillo. El cronista califica al visitante como de los mejores equipos que han desfilado últimamente por Castro. 
  • Para el 29 y 30 de junio se proyecta un doble enfrentamiento, con un trofeo en juego, entre la Unión Deportiva de Castro contra el club federado Unión Deportiva de Andujar, "que se presentará con sus once profesionales". Para el día 28 el sindicato afecto a la CNT de Castro del Río tiene convocada una huelga, ante la tardanza del Jurado Mixto en resolver cierta deuda de los patronos con los zagales acomodados en los cortijos, y demandando a su vez la colocación de todos los trabajadores cabeza de familia durante la recolección de cereales. Esta sería declarada ilegal por el Gobernador Civil, lo que generará cierta tensión social que afectaría a los proyectados partidos de fútbol que no llegaron a celebrarse.

JULIO

  •  Para Feria de Santiago un doble enfrentamiento del Sporting ante el potente y prestigioso equipo del Regimiento de Artillería de Córdoba, entrenado por el distinguido sporman y teniente de Artillería Enrique Fernández Castillejo (hijo del exdiputado por el distrito de Montilla Don José Fernández Jiménez). Un hermano suyo. el abogado republicano progresista José Luís Fernández Castillejo estuvo casado con la única hija del abogado y músico Don Francisco Algaba Luque (fallecida en 1929). Este equipo ya se había enfrentado al  Sporting con anterioridad resultando derrotado por 4 a 1. No conocemos alineaciones ni resultados. Los dos enfrentamientos, con un trofeo en juego, los ganó el equipo militar que se nutria de jugadores de reemplazo conformando un once a la altura de los mejores de la región.

Racing Club de Córdoba 
(Primer equipo de la provincia durante la década de los 30)


   El joven portero del reserva del Sporting de Córdoba, Manuel Puertas Luque, que se había ganado la simpatía de la afición castreña, por sus brillantes actuaciones, bien con el reserva o formando parte de esas selecciones que se conformaban para contender en los pueblos, en una entrevista para Córdoba Deportiva nos relata una anécdota que nos sirve para hacernos una idea del carácter aventurero que se requería para practicar este deporte:

   “Fue un domingo, hace poco, que fui con una selección a Castro del Río. Cuando regresábamos se changó la camioneta en Espejo. Como existe una cuesta muy pronunciada a la salida de este pueblo, entre todos los que íbamos empujamos el vehículo, que escapó a gran tren, pero pasada la pendiente, dijo, de aquí no paso y tuvimos que ir andando hasta el pueblo de Santa Crucita, donde pedimos albergue. Figúrate, veinticinco tíos que íbamos lo menos. El posadero nos ofreció el pajar, en el que había dormitado una legión de gañanes que trashumaban un olorcillo de válgame dios. Por fin vimos las primeras luces del albor y comenzamos a salir a la puerta de la posada, donde todos, con cara de cadáveres, nos echábamos mano a la cabeza con bastantes ganas, pues al parecer, los habíamos pescado de Miura, Veragua, Sotomayor, etcétera".


   El delegado del Sporting, José Aparicio Aparicio, en el mes de mayo, en una entrevista realizada para Córdoba Deportiva, se mostraba orgulloso de que el equipo de sus colores estuviera integrado única y exclusivamente por jugadores de la localidad, entre los que destaca como principales valores a Alba (J), Aparicio (M), Maestre, Ayala, Cubero(A) y Daniel Rodríguez. Manifiesta, también, la intención de federarse muy pronto.
   Un par de meses después, dejamos de tener noticias del fútbol en Castro. Todo parece apuntar a que el vaticinio de aquel aficionado había surtido efecto.
   El Sporting, que prácticamente desde su fundación, se había publicitado en el semanario Córdoba Deportiva, apareciendo puntualmente en su guía de equipos, domiciliado en la calle Jurado 5, desaparece de la misma.
   Ya en 1934, exjugadores del Sporting como Antoñuelo y Alba, los encontramos en las crónicas formando parte del equipo de la vecina localidad de Nueva Carteya. Tomasín, acreditado portero de la Unión, recalaría en las filas de la UD. Egabrense.

   Para concluir con el fútbol castreño anterior a la guerra civil, recurro al testimonio de un protagonista directo del posterior devenir de este deporte, tras la desaparición de los eternos e irreconciliables rivales. Se trata de un artículo publicado por, el ya desaparecido, Antonio Salido Bravo en la Revista de Feria de 1998. Jóvenes practicantes, algunos procedentes del juvenil del Sporting, terminarían conformando en 1936 dos nuevos equipos, el Castro F.C. y el Club Deportivo.



  Para no recaer en pasadas rivalidades organizan un partido pro fusión, con la condición de que el equipo ganador, sería el que mantendría el nombre y la representación del futbol local. La fecha fijada, el 19 de julio de 1936.


   Obviamente este encuentro jamás llegaría a celebrarse, como tampoco la Olimpiada Popular que debería haberse iniciado en Barcelona ese mismo día.

 Selección cordobesa que debería haber participado en la
Olimpiada Popular de Barcelona


    


   El Reglamento del Sporting, los escudos, la viñeta y el cartel anunciador del partido para el 19 de Julio de 1936, que he utilizado para ilustrar esta entrada, salieron del establecimiento tipográfico “La Gutemberg” de Castro del Río regentado por Miguel Morales Alcaide, un montillano que terminaría echando raíces en esta población. Su descendencia ha sabido preservar celosamente parte de ese patrimonio documental. De su ya obsoleta maquinaria, puesta a punto por maestras manos artesanas, siguen saliendo aún cuidadas ediciones sin ánimo de lucro.
   Para muestra basta un botón: Edición de los Haikus de Mameluco

15 enero 2011

Miguel Gallo: "Huida y exilio tras la sublevación de Jaca".


Columna republicana rebelde en su marcha hacia Cillas
(Dibujo de la época)


   El último capitulo, de la serie de los dedicados al capitán de Infantería Miguel Gallo Martínez, lo terminábamos con el control por parte de las fuerzas gubernamentales comandadas por el general Ángel Dolla de la sublevación republicana de Jaca tras el encuentro en las proximidades de la Ermita de Cillas. Varias ráfagas de ametralladora y unos cuantos cañonazos de la artillería fueron suficientes para sembrar el desconcierto  entre los rebeldes que se replegaron en desbandada.
   Dejemos que sea el propio Miguel Gallo quien nos de su versión de lo allí acontecido:

   “En la esperanza de Galán brilla el último destello. Parte primero un emisario, que no vuelve. Van después los capitanes García Hernández y Salinas para parlamentar. Ambos son detenidos igualmente. Los oficiales queremos disparar. Galán se opone, duda; por lo visto aún no ha perdido por completo la esperanza.
   De improviso un fuego inmenso de ametralladoras y cañón nos sorprende agrupados. Nuestras fuerzas comienzan a responder, pero Galán les ordena a gritos que no tiren. ¿Aún confía? En unos segundos nos hacen sesenta bajas. Cesa el fuego; intentamos retirarnos, pero se reanuda el fuego de cañón que nos sigue. La gente retrocede, se impone organizarse a retaguardia. Galán comprende por fin que todo está fracasado. Se encamina hacia un coche y monta en él. Le grito que espere, pero me hace una señal negativa con la mano y parte. A Galán ya sólo le guía la idea del sacrificio. Va a entregarse a las autoridades creyendo que al inmolarse el salvará a los demás. Puede ponerse a salvo, pero no quiere. Secundado por varios sargentos intento organizar la retirada, pero todo es inútil. Se inicia la desbandada. Instantes después la claridad brumosa de aquel amanecer alumbraba varios muertos y descubría a algunos hombres fugitivos”.

(De una entrevista publicada por el Liberal de Bilbao el 13 de Febrero de 1931)

 Soldados y oficiales de la columna Galán conducidos a Huesca prisioneros

   Antonio Gascón Ricao, en el libro que le dedica a Antonio Beltrán Casaña “El Esquinazau”, uno de los integrantes del triunvirato civil del Comité Revolucionario de Jaca,  acusa al capitán Gallo de haber abandonado a la tropa a su suerte y de un comportamiento cobarde por buscar el exilio (ciertos prejuicios, como el catolicismo practicante de Gallo, posteriores desavenencias y  el desigual comportamiento de Gallo y Beltrán durante la ofensiva nacionalista al frente de Aragón en 1938, parecen condicionar este juicio).
   No voy a entrar en disquisiciones sobre el valor y el honor que se le supone a un militar. Lo que si tengo claro es, que si el capitán Gallo hubiera secundado la actitud heroica de Fermín Galán, por su condición de auxiliar inmediato de éste, los mártires de la republica hubieran sido tres. Tal vez, adentrándonos en el terreno de la historia ficción, bien  pudiera haber ocupado éste el puesto del también católico García Hernández.
   Por su participación en el arresto de los jefes militares de la guarnición de Jaca y en el despliegue de hombres que se hizo en los alrededores del cuartel de la Guardia Civil, que se saldó con la muerte del jefe de línea, en aquel urgente y ejemplar Consejo de Guerra Sumarísimo difícilmente se hubiera librado de la pena de muerte.
   De los oficiales implicados mas directamente en el alzamiento, a excepción del teniente Mendoza y del alférez Manzanares que se entregaron junto a Galán, la mayoría intentarían evitar la captura.
   El capitán Sediles y los tenientes Marín y López Mejias, se internaron en el monte. Allí, en un pajar, pasaron la primera noche. Al día siguiente se dirigieron hasta Anzánigo, alojándose en una casa de campo durante cinco días, de la que solo salían sigilosamente para intentar recabar noticias de los acontecimientos. Denunciados por un paisano fueron capturados por la guardia civil.
   Los capitanes Ignacio Anitua y José María Piaya contaron con la colaboración de familiares del primero que los mantuvieron ocultos en una finca. Con la ayuda de un anarcosindicalista de Ayerbe consiguieron llegar hasta Barcelona, donde provistos de documentación falsa, atraviesan la frontera el 25 de Diciembre.
   Los capitanes Miguel Gallo Martínez y Salvador Arboledas Soriano, junto a Lorenzo Arellano Villarejo, un joven estudiante madrileño de la FUE, de los que se personaron en Jaca para sumarse al levantamiento, corrieron parecida suerte. Aunque su huida fue pródiga en las ocurrencias propias de una novela.

HUIDA

   Con una marcha errante y sin rumbo consiguen adentrarse en el bosque. Su primera preocupación, despojarse del uniforme que les delataba:

   “Al acercarnos a un pueblecito, el estudiante entro a buscarnos ropa de paisano. Tardaba, pasaron dos horas y empezamos a sentirnos inquietos. ¿Se habría perdido? ¿Lo habrían cogido? Por fin apareció con unos trajecillos de verano muy remendados”.
   “Había oscurecido ya, y en medio de las tinieblas íbamos a campo traviesa, tropezando con los pedruscos, hundiéndonos en charcos y barrizales, tiritando de frió bajo aquellos tristes trapos que nos habíamos puesto…De vez en cuando veíamos una luz y nos dirigíamos hacia ella, pero cuando estábamos cerca empezábamos a desconfiar. ¿Y si caíamos en manos de alguien que nos denunciara?...Entonces nos desviábamos y seguíamos vagando por aquellos campos”.

   Extenuados y rendidos por aquella huida errática, la primera noche la pasaron al raso:

“Nos tumbamos en el suelo, nos echamos encima, a modo de cobertores un abrigo de cuero que yo llevaba, una trinchera del estudiante y unos puñados de matojos. Abrazados los tres, para darnos un poco de calor, nos quedamos dormidos. Estaba nevando.
Cuando nos despertamos había dejado de nevar y nos iluminaba la luna. Nos levantamos trabajosamente con el cuerpo dolorido y echamos a andar de nuevo”.

   Pasan desconfiados entre granjas, cabañas de pastores y ventas a las que no se atreven a llamar:

   “¡Estábamos desfallecidos! Yo en dos días, el viernes y el sábado, no había comido más que un bocadillo que tomé en Ayerbe, cuando marchábamos sobre Huesca.
   ¡Y ya era domingo! Mis compañeros estaban, sobre poco mas o menos, en el mismo estado”.

   El lunes día 15 se topan en el carrascal de Aniés con un leñador ante el que deciden sincerarse:

   “Mire usted, somos sublevados de Jaca y andamos huyendo. Uno de nosotros es paisano y los otros capitanes, si nos cogen nos fusilaran… ¿No haría usted la caridad de salvarnos? A usted no le pasará nada por ocultarnos en su casa. En caso de que nos descubran usted dice que no sabia quienes éramos…Le pagaríamos bien…Tenemos dinero y amigos poderosos…Se le dará lo que pida…
El campesino dudaba, pero por fin se decidió. Bueno voy a casa a avisar a la mujer para que prepare las cosas. Ustedes se quedan por aquí hasta que vaya oscureciendo y entonces se acercan al pueblo…Es por ahí, ese camino, a la izquierda…Yo estaré esperándoles a la entrada”.

 Población oscense de Aníes

   Les vuelve a asaltar la duda y el temor de que aquel hombre les traicionara y se presentase junto a la guardia civil. Pero no fue así, les  proporcionó  refugio y alimentos en su casa tal como habían convenido:

   ¡Con que ansia nos acercamos a aquella lumbre y nos arrojamos sobre los humildes manjares que nos habían preparado!...lo que cenamos lo recuerdo muy bien, lo recordaré mientras viva…De primer plato, judías; de segundo, patatas fritas y pedazos de sebo de borrego; vino serrano, ese vinillo espeso y agrio, y una taza de te silvestre…
 ¡Que bueno estaba todo! Y que fuertes, resueltos y animosos nos sentimos después de la comida, fumando unos cigarrillos junto al hogar. Se nos olvido que nos perseguían y estábamos en peligro de muerte. Parecía como si ya estuviésemos salvados…

Lorenzo Arellano

   Pasan varios días escondidos en casa del leñador durmiendo en el pajar, incomunicados, sin poder recabar información alguna de lo acaecido, pues hasta aquella recóndita aldea de pastores y leñadores del Pirineo no llegaba periódico alguno ni había aparatos de radio.
   Una vez repuestos, conciertan con su casero la manera de salir de allí. Este les provee de unos trajes de mecánico, botas y boina…A la madrugada, guiados por él, y tras unas cuantas horas de camino fueron a  parar a una estación de ferrocarril. Tomaron billetes de tercera y montaron en el tren con destino a Zaragoza:

    “El vagón iba lleno se gente que hablaba a voces “de lo de Jaca”. Escuchábamos ansiosamente sin atrevernos a mirarnos los unos a los otros por miedo a que nuestras miradas nos delataran”.

   Llegaron a Zaragoza a media mañana. Entraron en un bar, donde permanecieron en su estancia más recóndita hasta la hora de comer. Comieron en el reservado del un restaurante y prolongaron todo lo que pudieron la sobremesa. Sus pretensiones pasaban por coger un tren por la noche para Madrid:

   “Cuando ya no fue posible seguir en el reservado, nos aventuramos a andar un poco por algunas calles extraviadas. Afortunadamente el 23 de diciembre es de los días mas cortos del año, enseguida anocheció y pudimos movernos con menos riesgo. Hasta nos acercamos al centro de la ciudad”.



   Parte de la noche la pasaron cenando en el restaurante de la estación esperando la hora de tomar el tren. Deciden hacer el viaje por separado para no levantar sospechas. Afortunadamente éste transcurrió sin incidentes y el día 24 llegaban a la estación del Mediodía. El hecho de ser víspera de Navidad y haber numeroso trasiego de viajeros que salían y llegaban para pasar las fiestas con sus familias, contribuyó a que su presencia en la corte no fuese advertida por la policía.
   Una vez en Madrid contactó con las personas que podían ayudarle. Le buscaron alojamiento y le proporcionaron vestuario y medios:

   “No crea usted que hacia una vida muy escondida. Me parece que cometí algunas imprudencias. Durante el día salía poco, pero en cambio cuando oscurecía me echaba a la calle y paseaba por todo Madrid. Algún día que otro entraba con mis amigos a céntricos cafés como el de la Granja de Henar o el Miami. Una noche hasta fuimos al teatro”.

EXILIO

   Sus amigos le facilitaron documentación falsa y buscaron la manera más segura para que cruzara la frontera francesa (15 de Enero). En Hendaya residiría durante algún tiempo, trabando amistad con un grupo de expatriados españoles. La policía francesa, que los vigilaba mucho, los obligó a trasladarse a trescientos kilómetros más al interior. Se instalaría finalmente en París donde fue muy bien acogido por el grupo de exiliados españoles, en especial por Indalecio Prieto.

   Lo compañeros de huida de Miguel Gallo corrieron desigual suerte. Mientras que Arboledas permaneció oculto en Madrid hasta la proclamación de la Republica, el joven estudiante Arellano seria sorprendido y detenido por la policía, y conducido a la cárcel de Jaca, en donde ya se instruía sumario a los paisanos acusados de participar en la rebelión.
   Casi a la par que se instalaba en Paris, en el “Diario Oficial del Ministerio del Ejercito” se publicaba una R.O. por la que causaban baja en el ejercito teniente coronel de infantería don José Puig García y los comandantes Ramón Franco Bahamonde e Ignacio Hidalgo de Cisneros (levantamiento de Cuatrovientos) y los capitanes Miguel Gallo Martínez, Salvador Arboledas Soriano, José Piaya Rebollido (de los sublevados en Jaca), con arreglo al párrafo tercero del artículo 285 del código de justicia militar, sin perjuicio de la causa que se les sigue.

 Heraldo de Madrid (25 de febrero de 1931)


   El 13  de marzo de 1931 se iniciaron las deliberaciones del Consejo de Guerra en el Cuartel de la Victoria de Jaca. Son 63 los encausados. Los capitanes Gallo, Arboledas, Piaya y Anitua, en paradero desconocido, son declarados en rebeldía. El fiscal solicita pena de muerte para los oficiales: capitán Sediles, teniente Mendoza, alférezes Manzanares y González, y el sargento Burgos.
   En los días previos, cundió cierta alarma en la ciudad de Jaca ante un infundado rumor de fuga de los encausados. Cierta prensa informó de un fantástico complot abortado organizado desde Paris:

   “Habían dispuesto cruzar la frontera varios elementos de los expatriados a raíz de los sucesos de diciembre, con la misión de sorprender a la guardia de la cárcel y apelando a la violencia, si fuese preciso, liberar a los detenidos. Luego se incautarían de las causas y harían con ellas una hoguera”.

   Ese alarmismo, parece ser, que vino motivado por un  anónimo enviado al Capitán General de Zaragoza. Por cautela fueron presos algunos vecinos significados por sus ideas izquierdistas, puestos en libertad a los cuatro días, por no encontrarse cargos contra ellos.
   Se trataba simplemente, de un intento a la desesperada de los partidarios de la Corona, de predisponer a la opinión pública en contra de los encausados, en un momento en que, con elecciones convocadas en el horizonte, la movilización republicana y las progresiva simpatía hacia los hombres que habían intentado traer la República iba en aumento.

 El Consejo de Guerra celebrado en Jaca

   Entre el numeroso grupo de expatriados españoles en París por los sucesos de Diciembre se encontraban políticos republicanos (Marcelino Domingo, Indalecio Prieto…), militares de los que participaron en el levantamiento de Cuatrovientos (Queipo de Llano, Ramón FrancoHidalgo de Cisneros, Joaquín Collar, el mecánico Pablo Rada, José Martínez de Aragón) y de los sublevados en Jaca, los militares Miguel Gallo, José Piaya y los civiles Graco Marsá, Ramón Acín, Fernando Cárdenas... 
   La prensa afín se interesará por su situación y actividades. El periodista de la redacción del semanario gráfico “Ahora” Vicente Sánchez Ocaña desplazado hasta París, elabora para su revista una serie de entrevistas (a Prieto, a Marcelino Domingo, al general Queipo de Llano, a Ramón Franco, a Graco Marsá, al capitán Gallo, a Ramón Acín…). La realizada al capitán Gallo es la que nos ha servido para conocer la manera en que éste consiguió escapar de España.
   Estos, lejos de aventurarse en complot rocambolescos de liberación como el antes mencionado, siguen con interés a través de la prensa el proceso y se solidarizan desde la distancia con los encausados.
   El 28 de marzo de 1931 los refugiados políticos españoles en el café restaurant Napolitain del Barrio Latino ofrecieron un banquete homenaje al periodista Carlos Esplá, un viejo exiliado  benefactor y protector de la colonia republicana española en Paris. A los postres y a propuesta de Indalecio Prieto, se envió un telegrama de apoyo al capitán Salvador Sediles que se hallaba preso en el Cuartel de los Estudios de Jaca, ya condenado a pena de muerte en el Consejo de Guerra celebrado en el Cuartel de la Victoria (entre el 13 y el 17 de marzo):

   Heraldo de Madrid  (30 de marzo de 1931)

Homenaje a Carlos Esplá en el Café Napolitain de París
 (Miguel Gallo el cuarto por la izquierda)


   Los emigrados y desterrados españoles en París estuvieron siempre estrechamente vigilados. Agentes, gentilmente puestos por Monsieur Chiape, prefecto de la policía, en connivencia con el embajador español Sr. Quiñones de León, actuaban al servicio de su majestad Alfonso XII siguiéndoles de día y de noche. Algún que otro confidente enviado desde España consiguió en vano infiltrarse entre ellos.



   La mayoría residían en el modesto Hotel Malherbe. Tenían su cuartel general en la Casa de Cataluña en el Boulevard Saint-Michel y como santuarios de actividad republicana los cafés Napolitain, La Rotonde y La Coupole. Se sentían especialmente atraídos por este último, ubicado en Montparnasse, por su variopinta clientela, entre la que, menos franceses, había de todo: estudiantes indochinos, confidentes fascistas, rusos de Stalin, rusos de Trotsky, poetas americanos, judíos de profesión confusa, espiritistas, muchachitas afectuosas, condes polacos…


   Desde Paris se seguirían con expectación las elecciones municipales convocadas para el 12 de Abril.

Miguel Gallo (gabardina blanca y sombrero)

Otra instantanea fotográfica del mismo día

   Las noticias que les van llegando desde España son esperanzadoras, aunque la evidencia de la victoria les hacía desconfiar. Conforme se va acercando la fecha, en sus paseos y animadas tertulias de café no se habla de otra cosa.
   En la noche de la jornada electoral  en el Hotel Malherbe se habían concertado conferencias telefónicas con las principales ciudades de España. Además se había publicado en la prensa republicana una nota pidiendo a los correligionarios de todo el país que enviaran informaciones del modo que pudieran. Todas las noticias que le llegan son favorables. Confluyen telegramas enviados desde los más recónditos lugares del país informando sobre la victoria de la coalición republicana:




   Tras un eufórico compás de espera durante la jornada del 13, por fin a las cuatro de la tarde del día 14 les llega telefónicamente la confirmación la proclamación de la República. Un unánime ¡Vámonos a España! y ¡Viva la República! es coreado entre lagrimas y abrazos por los allí congregados.
   Indalecio Prieto y Marcelino Domingo designados para integrar el primer gobierno provisional de la naciente República parten esa misma noche para Madrid. El resto se dirigen precipitadamente a sus respectivos alojamientos para preparar su equipaje.

1. Indalecio Prieto.
2. Marcelino Domingo.
3. Miguel Gallo Martínez.

   A las nueve de la noche del día 15 un tren rapido procedente de Paris entraba en  la Estacion del Norte. En el andén y alrededores esperaban unas 2000 personas con banderas, estandartes, gorros frigios, brazaletes rojos y otros distintivos republicanos. Al llegar el convoy el público asaltó los coches y se subió encima de sus techumbres, se canto la Marsellesa y se lanzaron calurosas aclamaciones.

 Ramón Franco, un sonriente Miguel Gallo y Ramón Acín
 a su llegada a la Estación del Norte.

   Por fin, abriéndose paso entre la multitud enardecida, fueron distribuidos en varios coches.


   La comitiva avanzando lentamente por el Paseo de San Vicente se dirigió hasta la Puerta del Sol, con un público que los aclamaba desde las aceras. Desde el balcón del Ministerio de la Guerra fueron Ramón Franco y el mecánico Pablo Rada (los intrépidos aviadores del Plus Ultra) los encargados de trasmitir el agradecimiento de los recién llegados al pueblo de Madrid por el recibimiento tributado.


   Miguel Gallo a renglón seguido tomaría un tren con destino a Andalucía. Se apearía en la estación de Villa del Río, donde su padre y numerosos familiares y amigos de Porcuna acudieron a recibirlo.

   Adornado de la aureola de “Héroe de la República” a Miguel Gallo le esperaban nuevos honores y reconocimientos. Pero de ello nos ocuparemos ya en el siguiente capitulo de su vida